El PSC suicida al PSOE apoyando a los golpistas

El PSC suicida al PSOE apoyando a los golpistas

Las migajas que gane el PSC en Cataluña supondrán la ruina del PSOE en el resto de España. Cada día que pasa, Miquel Iceta lleva su partido más cerca de los golpistas. Por ahora, Pedro Sánchez no se entera, o no quiere enterarse, de la comprometida realidad en la que está empezando a caer la formación que dirige. Los socialistas han dejado de ser un gran partido nacional en solo unas semanas —apoyó de manera coherente la aplicación del artículo 155— para convertirse en un grupo cuasinacionalista con guiños al independentismo más radical.  Para cuando quiera reaccionar, cada punto que ha ganado en las encuestas a nivel nacional a lo largo de los últimos meses se habrá convertido en una caída sin remisión por la nefasta estrategia del Partido Socialista de Cataluña. Si algo no toleran los españoles —ahí está el descalabro de Podemos para demostrarlo— es que se dé el más mínimo pábulo a los que quieren romper España en dos.

Un partido como el PSOE no se puede permitir un hombre de Estado en Madrid y un nacionalista reaccionario en  Cataluña. Esa incomprensible dicotomía, aunque pueda dar ciertos réditos inmediatos de cara a las elecciones autonómicas del 21 de diciembre, sitúa la credibilidad política de cualquier formación por debajo del subsuelo. Con una mentalidad cortoplacista de político pequeño, Iceta está comprometiendo la viabilidad y el futuro del nuevo Partido Socialista a cambio de un puñado de votos que ni siquiera le dan para ser la primera fuerza constitucionalista aunque, visto lo visto, el calificativo de «constitucionalista» tendrá que estar entre interrogantes. Este martes, Ramón Espadaler, fichaje de Iceta para las autonómicas y número 3 del PSC, ha tenido la ocurrencia de alabar la «talla política» del golpista Carles Puigdemont cuando este último, además, ha vuelto a desafiar al Estado. Espadaler no puede equivocar más sus palabras. Primero, porque la «altura política» de Puigdemont se resume en que huyó a Bélgica en vez de afrontar las consecuencias de sus actos. En segunda lugar, porque defiende a un hombre que ha ido de manera frontal contra la legalidad vigente. Eso, más que «talla política», es talla delictiva. 

Por lo tanto, los electores que quieran una Cataluña libre y desprovista del yugo independentista deben tomar buena nota de la deriva que está tomando el PSC. Ésta sólo ha sido la última muesca. Anteriormente, Iceta ha criticado al Tribunal Supremo por mantener en prisión a los golpistas catalanes e incluso se ha atrevido a decir que «en caso de condenas, habrá que hablar de indultos». Una iniciativa desafortunada que tiene su complemento económico. El Partido Socialista pretende saltarse a la torera el principio de solidaridad que debe regir el Estado de las Autonomías con una subida de impuestos de 15.000 millones de euros para contentar a Cataluña y alterar así el modelo de financiación. Por no hablar de la negativa de Iceta a pactar con Inés Arrimadas y posibilitar así un gran bloque constitucionalista. España se juega demasiado en las próximas elecciones del 21-D como para que el PSOE no tenga clara su función nacional, por mucho que sea un partido de corte federal y juegue —cuando le conviene— a la independencia de sus delegaciones autonómicas. Si Pedro Sánchez no pone remedio, el crecimiento que experimenten en Cataluña por esta vía se convertirá en un naufragio automático en el resto de España.

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