Iglesias destruye Podemos y se destruye a sí mismo

Iglesias destruye Podemos y se destruye a sí mismo

Pablo Iglesias es el hombre menguante de la política española. Ha pasado de citar a Karl Marx en 2014 en su vacua y petulante intención de «asaltar el cielo» a tropezar con su propio ego y chocar de bruces contra la realidad en 2017. En menos de cuatro años como secretario general de Podemos ha conseguido perder más de un millón de votos en las últimas elecciones generales y situarse en la actualidad como el político peor valorado de las grandes formaciones con sólo 2,57 puntos. Nunca antes en la historia reciente de España alguien había defraudado tanto ni tan rápido a sus propios votantes. Su gestión del golpe de Estado independentista ha supuesto la puntilla definitiva a su carrera como líder de Podemos. El estrepitoso suspenso que le ponen los españoles se debe a la connivencia con los sediciosos y su posterior marcha atrás cuando se le echaron encima dentro de su propia formación en el resto de España. 

El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) deja bien a las claras el rechazo que genera entre los ciudadanos. Sólo el independentista de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)  Joan Tardà con 2,51 puntos está peor considerado que él. Iglesias pasará a la historia de la política española como un político-centella por su velocidad a la hora de desaparecer. Primero ha destruido Podemos y después se ha destruido a él mismo. Los morados siguen en caída libre y se han dejado casi dos puntos en el último CIS. Lejos de conseguir el sorpasso al PSOE, serán sobrepasados por Ciudadanos en breve, que con el 17,5% en intención de voto se sitúa a tan solo un punto de ellos. Prueba de que la defensa de la Constitución y de la legalidad vigente siempre es mucho más productiva que aliarse con los que intentan partir España en dos. 

Por mucho que haya que poner en cuarentena estas cifras, en el caso de Podemos son especialmente significativas. Confirman la tendencia que se evidenció en las elecciones del 27 de junio de 2016 tras su alianza interruptus con Izquierda Unida. Algo que demuestra que el proyecto de Pablo Iglesias al frente del partido está totalmente acabado. Más cuando es incapaz de hacer la más mínima autocrítica y culpa de los malos resultados de Podemos a «los ataques de la Brunete mediática». Iglesias, al más puro estilo soviético, se ha caracterizado durante los últimos tiempos por sus purgas internas contra los disidentes. Además, su cercanía a la ambigua Ada Colau lo ha marcado como un traidor en Cataluña tanto a los ojos de los radicales independentistas por su tibieza pública como ante el resto de españoles por la más que evidente connivencia. Más allá de la destitución de Fachin sólo hay un plan impulsado por el millonarios trotskista Jaume Roures para que los morados pacten con ERC y tratar de poner así Cataluña en las manos de los golpistas. Afortunadamente, nuestros conciudadanos se han dado cuenta y dan el valor que merece a la credibilidad de Pablo Iglesias: ninguno.

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