El búnker de PuigdeCUP

El búnker de PuigdeCUP

Son los últimos días de quien se ha revelado como un caudillo de pacotilla, un sedicioso sin causa, un revolucionario de todo a cien. Está fulminado política y judicialmente, amortizado socialmente, pero el búnker en el que le han encerrado sus aliados antisistema le hacen permanecer ciego y sordo ante la deriva letal de unos acontecimientos que terminarán por pulverizar —más en días que en semanas o meses— a quien apenas es ya la sombra de un cadáver: PuigdeCUP.

¡Qué insensatez! ¡Qué irresponsabilidad! ¡Qué ligereza! El político de singular flequillo, acusado de gravísimos delitos, es un independentista de pata negra. Nadie lo dudaba. Nunca lo ha ocultado. Pero seguramente ni él mismo, cuando le encargaron en un trámite surrealista e inesperado la labor de relevar al liquidado Mas, pensó que iba a ser lo que parecía: una marioneta de los anarco-comunistas, un pelele traído y llevado de aquí para allá sin el manejo de los tiempos, ni de la agenda; un guiñol de maniobras ciclotímicas, de tácticas sin pies ni cabeza, un iluminado sin control de una esperpéntica hoja de ruta cuyo peripatético final está poniendo a las claras algo elemental: el nacionalismo, cuando es llevado al paroxismo del odio por el odio, al fratricidio más descarnado e injustificado, sale muy caro, muy caro.

PuigdeCUP se ha convertido en un personaje de ópera bufa al que la noche, en un cielo de veneno y esteladas, ha terminado por confundirle, como a aquel cubano de las golfas madrugadas televisivas. Es el héroe que nunca pudo haber sido. Es el terco malhechor al que, en un momento u otro, se le llevará ante las autoridades para que responda de sus extremos desmanes. Es ya una pequeña piedra arrastrada y golpeada de una orilla a otra por las aguas rápidas del ‘hooliganismo cupero’. Con el 155 se queda sin poder y sin gobierno, sin mando y sin vasallos, a la intemperie, a la deriva, como el naufrago que carece de futuro de redención mientras se agarra a una frágil barcaza a la espera de que el milagro le salve en el último segundo y se le lance un flotador que le evite perecer. Pero eso no ocurrirá. ¡Al contrario!

Para propios y ajenos, PuigdeCUP es apenas un estorbo mayor. Las chicas de la extrema izquierda soberanista, las amigas de Otegi, no ven ya un guía útil en quien ha adolecido de falta de testosterona para proclamar —aunque aquello hubiese terminado en un ‘Viva Cartagena’— la República Independiente de Cataluña. Y ya en sus filas se admite, naturalmente con la boca pequeña, que alguien tendrá que llegar para recoger el testigo de quien se achicharrará en la parrilla de las imputaciones en serie. ¿Hacían falta alforjas para este viaje? No. Porque era y es el camino a ninguna parte. Algo que siguen sin entender los autistas que permanecen recluidos en un fortín de hierro y hormigón, en su extravagante ‘guerra de Gila’.

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