Divide y perderás

Divide y perderás

Los independentistas catalanes carecen de cualquier tipo de legitimidad en su deriva secesionista. No hay una sola sociedad moderna y democrática donde no quepan en sus celebraciones todos los partidos del arco parlamentario. Este lunes, para vergüenza del totalitarismo golpista, Cataluña ha dado una prueba más del apartheid político y social que los independentistas imponen a los no independentistas. La imagen de Ciudadanos y Partido Popular excluidos de las celebraciones de la Diada habla bien a las claras de lo que está sucediendo al otro lado del Ebro. La falta de legitimidad por parte de los que intentan secuestrar el futuro de la región es mayúscula. Desde el punto de vista normativo, la Ley de Transitoriedad y el referéndum ilegal son dos atropellos a la Constitución. Desde el punto de vista humano, han estirado tanto la cuerda que esa «gente» que pretendían utilizar como coartada ante la comunidad internacional cada día los apoya en menor número.

Los golpistas le han dado la vuelta al lema militar atribuido al emperador Julio César. Del célebre Divide et impera —divide y vencerás— han pasado al divide y perderás. La prueba definitiva la encontramos en la Diada de este 2017. Lo que iba a ser un ensayo general de cara al próximo 1 de octubre se ha quedado en una celebración partida a la mitad y de marcada tendencia menguante. Cada año asiste menos gente y la que asiste, de tan manipulada, le quita cualquier viso de concentración espontánea y festiva. No es de extrañar, los radicales llevan años vampirizando la celebración de todos los catalanes hasta convertirla en un mero acto propagandístico, en el evento de «unos pocos». La de esta edición ha dejado al aire la realidad social de los que quieren romper España: son muchos menos que los que desean permanecer unidos. Uno de los argumentos más recurrentes de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras se desploma ante la realidad social que hay detrás de las cifras.

Aunque diéramos por buenos los números inflados de la Guardia Urbana de Barcelona —dicen que ha habido un millón de personas en lugar de los 500.000 reales— entre los asistentes a la manifestación de este lunes y los asistentes a la Diada previa al 9-N de 2014 habría casi un millón menos en las calles de la capital catalana —entonces dijeron que había casi dos millones—. Un golpe, ya que «la masa» era la última excusa recurrente —el manido y demagógico «apoyo ciudadano»— para seguir adelante con un periplo carcomido por la ilegalidad. Algo que ya certificaba el último barómetro del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat que, en una tendencia sostenida durante meses, situaba el ‘no’ a la independencia en casi el 50%. Por lo tanto, los instigadores del procés, que hace tiempo se quedaron sin argumentos jurídicos, ahora también se han quedado sin argumentos morales. La gente no respalda una república basada en el delito y la división. Hacen bien, ya que tras el constante vuelo de las esteladas sólo hay un futuro de ruina política, social y económica.

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