El gran escándalo es Alcanar

El gran escándalo es Alcanar

Alcanar es el principio y el fin de las negligencias policiales en los atentados de Cataluña. Allí había 100 bombonas listas para reventar el centro de Barcelona sin que nadie se extrañara ni pidiera los certificados correspondientes para acumular tal cantidad de butano. Allí estaba también la acetona –500 litros nada menos– y el ácido sulfúrico para hacer el explosivo denominado como la madre de Satán y los perros que habían sido entrenados específicamente en el Instituto Tecnológico La Marañosa para descubrir ese tipo de sustancias ni siquiera acudieron. Allí se reunía el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, con los demás asesinos… Sin embargo, nadie percibió nada anormal más allá de las sospechas sobre un laboratorio clandestino de drogas. Sólo cuando un camión sembró de muertos y heridos La Rambla, el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, compareció en rueda de prensa para decir que podría existir alguna «relación» con la explosión que había tenido lugar un día antes en el chalé. 

De nada sirvió que la jueza que había acudido a Alcanar pusiera sobre aviso a los agentes. Esa «relación» de la que hablaba Trapero se ha convertido en la piedra angular de toda esta tragedia. No hay que perder el foco sobre quiénes son los verdaderos y únicos culpables: los yihadistas del Estado Islámico. No obstante, se han cometido una serie de negligencias muy graves. Resulta entendible que entre decenas de avisos de los distintos servicios de inteligencia internacionales no todos puedan ser considerados por una mera cuestión de medios. Pero es incomprensible que un centro de operaciones tan manifiesto y evidente como Alcanar pasara desapercibido para los policías. 

Como publica en exclusiva OKDIARIO, los Mossos d’Esquadra incumplieron en la explosión de Alcanar las normas que les había dado el Ministerio de Defensa: en caso de atentado terrorista o explosión sospechosa —reunir 100 bombonas en un lugar no es precisamente usual—, lo perros adiestrados deben inspeccionar el lugar inmediatamente después para poder colaborar con las investigaciones policiales que se hagan sobre el terreno. Algo que, por otra parte, no hace falta que lo diga Defensa. El sentido común basta para utilizar todos los medios disponibles en un suceso de esas características. Lejos de eso, la inacción fue la protagonista en el lugar de la acción. Los Mossos, incluso, impidieron que los Tedax de la Guardia Civil inspeccionaran el inmueble. Con esa sucesión de fallos, alguien debe asumir responsabilidades.

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