El sumun del golferío

El sumun del golferío

España y corrupción se han convertido en un binomio casi inseparable. El apellido González, protagonista absoluto del mismo. Los chanchullos de Ignacio y Pablo se ramifican hasta el infinito. Mientras el ex presidente de la Comunidad de Madrid tiene que responder ante la Justicia por el Canal de Isabel II y por el dúplex de lujo en Estepona, su hermano fue director de Operaciones en Mercasa cuando la empresa pública destinaba partidas presupuestarias al pago de mordidas en Angola. Cada nuevo caso supera al anterior, de ahí que las últimas semanas estén siendo especialmente dañinas para la imagen de nuestro país. Si no fuera suficiente con el hecho de que el Canal se hiciera con una empresa colombiana con dinero offshore —por un precio 10 veces superior al real— OKDIARIO les desvela cómo el consorcio Mercasa Incatema —dependiente de la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI)— destinó 11,6 millones de euros a la «asistencia técnica local» de su filial africana. Una tapadera que en realidad trataba de ocultar la comisión del 8% que cobraba Guillherme de Augusto de Oliveira Taveira, delegado allí de la compañía. 

El propio Taveira, intermediario de esta trama y huido de la Justicia, es un personaje digno de cualquier película de mafiosos. Desde 2014 está investigado por su implicación en un contrato de ventas de armas españolas a la Policía de Angola a través del consorcio Defex, empresa pública de armamento con las raíces hundidas en prácticas ilícitas. En esas manos confiaba Mercasa para poner en pie su departamento comercial en África. Con casos así es normal que la percepción de los ciudadanos cada día sea más pesimista al respecto de la corrupción. De hecho, en el último informe de Transparencia Internacional (TI) nuestro país está en el puesto 41 de 176 países. Peor, por ejemplo, que naciones como Emiratos Árabes Unidos, Bután o Bahamas. La Comisión Europea también ha advertido, y con razón, de que nuestro déficit público será ingobernable mientras no se erradiquen este tipo de comportamientos en las instituciones públicas. España sigue a la cabeza del crecimiento económico en Europa a pesar de semejante panorama. Si la limpieza fuera norma en el contexto institucional, sería imparable.

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