No se puede ir de neandertal por la vida

No se puede ir de neandertal por la vida

Científicos e historiadores establecen que los neandertales europeos se extinguieron hace más de 40.000 años ante el empuje de los homo sapiens procedentes de África. No obstante, comportamientos como el de Óscar Puente desafían las investigaciones más prestigiosas de cualquier ciencia y hacen pensar que hay un eslabón perdido que ha llegado hasta nuestros días. El alcalde de Valladolid —y portavoz de la campaña de Pedro Sánchez— ha acusado a Susana Díaz de «estar con el culo en pompa hacia la derecha». Unas declaraciones machistas que no hacen otra cosa que definir tanto al sujeto en cuestión como el comportamiento del equipo de Sánchez durante la campaña de Primarias. Este modus operandi, obviamente, no se da por un cúmulo de casualidades, sino por el mandato expreso de aquéllos que perdieron dos elecciones generales consecutivas con los peores guarismos en la historia del PSOE desde la Transición hasta nuestros días. 

Decía Alexander Pope, afamado poeta británico del siglo XVIII, que «errar es humano y rectificar es de sabios». Lejos de pedir disculpas, Oscar Puente ha empeorado aún más la andanada contra Susana Díaz al echarle la culpa en Twitter de las críticas recibidas tras sus desafortunadas palabras: «Cuanto mejor sale un debate más atacan los troles del Susanismo. Es una regla que no falla». Ante la votación del próximo domingo, los militantes del Partido Socialista deben reflexionar sobre qué tipo de partido quieren: uno asentado en los valores constitucionales, reposado y con proyección de futuro, u otro hecho a base de las cenizas del fracaso, sumido en el extremismo político y con bandazos ideológicos más propios de advenedizos que de personas duchas en política. Sobre todo ahora que los socialistas tienen la compleja misión de poner otra vez al PSOE en la senda del triunfo. 

Lamentablemente para la salud de nuestro civismo, este ataque machista no ha sido el único que ha tenido que soportar Susana Díaz en las últimas jornadas. Algunos irresponsables están dispuestos a hacer del mapa político español un auténtico campo de batalla. Hace una semana, el senador de Compromís Carles Mulet rompió una foto de la presidenta de la Junta de Andalucía en la Cámara Alta al grito de «¡Qué asco de señora!». Nuestros representantes públicos deberían echar el freno en manifestaciones de este tipo. Palabras tan gruesas sólo transmiten una sensación agotadora de zafia superficialidad. España necesita subir el nivel y el PSOE merece unos dirigentes acordes con su historia. Ahora los militantes tienen la última palabra. Sin embargo, que nadie se engañe: la radicalidad en política, más temprano que tarde, tan sólo es sinónimo de marginalidad y partido insignificante.

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