De populismo, vendettas y politización de los togados

De populismo, vendettas y politización de los togados

Hay asuntos que dan más miedo que la hucha del cerdito público en manos de un Púnico pepero o en las alforjas de un bandolero liberado de UGT. La basura levantada por Eloy Velasco con la detención de Ignacio González es mucho menos aberrante que la piara corrupta en la que se revuelcan: la justicia, el periodismo y la política española al selecto gusto del PP. El grupo de comunicación más importante del país llegando a las puertas del mangante y su presunción de inocencia antes que la propia UCO. La policía política y mediática. Las Crónicas de Soraya broadcasting en tiempo real. “Los PePe-Reos van para Soto del Real y para Carabanchel” La inexistente separación de poderes e independencia judicial legitiman el linchamiento político en vacuas y estéticas comisiones de investigación. Los jueces y la UCO suministran las investigaciones contenidas en los secretos del sumario a Ferreras o al pasquín de referencia para sus claims. Deteniendo a la gente como en Cuba.

Y después de eso llega Eloy Velasco, el señor juez de la Audiencia Nacional que instruye y que, antes de hacerlo, fue director de Justicia con los Gobiernos de Zaplana y Camps. Otro juez de día y Miley Cyrus de noche. Un togado que ordena autos de detención matutinos antes de irse a desafinar a las rotativas. Otro Gómez Bermúdez y otro Garzón que nos recuerdan que sólo hay una puerta giratoria más indignante y podrida que la que comunica judicatura y política: aquella que mete etarras y lamebotas de Bolinagas a concejales y parlamentarios. El poder contra el poder ejecutivo brama en estado de descomposición.

Difícil honrar el cargo que uno ocupa con la mínima discreción y escaso merecimiento sobre cuestiones tan vitales como la libertad individual y la seguridad jurídica del prójimo mientras jueces y fiscales politicen y trituren la justicia y su independencia desde tres sindicatos absolutamente politizados. Hilarante por cierto que uno de ellos, con coportavocía en el plató de Wyoming, se autodenomine Jueces Para La Democracia. ¿Es que acaso hay jueces para las dictaduras? La estúpida redundancia progre aclarando que fuera de su coto izquierdista te muerde el culo la austeridad, la falta de justicia y el fiambre franquista.

¿Y qué será entonces, señoría? O se hace política, o se dicta justicia, o se ajusticia. Antaño eran las cloacas policiales de Rubalcaba las que filtraban los escándalos y proveían de jugosas exclusivas a los Villarejos del periodismo nacional. Ahora esa patente de corso procede directamente de los juzgados. Es cierto que estamos tutelados por una banda de cacos horteras que se funden nuestra pasta en obras de arte, pilinguis y en lofts y campos de golf para los hermanos, pero no podemos consentir que la limpieza y las garantías jurídicas dependan de jueces vengativos dispuestos a cobrarse a los políticos que no les dieron el cargo, de algunos periodistas sin escrúpulos, y de filtraciones de un Juzgado de Instrucción de la Audiencia Nacional. “Los jueces tenemos que interpretar la Ley conforme al pueblo. Somos gente del pueblo y el pueblo no perdona apropiaciones económicas o desfalcos como los perdonábamos antes” Así se legitimaba en entrevista el juez Velasco. Con cierto tufillo populista que obviaba que la judicatura no es pueblo, sino Ley que ciertamente debe servir a los ciudadanos como auténtico contrapeso ante los desmanes de la política. Acabar con el hecho de que ahora mismo sea un poder subordinado, pero ni el Gobierno debe volver a controlar la judicatura, ni la Justicia tiene que ser popular. Ha de ser rápida, justa e independiente. También del narcisismo, vendettas y populismo de los togados.

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