Columna Liberal

Democracia y Poder Judicial

Democracia y Poder Judicial

Sin una división real de poderes, no se goza plenamente de la libertad, y por ello, un liberal nunca defendería un sistema en dónde un sólo Poder, en este caso el político, pudiera acaparar todo el poder del Estado. En 1812, los liberales españoles firmaban una de nuestras Constituciones más importantes: la Constitución de Cádiz, donde el poder de la monarquía absoluta se acotó a la ley y los ciudadanos tendrían derechos y obligaciones. Hoy, en pleno siglo XXI, es triste observar cómo aquellos que se autodenominan liberales refuerzan sin límites un poder, el político, ya de por sí desmedido y mayor aún que el de la monarquía absoluta. Poder que se engrandece y se controla a través de un ente, que se nutre del Estado sin ser de él, el partido.

La correcta separación y equilibrio entre el poder legislativo, ejecutivo y judicial, no es un simple mandato dogmático para los libros de historia y de la facultad, sino que debería de ser una obligación para proveer a la sociedad de la correcta salud democrática y bienestar. Porque sólo desde la libertad y la igualdad de condiciones podrá la ciudadanía, motor de riqueza del Estado, aportar mayor valor a nuestro alrededor. Si por el contrario, el poder acapara la columna de la libertad que es la justicia, todo el sistema se pervierte en detrimento, no de la excelencia y la igualdad de oportunidades sino de ser o no amigo del poder, lo cual llena de desequilibrio y desigualdad a la propia sociedad.

Por lo tanto, un verdadero demócrata, un verdadero liberal, no podría estar a favor de la actual redacción de la ley orgánica del poder judicial. Esta ley contamina la carrera judicial con la mano negra del poder político en la sombra. Para tener una democracia de calidad, la justicia, y esto es, todo el poder judicial, debería estar blindado contra cualquier tipo de injerencias, económicas, sociales y sobre todo, políticas. Esta teórica división de poderes y su espíritu se recoge en nuestra Constitución, artículo 120.3 CE, pero sin embargo el poder político se encargó de desvirtuarlo a lo largo de estos más de 30 años de democracia.

Los liberales siempre lucharon por acotar el poder absoluto en la búsqueda de una democracia que, con la libertad como bandera, buscara alcanzar la correcta división de poderes de su Estado siendo esta una realidad. Todo ello con un claro fin, que todos los ciudadanos, sin importar su condición, razón económica o social, fuéramos verdaderamente iguales ante la ley. Entonces, ¿dónde están los verdaderos valores liberales del siglo XXI? Un Estado que no respeta la división de poderes, en la búsqueda  del equilibrio de lo justo, acaba sin justicia y sin justicia no hay libertad. “Una gran democracia debe progresar ya que si no, pronto dejará de ser o grande o democracia”, Theodore Roosevelt.

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