Brexit y Trump: combinación explosiva

Brexit y Trump

La salida de Reino Unido provoca una especie de nuevo orden económico, con grietas en el seno de la Unión Europea cuya intensidad aún se desconoce y observando qué tal andará la economía europea sin la contribución británica. En 2015, cuando el PIB del conjunto de la Unión Europea sumó 14,6 billones de euros, la aportación de Reino Unido fue de 2,568 billones de euros.

Del mismo modo, habrá que comprobar en qué medida tira la economía británica al romper sus lazos con Europa. El cómo se rompan esos vínculos se antoja decisivo para ambas partes. Por lo que respecta a España podrían perderse exportaciones aunque el flujo turístico procedente de Reino Unido por el momento no parece peligrar porque, ¿adónde irían los británicos si no vienen a España? El encarecimiento derivado del cambio euro–libra esterlina se va modulando a causa de nuestra política monetaria expansiva y por ahí se abren resquicios de esperanza para mantener a la clientela turística procedente de las Islas.

Europa crece tímidamente, sin demasiado entusiasmo, con la amenaza terrorista que la convierte en frágil, con populismos cada vez más exacerbados, con una clase política confusa y difusa, con Bruselas dando palos de ciego, con los refugiados y la problemática de la inmigración – que ambas cosas son lo mismo, según se vean desde la Europa del norte (refugiados) o desde la Europa del sur (inmigrantes)- con una clase media en horas algo bajas y con excesos de burocratización que van acentuando el descontento de nuestras empresas y de parte de la población, con cada vez más obligaciones y corsés legales, con penalizaciones al máximo que retoman la idea de que nos encontramos ya en plena Nueva Edad Media. Pero de crecimientos económicos, muy flojillos… Posiblemente, sean los perfiles políticos las grandes amenazas para 2017.

Entre Wall Street y Trump

Wall Street ha confirmado durante 2016 el dominio casi absoluto de las compañías tecnológicas con Apple, Alphabet, Microsoft, Facebook y la pujante Amazon liderando la capitalización bursátil. ¿Cómo influirá en los grandes conglomerados norteamericanos como ExxonMobil, General Electric…, y las reverenciadas instituciones financieras, la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump?

Ese cambio de tercio político en Estados Unidos, donde Trump rompe con el establishment, genera interrogantes y abre expectativas, sobre todo, en lo concerniente al comercio mundial a partir de 2017, con esos anuncios de vuelta a barreras proteccionistas. Las subidas de tipos decididas por la Reserva Federal son síntoma inequívoco de la recuperación económica norteamericana. Casi pleno empleo (4,9% de tasa de paro), inflación apuntando al 2%. Transcurridos ocho años desde el estallido de la crisis financiera, y económica, los tipos de interés resucitan en Estados Unidos por dos veces este año y con visos de repetirse en 2017.

Entretanto, México ve incertidumbres y tanto Argentina como Brasil podrían enderezar un vuelo, bajo, pero vuelo al fin y al cabo con lo que América Latina enfilaría un camino positivo.

¡Ay, Europa nuestra!

Choca el contraste de políticas monetarias entre Estados Unidos y la Europa del euro. El Banco Central Europeo sigue con su expansión monetaria y tipos de interés a ras de suelo versus la FED que va subiendo los tipos, de forma que la paridad entre el euro y el dólar parece cantada, salvo imprevistos, para 2017.

Es cierto que Europa siente hoy en día algo de añoranza por los postulados keynesianos. La política monetaria del BCE, como hemos apuntados otras veces, necesita de mayores estímulos puramente económicos para reanimar a esa gran parte del viejo continente cuya divisa es el euro.

Es ahora cuando las políticas de gasto público deben acelerarse, impulsando la alicaída economía y creando empleo. No obstante, esas pretensiones chocan con los hándicaps del déficit público – donde España se lleva la palma de toda la Unión Europea en 2016 y 2017 – y de la deuda pública, sobredimensionada y amortiguada gracias al auxilio de Mario Draghi. La cuestión sigue siendo la misma: ¿Qué país dará ese paso de estímulo de su economía si el dinero barato y fácil del BCE riega a los países del euro y, en especial, a aquellos, como España, que muestran un cuadro de sus finanzas públicas más crítico?

Petróleo y guerra fiscal

El petróleo, tras las últimas decisiones de la OPEP y el comienzo del sufrimiento en el déficit público de Arabia Saudí, con su deuda aumentando, algo insólito por aquellos lares, va reajustando sus precios. En el futuro, nada será igual. La remontada del precio del crudo comportará tendencias inflacionistas y, en consecuencia, incrementos en los precios que, en mayor o menor medida, frenarán alegrías consumistas.

La guerra financiera y fiscal entre Europa y Estados Unidos, provocada sobre todo por Bruselas, sigue… Bruselas va a por Apple y las tecnológicas domiciliadas en Irlanda y ésta se rebela porque los brujos de la santa Europa invaden y ultrajan su soberanía fiscal. Estados Unidos devuelve el golpe acorralando a la banca alemana y sus maniobras en los fascinantes años de los raros elixires financieros y de la algarabía de los complejos y envenenados productos financieros, que acabaron siendo un embolado de padre y muy señor mío. Multas a diestro y siniestro a ambos lados del Atlántico. A todo eso, Irlanda, enfadada con Bruselas, sigue caminando con paso firme y liderando el crecimiento económico de la anquilosada Europa… ¡A Irlanda hay que mirar y aprender!

Cunas de nuestra cultura

Italia constituye hoy un mar de dudas financieras, con serias incógnitas sobre el rescate de la banca transalpina. ¿Será capaz el Estado italiano por sí solo de socorrer a la vieja banca italiana, con apellidos ilustres, y toques algo provincianos todavía?

Grecia, muy apagada de los focos informativos en los últimos meses, ajustando y recortando, bajo el control de “los hombres de negro” prosigue con su particular vía crucis, con la tasa de paro más alta de toda Europa – seguida de España -, con sus cuentas públicas en la UCI, con sus empresas renqueantes, sus pensionistas indignados, sus salarios bajo mínimos y extendiendo su pobreza a amplias capas de la población. Que gobierne la extrema izquierda, a la postre, es todo un maldito empujón hacia el precipicio.

Nuestra España y sus dudas

Se agota la hucha de las pensiones y las dudas, serias y fundamentadas, nada populistas, como insinúa algún cargo gubernamental, sobre nuestro sistema de pensiones irrumpen cada vez con más fuerza. De momento, la solución pasa por recurrir a la deuda, así que más deuda pública para pagar las pensiones porque la hucha anda exhausta. Pan para hoy, hambre para mañana… La deuda pública, pequeño detalle, habrá que devolverla.

Lo del paro aquí parece no tener solución. Mucha promesa por parte de nuestros políticos y cada vez más robots en las fábricas y menos actividad empresarial intensiva en mano de obra, entre otras cosas, porque tal y como está por aquí el panorama tributario y de cargas sociales, ¿quién es el osado que decide invertir empresarialmente en España? En todo caso, no hay voluntad política para erradicar la plaga del paro, y menos por parte del Gobierno actual que no ha hecho nada a lo largo de cinco años. Más tinieblas, en consecuencia, sobre las pensiones y su futuro.

La subida descomunal de impuestos y cotizaciones sociales confirma plenamente y por segunda vez que el actual gobierno del PP es el máximo exponente de la más pura izquierda. Lo hicieron justo al llegar al poder a finales de 2011 con el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y otras figuras tributarias, sin que los votantes salieran de su asombro, y lo han vuelto a hacer ahora y además en plan bruto: acribillan con el Impuesto sobre Sociedades, y otras figuras tributarias al igual que en la anterior ocasión, y para mayor inri lo hacen con efectos retroactivos pillando a nuestros empresarios absolutamente descolocados y en fuera de juego. Y eso sin entrar en las actuaciones inspectoras de Hacienda y en sus reinterpretaciones de la normativa tributaria sobre las cuales algún día los tribunales de justicia sentenciarán.

La subida espectacular del salario mínimo traerá dolorosas consecuencias para el empleo a partir de 2017. En definitiva, y dejándonos de monsergas, el actual Gobierno se ha convertido en el enemigo número uno de las empresas españolas, succionándoles miles de millones de euros de recursos que en condiciones normales destinaría nuestro tejido empresarial a invertir, crecer, crear empleo e impulsar su actividad económica. Los dineros, pues, van a las arcas públicas para, como suele ser habitual en esta España nuestra, perderse a través de la complejidad de unas cuentas laberínticas y el entramado de unos presupuestos que son más que un réplica de aquellos jeroglíficos del antiguo Egipto.

Así que gobernados por un partido de izquierdas que dice ser de derechas, el gasto público, excesivo y superfluo, ni se modera ni se recorta ni se ajusta. El déficit se agrava, por más que se jure y perjure que no será así, y la deuda pública se convierte en un monstruo que más que venir a vernos, como diría el admirado Bayona, convive y convivirá con nosotros por los siglos de los siglos, amén.

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