Creo a Donald Trump

Creo a Donald Trump

No he dicho que me guste Donald Trump. No he dicho que le votaría. Ni siquiera que esté de acuerdo. He dicho que creo en Donald Trump. Y fíjese en lo que significa hoy en día ser capaz de afirmar tal cosa: yo, ciudadana cabreada con la política actual, que sigo con mucha atención lo que ocurre en la política internacional, y de izquierdas. En un momento en el que prácticamente nadie atribuye la más mínima credibilidad a ningún político. Eso he dicho. Y ya verá como usted también. ¿Cree usted a Mariano Rajoy a estas alturas? Después de haber prometido que no subiría impuestos para después hacer lo contrario, de negar la corrupción en su partido a pesar de ser la primera organización política imputada, de afirmar que estamos saliendo de una crisis que ha sumido en la pobreza a miles de familias que no tienen perspectiva de mejorar, que está destrozando los servicios públicos mientras rescata empresas privadas. ¿En serio le resulta creíble?

¿Cree usted a Albert Rivera a estas alturas? Alguien que ha hecho por sistema todo lo que dijo que no haría: pactar con el PP, investir a Mariano Rajoy, defender políticas de derechas… ¿Alguien se cree a Ciudadanos? ¿Cree usted en el Partido Socialista, en Susana Díaz, en Lambán, en Luena? ¿Cree usted en Antonio Hernando? Alguien que fundamentó su campaña en decirle que no al Partido Popular, capaz de destrozar a su propio secretario general, televisándolo en directo para mayor humillación, para poner en el gobierno al primer partido imputado de la historia de la democracia. ¿Alguien puede creer algo que provenga de quienes no conocen la ética?

¿Cree usted en Pablo Iglesias? Alguien que ha modificado su programa electoral más veces que ha cambiado de camisa durante los últimos tres años. Alguien que comenzó haciendo malabares con los conceptos sin pararse a concretar absolutamente nada. Alguien que ha conseguido hacer perder la última ilusión de demasiada gente huérfana de referentes en la izquierda. ¿Alguien puede creerse esto?

Estando así el panorama, aparece el esperpento de Trump en Estados Unidos. Todos le critican, todos se burlan, todos le atacan. Sí. Pero resulta que este señor está cumpliendo todas sus promesas electorales. Desde el primer día. Y no lleva ni un mes. Podrán resultarme indignantes; pero esa no es la cuestión. De lo que yo le hablo es otra cosa: ¿Tiene usted motivos para no creer, a día de hoy, que el presidente norteamericano no haga algo que prometió que haría? Ya sé que todo el mundo está por aquí indignado, cosa que me sorprende: este señor habló muy clarito en su campaña electoral; le votaron y ganó. Analícese un momento: lo grave del estupor que se ha generado es, a mi entender, la sorpresa que genera en nuestra sociedad el hecho de que un presidente cumpla su palabra. Todo lo que está haciendo lo llevaba escrito y todos lo conocíamos desde hace meses. Sin embargo, en el fondo, estamos peligrosamente acostumbrados a que no se cumpla nada de lo que nos prometen. Es triste, lo sé, pero no es mentira decir que a día de hoy creo a Trump y no puedo creer a mis políticos.

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