¿Y si fuera Pedro Sánchez?

¿Y si fuera Pedro Sánchez?

No ha sido con su coche, ni al día siguiente de la entrevista que le hizo Évole y que nos dejó con la boca abierta. Aunque tardó un poco más y comenzó yendo en tren a Valencia, Pedro Sánchez ya se ha “echado al monte”. De dos encuentros que ha tenido, máxima audiencia. Ante tanta afluencia de público han necesitado cambiar la agenda y reunirse en plena calle. Miles de personas. Valencia y Asturias. Dos lugares donde el socialismo todavía tiene buenas manos para sostenerlo.

Este paseo del ex secretario general del PSOE no está haciendo ni pizca de gracia a los “gestores” ni a sus adláteres. No saben cómo atacarle y suelen caer en comentarios faltos de educación, de compañerismo y de elegancia. Ximo Puig intentaba disimular antes de que el tren de Pedro llegase a Valencia, pero no le salió. Y el pasado fin de semana, un Lambán venido arriba —no se sabe bien por qué— no cesó en su empeño de ponerse medallas por lo acontecido en el Comité Federal del 1 de octubre. Así, sin rubor, hizo el mayor de los ridículos comparando a Díaz con los dioses y vanagloriándose del bochorno que hicieron en Ferraz cuando defenestraron a Sánchez. Sin duda, las declaraciones del aragonés nos hicieron tragar saliva a los socialistas, una mezcla entre vergüenza ajena, enfado, estupor, que revolvía las tripas.

Se ve que están nerviosos los “golpistas”. Incluso hasta se enzarzan en las redes sociales a ojos de todo el mundo, como sucedió entre Pérez Tapias y el orador aragonés. Están perdiendo las formas, la compostura. Y ya una no sabe si es que se les va de las manos la interpretación o es que son realmente así de lamentables. Me inclino a estas alturas por lo segundo. La militancia y los simpatizantes —esto de simpatizantes debería cambiarse ya por “compadecientes”— parecen arropar a Pedro. Es la víctima perfecta y, con cada palabra de sus verdugos, se le coge más cariño. Incluso, casi, se puede olvidar su etapa de secretario general. Cuando uno lo oye en sus discursos piensa que acaba de llegar y viene con ganas, como si nunca hubiera estado al frente de la organización ni hubiera hecho nada de lo que pudiéramos responsabilizarle.

Lo cierto es que, a pesar de haber sido Sánchez quien retrasó el Congreso Ordinario —razón fundamental por la que ahora están como están— quien se fundió en un tórrido abrazo con Rivera —razón fundamental por la que ahora flojea el discurso contra la derecha— quien fulminó a otros secretarios generales como Tomás Gómez —razón fundamental por la que ahora está teniendo bastantes dificultades para encontrar más refuerzos influyentes— Sánchez está diciendo lo que muchos venimos exigiendo desde hace años. ¿Ha visto la luz? ¿Es puro oportunismo y desesperación? Cada cual tenemos nuestra idea. Pero, sin duda, lo que sí es cierto es que está plantando cara y echándole valor. Estamos de acuerdo en que puestos a morir o a que te maten tiene más dignidad caer en la batalla. Porque todos tienen muy claro que Pedro caerá. Pero, ¿y si el proceso fuera limpio, sin trampas ni zancandillas de los golpistas? Mientras piden congreso y primarias YA se les está olvidando el “cómo”. Y por ahí se la van a colar. Como siempre.

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