Comunismo con corbata

Comunismo con corbata

Con la Monarquía hemos topado. La institución que este jueves ha presidido la solemne apertura del Parlamento y ha mantenido estoicamente el tipo bajo la impasible marea de miradas, formato protesta, de los diputados y senadores de Podemos. En esta ocasión, los populistas ni siquiera nos han regalado el efecto sorpresa. Los okupantes del trono de Gentelandia llevan días pregonando que su participación iba a limitarse a la escucha de los discursos dentro del hemiciclo. Y oigan, han cumplido de manera impecable. Carolina Bescansa, heredera del imperio farmacéutico que ha hecho multimillonaria a su familia, ha caldeado el ambiente previo en redes sociales dirigiéndose a la reina consorte como si le hablase a la mismísima Tania Sánchez. La exIU, a su vez, permaneció sentada una vez concluido el discurso del monarca, exhausta tras el agotador periplo de perder todas las primarias.

Errejón, con americana, ha hecho gala de su presencia en el “puesto de trabajo” que ya saben eso de que el derecho al escaño hay que ganárselo día a día, no vaya a ser que le pase como a su compañera Beatriz Galiana que juró el cargo el pasado 8 de octubre en la Asamblea de Madrid y, desde entonces, e instalada en México, no ha vuelto a la cámara autonómica. Garzón “el fagocitado”, mendigando importancia con una flor en la solapa o Bernal “el desconocido” y Cañamero “el sindicalista”, reivindicando con bandera tricolor y camiseta customizada para la ocasión, respectivamente, que ellos son republicanos. Ignoran que la constitución de la II República que tanto les entusiasma no la votó nadie. A Cañamero en concreto y su «al rey no lo votó nadie» —tampoco al Papa y bien que lo visita— decirle que lo mismo nos sucede con él al resto de ciudadanos: que no lo hemos votado. Sin embargo, aún así le pagamos el sueldo y nos aguantamos.

A esos que presumen de no rendir pleitesía, el Jefe del Estado —por más que se empeñen y mientras no cambien las cosas, que mecanismos democráticos y constitucionales con un debate de nivel, no faltan para lograrlo— no es un ciudadano cualquiera. Si en la casa del pueblo español son tan maleducados como para no levantarse, incluso aunque no lo aplaudan, porque no conciben que existan señores y súbditos, a lo mejor conviene recordarles que sus programas de gobierno se empeñan sin descanso en crear españoles cada vez más siervos y mendigos a cargo del Estado y a ése, sí que no lo hemos votado.  A ver si se aclaran. O libres para todo o cambiar un amo por otro no sirve de nada. Debería decirles alguien que a lo mejor los españoles, ya puestos a elegir, prefieren sentirse representados por alguien bien formado – y específicamente preparado para el cargo que desempeña- que por una pandilla de charlatanes.

Todos los ciudadanos – y con mayor nivel de exigencia quienes dicen representarlos- tienen la obligación moral de ser excelentes y ello supone no sólo el derecho de ejercer plenamente su libertad de expresión, sino la obligación de hacerlo con buen gusto y de manera correcta. La democracia no tiene nada que ver con la mala educación, ni la humildad con un aspecto desaliñado. No importa cuánto de capaces, legitimados o empáticos crean algunos que son, la forma en que se comportan con los demás y cómo los tratan los delata… Hasta el comunismo de Carrillo, por respeto al resto de parlamentarios, se vestía con corbata.

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