Perdiendo fuelle económico: de la élite a la medianía

Perdiendo fuelle económico: de la élite a la medianía

¿Dónde estábamos ayer en el concierto económico mundial, dónde estamos hoy y dónde estaremos mañana? Hablamos de recuperación económica, sí, pero ¿cómo y de qué manera? Nuestro producto interior bruto en 2015 cerró, según la revisión efectuada por el Instituto Nacional de Estadística el pasado mes de septiembre, con un montante de 1.075.639 millones de euros, o sea, 1,075 billones. Esta cifra es mejor que la de 2014, cuando el PIB alcanzó 1,037 billones de euros, más positiva que en 2013 que concluyó con un PIB de 1,025 billones, más esperanzadora que 2012 cuyo PIB fue de 1,040 billones de euros, ligeramente superior al PIB de 2011 que sumó 1,070 billones y peor que el PIB de 2010 que ascendió a 1,081 billones de euros. En 2008, nuestro momento de plenitud del PIB, la economía española superaba los 1,116 billones de euros.

En pocos años, nuestro PIB se ha estancado, ha disminuido, repunta aunque, en todo caso, permanece estancado en torno a una cifra que no acaba de despegar. Los avances que a comienzos de la década de los años 2000 gracias, en gran parte, a la construcción se obtenían parece que se han detenido. Cuando uno contempla la evolución de la economía española la ve como tímida, sin frescura, falta de potencia y perdiendo fuelle gradualmente. Hoy por hoy, esto es lo que hay. Parece que fue ayer cuando nuestra economía se codeaba con las grandes potencias. Era 2003 y España generaba un PIB de 883.000 miles de millones de dólares. Por delante nuestro, Estados Unidos, con casi 11 billones de dólares, Japón, con más de 4,2 billones, Alemania, con 2,4 billones, Reino Unido, con 1,8 billones, Francia, con 1,8 billones, China, con 1,6 billones, e Italia, con 1,5 billones. España ocupaba la octava plaza en el ranking económico de las grandes potencias y hablábamos de nuestro lugar en el G-8. En aquel 2003, por detrás nuestro aparecía Canadá, con 868.000 millones de euros de PIB, y México, con 639.000 millones. Ahí estábamos, entre los diez primeros del mundo.

En 2004, España repetía octavo puesto, con un PIB de 1,041 billones de dólares, adelantándonos las mismas potencias que en 2003, y precediendo a Canadá y México. 2005 y 2006 fueron años en los que nuestra economía retrocedió al noveno puesto para, en 2007, recuperar posiciones y situarse de nuevo en la octava economía mundial. En 2008, pese a que la economía española logró su cenit con el antedicho PIB de 1,116 billones de euros, bajamos a la décima posición. Parecía que en 2009, la cosa se recuperaba al avanzar a la novena plaza del panorama mundial, con un PIB de 1,079 billones de euros. No fue así. En 2010, nos rezagábamos al decimosegundo lugar y de 2011 a 2013, nos mantuvimos en la decimotercera plaza. Nos alejábamos de ese cuadro de honor de las grandes economías e íbamos hacia atrás. Desde 2014, España se sitúa en el decimocuarto puesto del ranking económico mundial y, a tenor de las previsiones, todo apunta que esto será así también hasta 2021.

En 2015, España se ha visto precedida de Estados Unidos, China, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, India, Italia, Brasil, Canadá, Corea del Sur, Rusia y Australia, y por detrás nuestro aparece México, Indonesia, Holanda, Turquía y Arabia Saudí. La realidad es que la economía española hoy ya no pertenece a esa elite en la que todos querríamos estar sino que más bien forma parte de la medianía. Lo preocupante es que no se trata de algo circunstancial: los vaticinios son que nos quedamos aquí, donde estamos, en los próximos años. ¿Recuperación o estancamiento? ¿Se atisban armas económicas para recuperar las posiciones perdidas?

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