España se queda sin margen de error

España se queda sin margen de error

Tras casi un año de bloqueo institucional y dos intentos infructuosos de investidura, lo mejor para España, dado el convulso contexto que vivimos, sería la celebración de una terceras elecciones generales. Es cierto que los ciudadanos sienten un enorme hastío por una situación que parece interminable, lógico si tenemos en cuenta que cada inicio de legislatura desde el pasado mes de enero ha sido la crónica de un fracaso anunciado. No obstante, y a pesar de la frustración, volver a votar podría suponer, al fin, la confección de un Gobierno estable que afrontara con diligencia y sin obstáculos todos los retos —algunos mayúsculos— que nuestro país tiene por delante. El Banco de España ya ha alertado de que el déficit público se situará en el 4,9% del PIB durante 2016 si no se toman nuevas medidas. De ahí que España esté sin margen de error.

Nuestra estabilidad pasa por una victoria sólida del PP —ganadores de las dos últimas generales— y el apoyo de Ciudadanos. Únicos partidos aptos en estos momentos para acometer acciones de Gobierno tras el espectáculo del pasado sábado en Ferraz. Este binomio podría conseguir la mayoría absoluta el 18 de diciembre —fecha propuesta por los populares— y constituir así un Ejecutivo de garantías para ahondar en las medidas estructurales que propulsen nuestra excelente situación económica. Una senda que las instituciones financieras más prestigiosa, tanto públicas como privadas, extienden durante 2016 y siempre por encima del 3%. La tranquilidad institucional contribuiría de manera muy positiva en el control del déficit, el desarrollo de la reforma laboral y la consiguiente creación de empleo. Algo que, además, granjearía la confianza del sector financiero, imprescindible para lograr inversiones internas y también procedentes del extranjero. Si España no arranca de una vez con un proyecto estable de futuro, nuestra economía podría verse muy mermada en 2017. Especialmente, porque ahora contamos con ayudas coyunturales como el impulso de las materias primas.

Una legislatura tranquila también repercutiría positivamente en la imagen que proyectamos al mundo. Algo perentorio para nuestra credibilidad. Sobre todo después de un año donde hemos sobrepasado en varias ocasiones la barrera del esperpento. La seriedad y el rigor deberían ser dos objetivos imprescindibles para todas las fuerzas políticas. Un contexto así también contribuiría a la revitalización sosegada del Partido Socialista. Esta formación básica para la estabilidad política de España necesita un proyecto de futuro y una profunda reestructuración para volver a ser decisivos. Sobre todo después de la catarsis del Comité Federal y la dimisión de Pedro Sánchez. En definitiva, un Gobierno solvente no sólo acabaría con el bloqueo sino que también desarrollaría el bienestar de todos los españoles. Precisamente eso, el bienestar, sería la losa definitiva que sepultaría para siempre a uno de los mayores peligros que ha rondado últimamente nuestro país: Podemos y su populismo basado en la confrontación, la agitación y el revanchismo social.

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