¿Y tras las gallegas y vascas, qué?

¿Y tras las gallegas y vascas, qué?

Veremos si el próximo domingo se confirman los vaticinios que moverán las piezas de las formaciones políticas en la cita electoral autonómica en Galicia y Euskadi. Todo apunta a que el Partido Socialista quedará hundido, sufriendo la aguadilla del sorpasso de Podemos tan temido por unos y deseado por otros. Sin duda será un varapalo para Sánchez, pues las listas que los socialistas presentan son de los más afines al secretario general. Su derrota, más que previsible, supondrá una estocada para el jefe, como si le faltasen disgustos.

A pesar de los cambios en el tablero, las piezas principales seguirán en sus puestos, pues todo apunta a que Feijoo seguirá al frente del gobierno gallego —está por ver si obtiene mayoría absoluta o, si por el contrario, necesita del pacto con Ciudadanos para echar a caminar— y Urkullu dirigiendo el vasco. Y aquí todo apunta a que el pacto con los socialistas esta vez se complica, pues cualquier paso en este sentido comprometería las decisiones de cara a la investidura del presidente del Gobierno. Ciudadanos no está ni se le espera y Podemos puede quedar en segundo lugar, seguido por Bildu. Se define aquí la relación con los nacionalistas que el PSOE pueda trazar. Así está el panorama. Un andaluz o un valenciano podría pensar que lo que suceda este fin de semana no le afecta en nada. Sin embargo, los encajes que tengan que hacerse a partir del domingo para poder conformar gobiernos, tanto en Galicia como en Euskadi, determinarán sin duda las relaciones posteriores de las formaciones políticas.

Pueden hacerse ya lecturas del panorama que nos darán pistas para lo que suceda después: en territorio gallego el Partido Popular sigue estando fuerte, a pesar de los destrozos que ha ocasionado el gobierno de Feijoo. Concretamente la corrupción ha aumentado más de un 100% durante el último periodo 2014-2015; ha recortado un 60% en políticas de vivienda, un 50% en cultura, casi un 50% en políticas de promoción de empleo, lo mismo que en infraestructuras. Los logros del gobierno popular en Galicia han supuesto el aumento de la deuda —la ha triplicado—, el desempleo ha subido en cinco puntos y ha recortado en las necesidades básicas sin razón. En términos generales, puede compararse con el panorama nacional: a pesar de los destrozos objetivos que ha ocasionado el Gobierno de Rajoy, el PP sigue siendo la fuerza más votada. En Euskadi, aunque las cifras no son comparables a las de Galicia, el 1,67% de la población controla el 44,78% de la riqueza, mientras que el 8% sobrevive con ingresos inferiores a 500 euros al mes y el 36,33% se sitúa por debajo del umbral de la pobreza.

Las razones quizás estén en analizar lo que ocurre en los demás partidos: las guerras internas en el Partido Socialista son sin duda una de las razones por las que en Galicia no tendrán un papel relevante. Y de ello se aprovechará Podemos, aunque siguiendo los pasos de los de Sánchez, sus cuitas internas van a suponerles una presencia muy comprometida y una gran debilidad a la hora de negociar con ellos de cara a un posible gobierno nacional. Parece que el cambio tiene problemas en llegar y más bien se está convirtiendo en una pieza que, casi de manera testimonial, ocupa lugar en el tablero pero que poco va a determinar el futuro político, por mucho ruido que haga. Oportunidad perdida para terminar con los recortes, la corrupción y las injusticias sociales. Por el momento, la víctima inmediata serán IU y el PSOE… Quién sabe si ése era su verdadero objetivo y no otro.

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