Sean churras, sean merinas, la culpa siempre es del PP

Pedro Almodóvar
Pedro Almodóvar. (Foto: Getty)

Tiene toda la razón Miguel Ángel Rodríguez (MAR), al que he criticado duramente cuando se lo ha merecido, al poner en marcha una campaña para criticar implícitamente la doble vara de medir de este país todavía llamado España exigiendo explícitamente la retirada de la nominación de Pedro Almodóvar a los Oscar de Hollywood. No me gusta tanto el canal que ha elegido el ex portavoz del Gobierno del primer Aznar: change.org, un instrumento que se nos antojaba útil en sus inicios para ampliar el perímetro de nuestra democracia pero que ha devenido en un revival del Tribunal del Santo Oficio. Naturalmente, lo controla la izquierda. Cómo no. A mí me han montado todo tipo de campañas, a cual más tonta, bajo un común denominador: los insultos y las calumnias. Vale todo. Es, en definitiva, la Ley de Lynch en versión 3.0.

Pero vayamos al lío. Haciendo, de paso, varios matices. José Manuel Soria no dimitió por tener o haber tenido cuentas o empresas en paraísos fiscales porque el germen de todo era un negocio familiar en el que le metió su padre y que él posteriormente heredó. Hubo de hacer las maletas por mentir públicamente. Por asegurar pública y privadamente (en el Consejo de Ministros incluso) que rien de rien. Nunca comprendí ni comprenderé su sostenella y no enmendalla. Entre otras cosas, porque al por otra parte brillante político canario ni se le procesó ni se le imputó. Con David Cameron aconteció algo parecido. La diferencia fue la reacción. Figuraba en una compañía offshore de daddy en el paraíso fiscal de Bahamas y, conscientemente, parte de la herencia que le legaron provenía de lugares no precisamente ortodoxos desde el punto de vista fiscal. Lo admitió urbi et orbi  y la polvareda levantada desapareció cual luz de gas. Y aquí paz y después gloria. 

Soria tomó las de Villadiego marcando un hito en la joven y por eso a veces frágil democracia española: es el primer político que dimite por soltar públicamente un embuste. Si se aplicase la doctrina Soria al resto de la clase pública patria aquí no quedaba ni el tato. Habría que cambiar el Ejecutivo cada semana por completo y Sánchez estaría de sol a sol en la piscina de su casa. Y los podemitas, que no le dicen la verdad ni al médico, habrían tenido que chapar el partido por defunción política. Es más: si los votos se asignaran en función de las trolas, éstos se hubieran metido 350 diputados. No más porque en la Cámara Baja hay 350. Vamos, que más que mayoría absoluta disfrutarían de unanimidad absoluta. Esperemos que esta filosofía inequívocamente más anglosajona y escandinava que hispana sea moneda de uso corriente en el futuro. Seguro que será… pero con el PP. Ya se sabe que en este país hay doble vara de medir, doble rasero o triple, porque la opinión publicada no trata igual una fechoría pepera que un trinque de los cínicos podemitas o un desliz ciudadano que una golfería socialista. La opinión pública es otra cosa y así les va los de la corrección política y el pensamiento único. Que les sigue y les seguirá ganando Rajoy de calle. Juan Español no es tonto como algunos pretenden.

MAR exige con toda justicia que Pedro Almodóvar no nos represente en el Teatro Dolby en Hollywood Boulevard el 26 de febrero. Por muy buena que sea Julieta (a mí me parece mediocre, pero para gustos los colores), es impresentable que sea este defraudador quien nos represente en la gran gala del cine mundial en la que, por cierto, no hay proclamas ni soflamas políticas. Todo lo más, alguna broma de mejor o peor gusto. El manchego ha mantenido una sociedad en las Islas Vírgenes, territorio offshore donde los haya, durante años. El hombre que acusó miserablemente al PP de intentar dar un golpe de Estado en esa pesadilla que vivimos del 11 al 14 de marzo de 2004 urdió sus vomitivos tejemanejes fiscales a través de otro punto del planeta al que acuden los insolidarios por excelencia: Suiza.

No es de recibo que un sinvergüenza fiscal lleve la camiseta de España en Los Ángeles. Es menester recordar que en la época en que tejió su vestido offshore, el director ciudarealeño cobraba del maná público a tutiplén. Es decir, que por un lado el fisco le financiaba sus pelis y por otro él ponía este parné o los frutos de ese parné a buen recaudo del fisco español. ¿Se puede ser más inmoral? La respuesta es «no». El dinero que Almodóvar y su hermano Agustín sisaban al erario es dinero que sisaban para las escuelas públicas, para la sanidad de todos, para las infraestructuras, para dependencia y para subsidios de desempleo. ¿Puede un individuo con estos antecedentes ser nuestro hombre en Hollywood? Radicalmente, no. Y el que discuta esta obviedad es que es tan deleznable éticamente como nuestro protagonista. 

Lo más heavy de todo es que la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas está financiada por usted, querido lector, y por un servidor. Es decir, por todo bicho viviente que goza de la condición de contribuyente. Conclusión: con pasta pública se ha financiado al defraudador Almodóvar y con pasta pública se le envía ahora a que intente traerse de nuevo una estatuilla. Teniendo en cuenta que lo que nos hurtó fue pasta pública no resulta el más indicado, sino el menos, para hacer de embajador de nuestro cine. Y que conste que no discuto su indiscutible talento artístico porque, al contrario que ellos, yo no soy un desvergonzado. Es un genio. Pero si Soria no podía llevar la bandera de España en el Banco Mundial, por la misma regla de tres no lo puede hacer este otro jeta fiscal. La presidenta de la Academia del Cine, la brillante Yvonne Blake, debería habérselo pensado dos, tres, diez o cincuenta veces antes de promover esta candidatura. No vale eso de que está como el Gobierno: en funciones.

La moraleja de toda esta película es que el PP se lo tiene que hacer mirar. Y hace muy bien MAR en simbolizar esta tara popular en Almodóvar porque es un ejemplo de libro. A los de Génova 13 les sale un grano y toda la opinión publicada habla de tumor. A los podemitas y a los socialistas, pero muy especialmente, a los podemitas, les aparece un tumor y toda la retroprogresía coincide en que se trata de acné juvenil. Tan cierto es que la financiación del centroderecha es de juzgado de guardia (Gürtel, Valencia, Púnica, Nachete, sobresueldos, etcétera) como que se ha hablado setenta veces siete veces más de estos mangues que de los ERE y los cursos de formación cuando estos últimos superan de largo los 2.000 millonazos. O como que la basura de un Pablo Iglesias que va dando lecciones de moral cual Jesucristo redivivo es una auténtica salvajada que se toma a beneficio de inventario con buena parte de los periodistas (increíble pero cierto: ¡¡¡los periodistas!!!) haciendo de sicarios desmentidores. Lo cual tiene bemoles porque nadie en tan poco tiempo ha protagonizado tantos casos de mangancia como los jefecillos morados.

Estoy hasta los bemoles de que nos reescriban la historia y de que nos tomen por gilipollas. Los campeones de España y de Europa son los convergentes pujolianos, seguidos de los socialistas, con el PP en tercer lugar y Podemos en un digno cuarto puesto teniendo en cuenta que nacieron hace escasos dos años y medio. Claro que los de Rajoy tienen lo que se merecen por tratar acomplejadamente y a cuerpo de rey a los enemigos mediáticos y cual insectos insignificantes a los periodistas y medios que piensan como ellos. Aún recuerdo cómo recompensó el Grupo Prisa a Aznar del 11 al 14M tras haberles perdonado la vida repetidamente incumpliendo sentencias firmes. También hay que reconocer que los populares hacen méritos para el flagelo: después de prescindir de Soria, lo repescan en el momento más inoportuno para ¡¡¡el Banco Mundial!!! y no contentos con ello escogen de recambio de emergencia al amiguete Fernando Jiménez Latorre, que fue apoderado de una sociedad radicada en un paraíso fiscal y que favoreció por acción u omisión a su antiguo grupo con un contrato de 10 millones a dedo dos meses después de aterrizar en la Secretaría de Estado. 

El centroderecha liberal tiene que rearmarse moral y prácticamente para impedir que el pensamiento único y la corrección política sean las divisas de la vida pública en nuestro país. Para que la izquierda deje de tener el monopolio de la verdad cuando son tan mentirosos o más que ellos. Para que no se vayan de rositas siempre los mismos. Para que la cárcel sea el justo destino de los Correa y cía pero también de una familia Pujol que tiene bula papal o de unos podemitas que si se les rasca en las entrañas de su financiación duran en libertad dos telediarios. Para que vivamos la realidad y no una ficción. Para que haya justicia universal y no particular. En definitiva, para que España sea un país más justo y mejor. Que de eso es de lo que se trata. Basta ya de churras y merinas, basta ya de ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda.

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