Levitación pregubernamental

Levitación pregubernamental

Resulta obtuso despotricar contra los neoconservadores porque hayan sido calumniados por ese rencor que emana de las tinieblas comunistas de Podemos. El contraste entre un Partido Popular que crece orgánicamente tras el 26J y los que se hundieron por causa del liberalismo arbitrario de su oferta, lo expresó la urna. ¡Pero ojo! Porque los antisistema, por tener alguna, tienen la virtud de escarmentar en sus errores pasados, mientras los superadaptados defienden con mayor energía sus viejos errores. Reinhold Niebuhr quiso alertarnos de los cepos: “Vivimos en un paraíso de confort y prosperidad, más este paraíso está suspendido en un infierno de inseguridad total”. He aquí una parábola de la situación humana en su conjunto. Se sufre debido a la inseguridad final y a pesar de las seguridades inmediatas.

En el siglo XIX, John Adams y Jacobo Burckhardt, dos cerebros clarividentes, ya nos revelaron que el poder o las ansias de poder intoxicarían por igual a los déspotas del conservadurismo como a los gregarios del despotismo libertario, anunciándonos que en los siglos venideros el autoritarismo volvería a levantar cabeza y que su aspecto tendría muy poco de agradable. Y aunque la economía capitalista o socialista no se puede justificar, ni nunca maquillará su rostro de cera y desprecio, tampoco es el demonio de la fábula. Los diablos, las harpías y erinias griegas, los rakasas hindúes y los jinn árabes son otros, son aquellos de carácter ambiguo que no cesan en su empeño de sembrar contradicciones, pues persiguen como finalidad la regresión o el estancamiento en lo fragmentado y discontinuo para satisfacer su hambre de desorden y perversión. La enfermedad del activista inadaptado venera la muerte, por eso despliega sus alas moradas, aludiendo a los murciélagos.

La mayoría de militantes y votantes del PSOE es anticomunista. El recuerdo de la horrible dictadura soviética del terror, a la que los padres del socialismo se enfrentaron, vacunó para siempre a los socialistas actuales contra cualquier tipo de infamia totalitaria. Apenas un puñado de disidentes fuera de su acuerdo, nuevos ricos amantes del cambalache como el ensoberbecido Pedro Sánchez al frente de su banda de abanicadores, rechaza la vacuna y sueña, que los sueños, sueños son, con tal de salir elegido presidente, aliarse con la jauría podemita, libertarios sin ninguna raíz, ni ética que se les suponga. Quizá parezca lógico si atendemos a ese ídolo de Pablo Iglesias, el nihilista Friedrich Nietzsche, en el prólogo de Zarathustra: “El poder lo vuelve a uno estúpido”. Lo grave es que, ante la remota posibilidad de que cuaje el binomio expuesto, la estupidez resultaría, más que compartida, duplicada a ritmo de maracas en Fort Apache.

Así de chévere se presenta la versión loca para formar Gobierno. Yo creía que en los tiempos en que nos ha tocado vivir la gente votaba a sistemas económicos solventes que les resolvieran las penurias y no a partidos políticos levantados sobre el odio social por unos líderes que confunden el progreso con la diarrea mental que provoca su inexperiencia e incultura. La única cosa válida que hay, porque hablar de derechas e izquierdas en el XXI resulta un concepto caduco y casposo, lo único que le importa de verdad a cualquier ciudadana o ciudadano es que la economía funcione a tope para que todos logremos salir adelante. Sí, la economía y conservar incólume la continuidad geográfica e histórica de esa tradición tan extraordinaria y digna de una nación que llamamos España. Los barones del PSOE, Rivera y Rajoy tienen nuestro futuro en sus manos. Y va siendo hora de que nos den una alegría.

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