Los españoles estamos hartos de este desgobierno

Los españoles estamos hartos de este desgobierno

Rapidez, diligencia y eficacia. No es el eslogan de ninguna startup de moda —pequeña o mediana empresa— sino los valores que deberían seguir a rajatabla los líderes políticos que han de ponerse de acuerdo para que España alcance un Gobierno estable lo antes posible. El país lo necesita. Los españoles, entre el hastío y la desesperación, también lo necesitan. Cuanto más tiempo sigamos sumidos en este desgobierno que se extiende desde diciembre, mayor será la amenaza para el óptimo desarrollo de las inversiones, la mejora del empleo y ese crecimiento récord de nuestra economía que se sitúa al 3,4%. El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, es pesimista. Razones no le faltan. Los actores implicados —imprescindibles para la constitución de un Ejecutivo solvente— no están mostrando la mejor predisposición hasta el momento. Tanto el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, como el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, han puesto el ‘NO’ por delante de los argumentos antes incluso de iniciar las negociaciones.

Bien harían ambos en dejar el partidismo y optar por el estadismo y la responsabilidad para con sus conciudadanos. Los resultados de las últimas elecciones generales legitiman y destacan a Rajoy como el candidato que debería seguir con el timón del país entre las manos. El Partido Popular no sólo fue el más votado con el 33% de los sufragios y 7,9 millones de papeletas. Además, fue el único gran partido que amplió considerablemente la ventaja sobre todos sus rivales y que mejoró los resultados en relación a los anteriores comicios de diciembre. Es cierto que necesita y depende de los apoyos o abstenciones de PSOE y Ciudadanos para gobernar. No obstante, flaco favor harían Sánchez y Rivera a España si se instalaran en la imposibilidad absoluta. El pacto de las tres fuerzas constitucionalistas es la mejor y más coherente salida para que nuestra nación pueda romper este bloqueo y así afrontar con garantías un futuro inmediato lleno de retos y cuestiones esenciales como la reducción de la deuda pública y el déficit.

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