Cinco hombres y ¿un destino?

Cinco hombres y ¿un destino?

España cada vez está más polarizada. Los datos lo confirman y el ánimo de su pueblo lo evidencia: los hay muy contentos, los hay muy tristes, y sobre todo los hay desconcertados. El Partido Popular ha mejorado sus resultados respecto a las últimas elecciones. Escándalos de corrupción mediante, presuntas conspiraciones de miembros del Gobierno contra otras formaciones políticas, no han conseguido un rechazo social que situase a los populares lejos de las instituciones. Cabría plantearse que su aumento en votos y escaños se deba, no tanto a un respaldo de sus políticas, sino a un rechazo de todo lo demás.

El PSOE sigue en caída libre. Aunque menos aparatosa de lo esperado a nadie se le escapa que ha perdido cinco escaños y su principal rival ha ganado 13. Eso, en cualquier lugar donde no se quiera obviar la realidad, es una derrota. Se mire por donde se mire. Y decir que “no se está satisfecho” no es suficiente para analizar de manera honesta la hecatombe que está sufriendo el Partido Socialista. Claro está, el foco está puesto siempre donde interesa para escurrir el bulto, y prefieren celebrar que no ha habido sorpasso sino “sorfresa”. Así se contentan según parece. La Coalición IU-PODEMOS se ha caído de bruces contra el suelo. Quizás haya sido por aquello de correr mientras intentan atarse los cordones de los zapatos, quizás por vender la piel del oso antes de cazarlo, quizás porque la ignorancia sea muy atrevida, o porque alguno se haya creído el más listo del barrio. Izquierda Unida, por su parte, no ha venido a aportar gran cosa —salvo una interesante deuda— si se analizan los números. Sea como fuere, un millón de votos menos y dando gracias, pues han conseguido mantener los mismos resultados, dato bastante positivo teniendo en cuenta lo arriesgado de sus vítores en estos días previos y el globo que estaba hinchándoles el cuarto poder a bombo y platillo.

Ciudadanos brama y se lamenta por esa injusta ley electoral. No les falta razón porque es cierto. Pero en cualquier caso, su batacazo ha sido estrepitoso. No les ha sentado bien abrazarse a los socialistas en ese pacto extraño para pasar después a convertirse en algo parecido a la nueva Falange Española. Un bandazo tras otro que ha debido dejar a sus votantes un tanto descolocados. El perfil del votante naranja tiende a ser de derechas –o muy de derechas-, y ante la duda, han vuelto al nido del PP dejando a Rivera prácticamente desnudo, como empezó hace casi 10 años haciendo su primera campaña.

El problema de los progresistas es que no tenemos una alternativa contundente. Si seguimos apostando por lo mismo es muy probable que tengamos parecidos resultados. Va siendo hora de regenerar de una vez por todas y poner fin a esta política más show que comprometida. Ha llegado el momento de que Pedro, Pablo y Alberto —de Mariano y Albert que hablen sus votantes porque sinceramente, dudo que la democracia interna y los procesos limpios les importen algo— den un paso atrás y colaboren para construir un proyecto común que no esté oscurecido por sus omnipresentes sombras. A pesar de los distintos resultados que cada uno ha obtenido, desde mi punto de vista, todos deberían tener el mismo destino: la dimisión.

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