Esteladas: la falsa defensa de la libertad

Esteladas: la falsa defensa de la libertad

La final de la Copa del Rey ha sido, de nuevo este año, un acontecimiento extradeportivo en virtud de los pitos, abucheos y esteladas que ya se han convertido en habituales. La novedad ha consistido en la decisión de la delegada del Gobierno de Madrid, Concepción Dancausa, de prohibir el acceso al estadio Vicente Calderón con banderas esteladas. Prohibición que, finalmente, no ha tenido lugar al conceder un juez de Madrid la suspensión cautelar solicitada por una asociación de abogados catalanes. Personalmente he defendido el derecho a portar este símbolo político dentro del campo de fútbol, al entender que con él no se incita a la violencia de forma que justifique censurar el derecho fundamental a manifestar libremente una ideología, que no va acompañada de una conducta activa propia de un crimen de odio. Entiendo que la defensa de la libertad no debe limitarse al campo económico, sino que la libertad debe ser el centro de todo el ordenamiento jurídico, por lo que debe verse involucrada de igual manera en el ámbito de las libertades civiles. Pero, como dijo Karl Marx: “Nadie combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás.” Así que en mi defensa me he visto en el mismo bando que los falsos defensores de la libertad que sólo la defienden cuando les conviene a ellos.

Por un lado, y como no podía ser de otra manera, han defendido la libertad de portar esteladas los independentistas catalanes, por ejemplo Pilar Rahola, quien llega a pedirle al presidente del Fútbol Club Barcelona que no juegue la Copa del Rey:

Imagen 1

¿Pero es acaso Rahola un ejemplo de defensa a ultranza de las libertades? Todos sabemos que no, que la libertad para usar libremente el español en Cataluña, por ejemplo, no le preocupa en absoluto, pero fijaos aquí:

Imagen 2

Los de la foto son el golpista Lluís Companys y Vladimir Antonov-Ovseenko, el estalinista cónsul general de la URSS en Barcelona durante la Guerra Civil … tan defensores de las libertades civiles ambos como la propia Rahola.

Y a los independentistas se les ha unido, como ocurre con tanta frecuencia, la izquierda, con sus prejuicios guerracivilistas antiespañoles. Podríamos encontrar muchos ejemplos pero, como colaboradora de este medio, voy a destacar a una de las más populares, Beatriz Talegón:

Imagen 3

No es Beatriz una defensora radical de las libertades económicas. Ya sabemos que, como buena socialdemócrata, considera que la libertad económica y la propiedad privada se deben someter al dictamen de lo que los burócratas consideren en cada momento que es “el bien común”, esa entelequia que nunca se sabe bien qué es, aunque sí sabemos que no consiste en la suma de las libertades de los individuos. Pero tampoco todas las libertades civiles las defiende con el mismo vigor que el uso de las esteladas, mirad:

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Si la restricción a las libertades civiles se tuerce hacia la izquierda, Beatriz… sonríe con agrado.

La libertad es una, su defensa no se puede ver limitada al ámbito de los derechos civiles, ni sólo al de los derechos económicos. Respetar el derecho a expresar las opiniones que compartimos lo hacen hasta los más sectarios, lo complicado es respetar el derecho a expresar opiniones que nos repugnan. Ni siquiera las normas que uno decida libremente instaurar en el ámbito de su propiedad se pueden imponer por la fuerza a los demás, de forma que se limiten sus derechos fundamentales. No se trata de defender sólo nuestra libertad, debemos defender con la misma fuerza la de todos, incluidos quienes no respetan la nuestra. Y en todo esto jamás me encontraré con estos falsos defensores de la libertad.

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