No se engañen, el pacto está hecho… La vida es puro teatro

Pedro Sánchez-Podemos
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (Foto: Efe).

Un viernes normal… o eso creía yo cuando me desperté ayer por la mañana. Tenía muchísimas cosas que hacer a lo largo del día. Informativamente hablando, iba a ser un día con mucha actualidad, pero como lo más importante iba a ocurrir por la tarde cuando Rajoy y Sánchez visitaran al Rey Felipe VI, decidí acercarme a FITUR y charlar con algunos políticos con el deseo de que alguno me diera una gran exclusiva. Y allí, en IFEMA, rodeada de Comunidades Autónomas, de panfletos turísticos y sí, también de políticos, me sonó el móvil…una alerta… una última hora… y allí estaba el titular: «Pablo Iglesias propone al Rey un Gobierno con Pedro Sánchez al frente y él como vicepresidente».

¿Cómo es posible? ¡Esto no estaba en ninguna quiniela! Y de repente, me olvidé de FITUR, los stands y las Comunidades Autónomas… ¡A la redacción!

Veinte minutos más tarde encendí el ordenador y allí estaba… Pablo Iglesias en todo su apogeo o, como se dice ahora, «viniéndose arriba». Un político que aspira a ser vicepresidente del Gobierno en una rueda de prensa tras reunirse con el Rey de todos los españoles, despreciando y humillando a uno de los partidos con más historia de nuestro país y al que le debemos junto a otras formaciones nada menos que la democracia. Como dice mi madre: «A los mayores se les trata de usted».

Debo confesar que tras la sorpresa inicial llegó el asombro, podría decir incluso que casi casi se convirtió en un poco de envidia (no voy a decir de la buena porque ésa no existe), pero sí, envidia de cómo alguien puede dar mensajes tan tremendamente contradictorios, en algunos casos llegando a mentir y salir a hombros, entre aplausos, con las dos orejas y un rabo (no es que sea muy taurina, es sólo que yo sí soy tolerante). Y pienso: «¡Pero si cuando yo digo una medio verdad me pillan! ¡Pero enseguida!» Y concluyo: «Tenía que haber estudiado políticas, en la Complutense».

A continuación Pedro Sánchez. Una cierta compasión se apropió de mí. Todos los medios se habían encargado de informar de que el secretario general del PSOE había entrado a la audiencia con el Rey sin saber el baño y las propuestas que le había hecho el líder de Podemos. Y entonces habló. Mucho. Con seguridad. Tranquilo. Y se animó. Y se animó más. Y regañó a los periodistas. Y contestó sólo lo que él quería. Y volvió a sonreír. «¡Uff! ¡Qué alivio! ¡No ha sufrido nada!…» ¿Nada?

Y mil preguntas se me amontonan, una detrás de otra: «¿Es posible que después de la humillación a la que Pablo Iglesias sometió esta mañana a su partido, Sánchez no vaya a poner las cosas en su sitio? ¿Es posible que no haya ni un mensaje, si no es por él, por sus militantes? ¿Es posible que no diga en ningún momento: «Si el presidente soy yo, seré yo el que decida los miembros del Gobierno»? ¿Es posible que prometa una reforma de la Constitución para lo que SABE que necesita al PP con quién no ha querido sentarse a negociar en ningún momento?»

Y entonces obtuve la respuesta: «¡Es posible!» ¿Por qué? Porque ha sido todo un teatro. Porque este acuerdo está ya cerrado. Porque este entendimiento viene de lejos. Porque nos han engañado a todos. Porque los dos sabían lo que iba a pasar en ambas ruedas de prensa. Porque Pablo Iglesias, por primera vez, no puso entre sus condiciones el referéndum en Cataluña. Porque si analizamos lo que exige Iglesias y lo que propone Sánchez, casi caza a la perfección. Porque es imposible que después de una frase como la que ha pronunciado el líder de Podemos: «La posibilidad histórica de ser presidente de Pedro Sánchez es una sonrisa del destino que me tendrá que agradecer», alguien se quede callado. Porque, en definitiva, es mejor que sea un teatro a buscar otras respuestas a estas preguntas.

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