¿Por qué el pequeño Nicolás quiere ser senador?

Pequeño Nicolás
Imagen que el pequeño Francisco Nicolás empleó para su candidatura al Senado.

Llevaba tiempo escondido, agazapado, sin dar señales de vida tras su paseo mediático por las televisiones patrias. El que fuera dolor de cabeza de CNI, Zarzuela y Vicepresidencia del Gobierno ataca de nuevo: el ‘pequeño Nicolás’ anunció con menos bombo y platillo de lo que su ego desearía, su intención de presentarse como candidato independiente al Senado, con intención, dijo «de cerrarlo» y de trabajar por un país «lleno de empresarios libres que creen riqueza».  Muchos creyeron ver en él al outsider que representaría el voto de castigo, el azote de los corruptos que un día comían con él y al día siguiente temían sus declaraciones (porque de sus prometidas grabaciones nunca más se supo). Pero la realidad es otra bien distinta. Fuentes a las que ha tenido acceso este diario confirman que el ‘pequeño Nicolás’ se reunió durante los meses de verano con destacados consultores de comunicación política de nuestro país para trasladarle su idea de presentarse al Senado, con el propósito de que le hicieran una campaña de imagen y mensaje «acorde a un político de mi talla». Los efluvios de grandeza del joven imberbe chocaron con la negativa de estos profesionales a dedicarle su tiempo.

Uno de esos consultores accedió a hablar con Okdiario para corroborar este hecho: «Su intención era acabar con el PP y en concreto, con aquellos que, según él, le estaban haciendo la vida imposible. Sólo quería ser senador para lograr el aforamiento y que no pudiera acabar en la cárcel una vez sacara papeles. Quería entrar en la Cámara Alta para chantajear a los que en otro tiempo eran conocidos suyos. Allí creía que sería intocable». Y prosigue, «como nunca nos creímos en la firma este intento, a pesar de sus importantes contactos, le pusimos unas condiciones económicas para acceder a llevar su caso realmente inaceptables, a sabiendas de que nos iba a decir que no. Fue en ese tanteo cuando descubrimos a un chico con un problema importante: su personalidad megalomaníaca», nos resume este conocido consultor.

Ahora ya sabemos que entre las intenciones del pequeño Nicolás no estaban las de cambiar el país ni acabar con la casta, sino la de convertirse en uno más de aquella clase de políticos a los que siempre soñó parecerse. Quizá algún día lo consiga. Aunque alguno de sus admirados esté pagando ahora el precio en prisión de creer que se puede ser el rey del mambo sin pagar la consumición correspondiente.

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