Qué mal, Ciudadanos, qué mal…

Ver vídeo

Siempre pensé que Ángel Garrido era un político serio. Tomar las riendas de la Comunidad de Madrid tras la salida de Cristina Cifuentes no fue un trance fácil. Desde el gobierno de Madrid tenían que lograr que la gestión volviese a las primeras páginas de los periódicos en detrimento de los escándalos políticos. Y se consiguió, dio un balón de oxígeno a un partido popular en plena renovación. No era un político carismático, de raza, era un político de tropa, pero sí transmitía la imagen de un gestor serio y fiable. Y habló en pasado porque, tras su marcha a Ciudadanos, Ángel Garrido ha dinamitado su imagen.

Ayer, a cuatro días de las elecciones generales cruciales para nuestro país, el ex presidente de la Comunidad de Madrid por el Partido Popular, consumó su venganza y, probablemente, su suicidio político. En una rueda de prensa con Ignacio Aguado, el todavía número cuatro por las listas europeas del PP, anunciaba su aterrizaje en la formación naranja. Los de Génova se enteraron por Al Rojo Vivo de la Sexta de la noticia mientras celebraban el éxito de Casado en el debate electoral y, a mi juicio, hizo muy bien el presidente del Partido Popular en no bajar al barro, no merece la pena. Alguien que se marcha a un partido como Ciudadanos del que ha dicho de todo y por su orden -que es el tonto útil de la izquierda, un partido de cuñaos, un partido de demagogos, un Simca mil, populismo pop e, incluso, un partido que no sabe hacia dónde va- no necesita demasiada ayuda para quedar, a ojos de la opinión pública, como un guiñapo político. En El Alcalde de Zalamea, uno de nuestros referentes del teatro clásico (que es, además una reflexión sobre el honor), Calderón de la Barca dice “siempre el traidor es el vencido”.

Ahora bien, lo que sí merece un comentario es la estrategia de Ciudadanos. “Roma traditoribus non praemiat”, es decir, “Roma no paga a traidores”. Esta frase atribuida a Servilio Cepión frente a los asesinos de Viriato cuando se presentan ante él para reclamar la recompensa por su ejecución, cierta o no, fue divulgada por los cronistas de la época para transmitir la importancia que la moral tenía como fundamento del Imperio. Nadie está obligado a militar en un partido político toda su vida y más aún en un escenario como el actual, pero lo que ayer hizo Ciudadanos no fue agrandar o enriquecer su proyecto, fue elaborar una estrategia electoral a la desesperada valiéndose de una traición. Todo partido que blanquea la traición se equivoca. Además, tras el debate, los de Rivera le brindaron a Sánchez y a la izquierda en general su mejor regalo, desviando la atención con el lanzamiento de ese puñal.

Lo último en Actualidad

Últimas noticias