La exigencia de Sánchez a Guaidó de elecciones ya dificulta la expulsión de los 22.000 infiltrados cubanos

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La policía bolivariana dispara contra los manifestantes en San Cristóbal, estado de Táchira. (AFP)
Carlos Cuesta

El reconocimiento de Pedro Sánchez no ha supuesto un cheque en blanco para el presidente legítimo de Venezuela, Juan Guaidó. Más bien, todo lo contrario. El presidente español ha admitido la legitimidad de Guaidó condicionada a que convoque elecciones “en el menor plazo” posible. “Es el pueblo de Venezuela el que debe decidir en exclusiva su futuro y a la comunidad internacional nos corresponde respetar el resultado y verificar”, ha dicho Sánchez. Y todo ello, por supuesto, bajo la supervisión del grupo de contacto y diálogo que pretende liderar España y la UE y de una consigna de pleno rechazo a cualquier intervención armada.

“Reconozco como presidente encargado de Venezuela a Juan Guaidó, con un horizonte claro: la convocatoria de elecciones presidenciales libres, democráticas, con garantías y sin exclusiones. No daré ni un paso atrás. Por la libertad, la democracia y la concordia en Venezuela”, ha dicho Sánchez.

El mensaje limita de este modo la capacidad de acción y tiempo. Y lo hace de tal modo, que, en la práctica, le resultará difícil a Juan Guaidó librarse de la invasión que ya sufre Venezuela y que controla su Administración: la de Cuba.

Dicho de otra manera: el reconocimiento español y europeo y la falta de apoyo para llevar a cabo otras acciones que no sean estrictamente la convocatoria de elecciones “puede provocar que la celebración de esas elecciones se realice aún con el control cubano de partes importantes de la Administración venezolana”, señala una fuente de la disidencia venezolana a OKDIARIO.

Y es que el Ejército ha rendido hasta ahora pleitesía al dictador Maduro y, si no cede en esta actitud, Guaidó no contará con fuerzas de orden público que lo contrarresten.

Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), denunció hace dos meses la situación real que vive Venezuela: un país sometido a la infiltración de 22.000 funcionarios cubanos en el régimen venezolano.

«Se estima que por lo menos 22.000 cubanos se infiltraron en el régimen venezolano. Ocupan cargos importantes en varios organismos gubernamentales de Venezuela, y especialmente en los servicios de seguridad como el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN)”, denunció Almagro.

Los hay incrustados directamente como cargos públicos. Los hay también desplazados bajo supuestas dedicaciones de médicos, odontólogos, entrenadores, directivos, etc. Pero lo cierto es que fueron enviados por la dictadura cubana para garantizar el sometimiento del pueblo venezolano a los dictados de Cuba.

Infiltrados cubanos para sostener a Maduro

El secretario de la OEA indicó en aquel mismo momento que los enviados del régimen cubano están trabajando para mantener al dictador Nicolás Maduro al frente del régimen venezolano.

A juicio de Almagro, Caracas ha puesto en práctica «un patrón de abuso sistemático contra aquellos que se atreven a expresar una opinión contraria a la del Gobierno». Y buena parte de ese control ha sido directamente llevado a cabo por Cuba.

«Maduro continúa enviando millones de barriles de petróleo subsidiados a sus jefes políticos en Cuba, en lugar de utilizar esos recursos para alimentar a su población», explicó. Y es que la sumisión de Venezuela a Cuba le ha salido muy cara al pueblo venezolano. Y muy lucrativa a los amigos de Chávez y Maduro.

La dos grandes dudas en estos momentos son, en primer lugar, qué hará el Ejército venezolano cuando se planten en la frontera las tropas de Colombia y Brasil que acompañan el contingente humanitario; y en segundo lugar, qué hará el colectivo de infiltrados bajo órdenes de la dictadura cubana. Y es que Cuba necesita del petróleo venezolano.

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