Catalanes: os dan permiso para hablar castellano en casa, dad las gracias

Catalanes: os dan permiso para hablar castellano en casa, dad las gracias

Así se ha estrenado Ángeles Ponsa, la nueva consejera de Cultura de la Generalitat. Mujer de mente abierta, ha otorgado: «Que cada uno en su casa hable su lengua materna, faltaría más». Las formas son importantes, y quizá haya que actualizarlas para marcar alguna diferencia con su predecesora, Mariàngela Vilallonga (Sra. García si se es muy tradicional). Eso sí, circunscribiendo esta deplorable costumbre en la «intimidad de los hogares», pues el castellano se deja en la puerta porque el fondo del asunto va a continuar siendo el mismo: la lengua “normal” de Cataluña es el catalán y todo esto de la cultura catalana en castellano son collonades. Fueron libertinajes de los primeros años de la Transición. En el SXXI, la cultura en Cataluña será en catalán o no será.

Viven en su burbuja, alejados de la realidad. No contemplan la Cataluña bilingüe como más auténtica y rica, sino una en la que los charnegos les hablan de tú a tú. Y eso sí que no.  En una entrevista en Catalunya Radio, la nueva consejera propuso que el catalán fuera la «lengua común» y de «conexión» entre la ciudadanía de Cataluña. Esto quiere decir que todos los que han llegado de fuera con lenguas distintas utilicen el catalán por encima de la lengua de los 500 millones de hablantes. Muy práctico, algo que sin duda están todos deseando. Vinieron aquí para eso, para trabajar en ese “objetivo de país».

¿Por qué no vivir en la realidad y sacarle el mejor partido posible al español y al catalán? Una lengua minoritaria sólo se adopta por amor. La coacción es un camino equivocado. Pero ellos insisten e insisten. Por ejemplo, hace unos días, un noticiero de TV3 entrevistó a una camarera que hace once años que trabaja en el Parlament. El motivo eran los 40 años del restablecimiento de la cámara catalana. Pero, ay, la señora respondió en castellano y eso le valió un alud de improperios. Muchos independentistas se mostraron indignados y lo expresaron con un “no puede permitirse”. Vamos, que hay que impedirlo.

Sí, decirles a los medios a quién no entrevistar o contar como tertuliano es ya una inveterada costumbre a la que siguen aferrándose después del naufragio del procés.  Le ha tocado estos días a la periodista Anna Grau, también bestia parda de los talibanes por sus opiniones nada pro independencia y su acercamiento a entidades constitucionalistas. El ex diputado de ERC al Congreso (¿qué pinta un separatista como diputado de España?) y ahora director del digital larepubica.cat (sí, la república, esa que al parecer rige en sus mentes fabuladoras), Joan Puig, exigió que no invitaran más a Grau a Catalunya Ràdio. Razones: se empeña en comentar la realidad de forma en exceso realista. Al parecer es una mujer “marcada” por “el odio al país” (se entiende que al país imaginario de Puig). La respuesta de la periodista ha sido de lo más certera: “comentarios así aún hacen más cómico el intento de negar el problema de convivencia y de mala leche que algunos han creado en la sociedad catalana”.

Lo correcto, parece ser, es lo que ha hecho TV3 esta semana: una entrevista de ¡65 minutos! a Marta Rovira que publica, con Oriol Junqueras un libro titulado ‘Tornarem a vèncer’, ‘Volveremos a vencer’ (en su delirio creen que eso fue lo que sucedió) y al presidente del Parlament Roger Torrent. A ver qué constitucionalista disfruta de este tiempo y recibe un trato similar.

Todo esto en una semana cuyo inicio conmemora un terrorífico ataque a las relaciones entre ciudadanos.  Hace 3 años, sin ninguna consideración por nuestros derechos y libertades y mucho menos por nuestros sentimientos y temores, la mitad de Cataluña dio un golpe contra la otra mitad. Y Pedro gobierna con ellos.

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