La segunda edición de Paraíso encumbra al festival al nivel de referente electrónico de Madrid

Uno de los grandes reclamos de esta segunda edición del festival Paraíso fue la banda de pop sintético Chvrches y su cantante Lauren Mayberry. Los escoceses encabezaban el cartel del festival y su momento llegaba el viernes a mitad de la noche. Había 12.000 personas en plena ceremonia de hedonismo y postureo en el recinto que contó con cuatro escenarios, uno más que la edición anterior dedicado a la escena electrónica local.

Exceptuando momentos puntuales de agolpamiento en las barras, el festival gozó de un amplio espacio vital para que los asistentes se prodigaran en dos jornadas de puro disfrute en el Paraíso electrónico de Madrid. Decenas de camisas abiertas hasta el ombligo y centenares de calcetines largos se dieron cita desde la apertura de puertas en torno a las 18,30 horas del viernes para disfrutar de un mapamundi electrónico que arrancó bajo la tribalidad sofisticada de la ugandesa Kampire en una danza de caderazo, percusiones polirrítmicas y «tropical bass».

En medio de esa dosis de buen humor empezó el show con instrumentos en vivo de los británicos Maribou State en el escenario principal, un debut en Madrid que sonó a vuelo rasante sobre un soul empapado de migraciones por medio mundo y cálida voz femenina.

A las 21 horas, difícil elegir entre la arrolladora personalidad y el «urban jazz» de su compatriota Diana de Brito, rebautizada artísticamente como IAMDDB, y el dúo canadiense Bob Moses, ganadores de un Grammy por su tema ‘Tearing Me Up’, con su combinación de rock y electrónica a un ritmo vertiginoso.

No menos poder de convocatoria demostró la contagiosa propuesta del ecuatoriano Nicola Cruz, de raíz folclórica infectada de beats sintéticos y las no menos hipnóticas proyecciones de fondo del artista visual Fidel Eljuri.

Así llegó la salida a escena de los grandes cabezas de cartel de la jornada, los escoceses Chvrches, con la encantandora Lauren Mayberry al frente de la banda, envuelta en gasas y tul blanco, para girar por el escenario y ponerle voz a catárticas historias de amor y desamor que toman cuerpo en la pista de baile. En esta su primera visita en cinco años a la capital se agradeció especialmente su mirada retrospectiva a una discografía breve pero exitosa, con hits como ‘Recover’ o ‘Leave a trace’, más aún con ‘Clearest blue’, un cielo de puro azul que estalló hasta el remate con ‘The mother we share’ sus uo-o-o-ohs y la promesa de inmortalidad de ‘Never say die’.

El emblema disco Cerrone tomó el testigo y convirtió el escenario principal en un nebuloso reflejo de lo que una vez fue Studio 54, local donde este veterano Dj y productor francés desplegó su música en innumerables ocasiones. Los también franceses Polo & Pan recogieron el testigo de Cerrone en el escenario principal mientras, a pocos metros, el catalán John Talabot tenía una de esas conexiones con el público que le caracterizan en sus mejores sesiones. La jornada terminaba con un cierre épico de Solomun.

El ‘variadito’ de Pional ameniza el sábado

La segunda jornada de Paraíso arrancaba con un concierto de Superorganism. Como ellos mismos indicaron, apenas eran las 19:30 horas de la tarde pero había algo que hacer: celebrar una fiesta. Y lo consiguió. El grupo contagió a los asistentes más ‘madrugadores’ toda la energía que insuflan en sus canciones.

El grupo holandés Rhye, con una intachable calidad artística, ofrecieron un concierto con, quizás, menos beats de los que se esperan ya entrada la noche en un festival de música electrónica. Aun así, hizo las delicias de su implacable legión de fans. También actuó el sábado Charlotte Gainsbourg compartiendo cabecera de cartel con los holandeses. Si bien, en un primer pensamiento puede parecer que la joven DJ no tiene aun repertorio suficiente como para un concierto, lo cierto es que la puesta en escena cuidada y estilizada (a base de marcos luminosos de distintas formas y tamaños arropando al grupo) junto a un repertorio más que suficiente sorprendieron a más de uno.

Rosalía no estaba en el programa pero, aun así, estuvo presente en el festival madrileño gracias a la sesión del catalán Pional. Con continuos guiños a la cultura pop y latina, el catalán se distinguió del resto de actuaciones de esa jornada con un tracklist curioso, y atípico para un festival de música electrónica, que incluyó remixes de todo tipo y que se ganó totalmente a una audiencia que ansiaba bailar sin tener que pensar demasiado. Mount Kimbie tuvo que sortear los problemas del directo, que obligaron a la banda a abandonar el escenario para regresar más tarde y finalizar su actuación.

Finalmente, el maestro indiscutible Laurent Garnier cerró el festival como solo él sabe hacer: magistralmente. Una sesión sin grandes sorpresas pero efectiva al 100% para poner el broche final a una segunda jornada del festival Paraíso que augura muchos años de éxitos a este festival dirigido por José Morán