Prueba del BMW 420d Cabrio, elegancia a cielo abierto

Adquirir con coche de una marca ‘premium’ como BMW siempre aporta un toque de distinción. De hecho, la exclusividad es algo que se busca cuando apostamos por un vehículo así. Y esto es algo que un descapotable siempre potencia en todos los sentidos. Ésa es una de las grandes armas del BMW Serie 4 que hemos probado, el 420d Cabrio, que para rizar el rizo venía acompañado del siempre elegante paquete Luxury. No, no es barato, pero pocos coupés en el mercado ofrecen la clase que éste. Una auténtica joya para quienes quieran disfrutar de una conducción confortable. Vamos a verlo.

Una imagen distinguida y un interior de altura

El BMW Serie 4, sea en la variante que sea, es uno de los modelos de la marca alemana más atractivos de la actualidad. El equilibrio es su clave, con un toque de elegancia tan visible como sus detalles deportivos. Todo esto se eleva a la máxima expresión en el caso del Cabrio, especialmente si la carrocería luce el color Sunset Orange, novedad reciente de la gama.

Los rasgos del vehículo lucen especialmente cuando la capota está recogida -con ella puesta, tenemos que reconocer que su estampa no queda tan natural como el coupé-. Es ahí donde el Cabrio muestra toda su esencia, a la vez de atraer todas las miradas de con quienes se cruza. Los paragolpes rediseñados y las ópticas con tecnología Full LED casan a la perfección con los detalles del mencionado paquete Luxury, además de unas enormes llantas de 19 pulgadas multirradio de señorial diseño.

También merece mención el interior de este BMW 420d Cabrio, donde luce una impresionante tapicería de cuero de color marfil, que si bien no es la más práctica del mundo -mancharla no es nada complicado-, aporta un toque elegante muy a tener en cuenta. Además, el contraste que genera con el oscuro salpicadero -que a su vez luce molduras en aluminio- rompe la monotonía que sí vemos en otras versiones.

En lo que a la vida a bordo se refiere, no podemos hacer otra cosa que verter elogios, especialmente para quienes ocupen la parte delantera. Los asientos, con regulación eléctrica, ofrecen una ergonomía perfecta. Y todo ello sin dejar de comentar que incluso tenemos unas salidas de aire caliente a la altura de la nuca por si nos apetece circular descapotados cuando el frío ya ha hecho acto de presencia. Además, el conductor, en esta unidad, disfruta de un volante deportivo de tres radios cuyo tacto me ha parecido mucho más agradable y equilibrado que el de serie. Los dos asientos traseros también ofrecen un espacio suficiente como para que nadie se queje, pero es cierto que el acceso a ellos, especialmente si tenemos la capota cerrada, no es todo lo confortable que uno desearía. Pero ojo, que si nos compramos un descapotable, tenemos que saber que cosas como ésta son inevitables. Lo que sí se podría haber mejorado algo serían las turbulencias que se generan al circular con el cielo por techo. En la parte delantera son soportables, pero en la trasera, si superamos los 100 km/h, no tanto.

Otro de los puntos que preocupa bastante a los compradores de un cabrio es el maletero. En el caso del BMW 420d Cabrio presenta más sombras que luces. Es cierto que se anuncian unos interesantes 370 litros de capacidad -220 si plegamos la capota-, pero la presencia de los diferentes elementos necesarios para hacer funcionar correctamente el sistema de apertura y cierre del techo hacen de las formas del espacio de carga algo muy irregular. De hecho, la boca de acceso al mismo queda muy limitada, siendo complicado meter algo más que una maleta de mano.

Un motor pensado por y para el confort

El BMW 420d Cabrio incorpora bajo su capó un propulsor diese de cuatro cilindros y 2 litros que en esta ocasión se va hasta los 190 CV de potencia, siendo su par máximo de 400 Nm. Si hay algo por lo que destaca en todo momento es por su suavidad. En todo el rango de revoluciones estamos hablando de un propulsor muy lineal, que además ofrecerá diferentes rendimientos en función del modo de conducción elegido. Como en otros tantos modelos de la marca alemana, tendremos desde el Eco PRO, donde un indicador incluso nos proporciona información acerca de los kilómetros que estamos logrando alargar la autonomía -llega a convertirse en un divertido reto superarse en este aspecto- hasta el Sport -o Sport+-, con el que el cuadro de mandos se vuelve de color rojo anunciándonos sus intenciones. No obstante, que nadie espere un comportamiento similar al de los modelos más deportivos de la marca. Este motor está pensado para circular de una forma cómoda, lo que no impide que tenga cierto carácter si así lo demandamos.

Otro de los puntos clave del motor es su buena sonoridad. Más que nada porque apenas existe. Todos estaremos de acuerdo en que el sonido de un motor diesel no es especialmente agradable. Pues bien, es algo de lo que no tendremos que preocuparnos con este 420d Cabrio. Estamos ante un propulsor muy silencioso y ante un habitáculo muy bien trabajado en este sentido. Ni siquiera cuando rodemos descapotados se colará más allá de lo necesario.

Asociado al motor encontramos otro de los elementos que más elogios merece, el cambio automático Steptronic de 8 velocidades por convertirdor de par. Lo he manejado ya en muchas ocasiones, y aún así me sigue sorprendiendo su buen funcionamiento, eficaz y rápido donde los haya. Además, los diferentes modos de conducción antes nombrados también influyen sobre él, con una gestión electrónica brillante. Y todo ello sin olvidarnos de que podemos manejarlo de forma manual bien con las levas situadas tras el volante, o bien con la palanca, que de nuevo merece un aplauso por apostar por la distribución más lógica, es decir, aumentando marchas tirando hacia abajo de la misma y reduciendo al empujarla.

Además de por todo esto, el motor del BMW 420d Cabrio destaca por su escaso consumo. Para un coche que roza los 1.800 kilogramos de peso, hacer tan solo 6,3 l/100 km después de una semana conduciendo no especialmente de forma eficiente es una gran noticia. Es cierto que la cifra se queda algo lejos de los 4,4 l/100 km que se homologan, pero también que un servidor podría haber hecho más por rebajarla. A todo esto hay que sumar también que tenemos un depósito con 57 litros de capacidad, lo que eleva la autonomía casi hasta los 1.000 kilómetros.

Un comportamiento señorial

Las sensaciones al volante del BMW 420d Cabrio son las de un coche pensado para viajar. Completar kilómetros y kilómetros en este vehículo será una auténtica gozada, especialmente en los desplazamientos por autopistas y autovías. El trabajo del chasis y de las suspensiones es brillante en cualquiera de los modos de conducción, ofreciendo un nivel de confort como pocos recuerdo. Ni una sola de las irregularidades de la carretera te molestarán, lo que sumado a otros elementos hace que el cansancio como tal sea muy complicado que te invada.

La respuesta del coche en carreteras más viradas no es tan eficaz -si bien, un reparto de pesos de 50/50 hace que estemos ante uno de esos vehículos de comportamiento totalmente neutro-, pero sí más de lo que podríamos esperar en un principio. Además, tenemos que tener en cuenta que los diferentes modos de conducción antes nombrados influyen también sobre las suspensiones y la dirección -se vuelve más pesada y directa-, con lo que si seleccionamos el Sport, los apoyos del coche en los virajes más exigentes nos asegurarán una estabilidad muy a tener en cuenta. No es un deportivo, pero es que tampoco lo busca. Sin duda, un diez para BMW por el compromiso logrado en este sentido, y más si tenemos en cuenta el extra de peso que tenemos que soportar respecto a la versión coupé. La diferencia entre ésta y la variante descapotable no es especialmente notable.

A pesar del elevado peso del vehículo, vuelvo a destacar -soy muy de BMW en este aspecto- la dirección. Su configuración y la norma de la marca de construir coches con el eje delantero situado muy adelantado hacen que ésta sea muy precisa y, desde luego, más directa que la de la competencia. Es cierto que aquí entran en juego los gustos de cada uno, pero a mí esta filosofía me ha hecho siempre sentir muy cómodo al volante, ya sea en entornos urbanos, carreteras abiertas o a la hora de afrontar curvas -especialmente en este último caso-.

BMW 420d, un coche capricho que es mucho más que eso

Como podrías imaginarte desde el comienzo del artículo, tenemos que concluir que existen muchas berlinas más versátiles que este Serie 4 420d Cabrio, pero ninguna de ellas descapotable. Y es que un descapotable siempre tendrá un punto de ‘coche-capricho’ que nos hará tener que lidiar con ciertas limitaciones. Pero son limitaciones que todos tenemos que aceptar si lo que queremos es lucir palmito de la forma que solo un cabrio nos permite. Y ya que nos adentramos dentro de una marca ‘premium’, mejor hacerlo a lo grande.

Siempre he pensado que para apostar por un vehículo así no se puede ir a por una versión ‘pelada’, como se suele decir. Para eso, mejor ser cabeza de ratón que cola de león e invertir nuestros ahorros en un modelo generalista forrado hasta los topes de equipamiento. Si queremos un Serie 4 Cabrio, que sea como el que he tenido el gusto de probar. Sí, tiene un precio que ronda los 63.000 euros -la versión de acceso no llega a 50.000-, pero es que todo el equipamiento que incorpora hace que sea un coche realmente distinguido. Hablamos del Navegador Professional, el sistema de sonido Harman-Kardon -espectacular- o el distinguido paquete Luxury. Yo no tendría duda alguna. ¡Solo me falta el dinero en el banco!

Ficha técnica