

Madrid, destino rural
Cuando te pones a explorar espacios desconocidos, aunque sea dentro de tu propia región, lo más normal es que termines encontrando cosas inesperadas con las que disfrutar muchísimo. Por eso, os vamos a proponer que combinéis naturaleza de la Sierra Oeste de la Comunidad de Madrid con la historia, la cultura y un sinfín de curiosidades desconocidas.
Vamos a conocer cómo desde Madrid se contribuyó a que el primer hombre pisara la luna –de verdad, así es– con el viaje del Apolo 11 en Fresnedillas de la Oliva o quién fue el español que diseñó el primer traje de astronauta, tal como lo conocemos hoy; también entramos en un singular búnker de la época de la Guerra Civil en Colmenar del Arroyo y conoceremos más a fondo qué papel jugó la mujer durante la contienda de 1936 en Navalagamella.
Viajaremos en el tiempo gracias a estas tres localidades de Madrid que nos han fascinado, no sólo por lo que ofrecen, sino también por la amabilidad de su gente, la oferta cultural y gastronómica, y los grandes esfuerzos que hacen cada día para que los visitantes se sientan maravillados. ¿Preparados? Salimos de ruta.
Vas en coche desde Madrid capital y te vas adentrando en la sierra madrileña, todo se vuelve más verde y el viento que entra por la ventanilla del coche avisa de la presencia de una naturaleza que nos abraza. Tras apenas 40 minutos de viaje, llegamos hasta Fresnedillas de la Oliva y allí, bajando por la calle Real, divisamos a una corta distancia un cohete que indica la ubicación del Museo Lunar, inaugurado en 2010 para la conmemoración del 40 aniversario de la llegada a la luna del Apolo 11.
Elena Hernández, técnico de turismo y responsable del Museo Lunar, explica con orgullo los grandes esfuerzos que se han hecho para montar este espacio de divulgación científica y cultural que, desde luego, hará que los niños –los más numerosos visitantes– aprendan que en Madrid se han hecho cosas muy importantes. “El museo fue una de las tres estaciones de la Red MSFN, es decir, el sistema de comunicaciones diseñado para dar apoyo a las misiones espaciales entre 1967 y 1985 de la NASA”, relata.
“Además, la antena de Fresnedillas fue la primera que captó el momento histórico del alunizaje de Buzz Aldrin y Neil Armstong, siendo los primeros en escuchar aquel famoso mensaje que ha pasado a la historia de la humanidad y que decía: ‘Houston, aquí base de la Tranquilidad. El Águila ha alunizado’”, explica Hernández.”
El museo está montado con gran coherencia expositiva, para que las personas que vayan puedan aprender mientras pasan un rato agradable. Hernández comenta, como ya citábamos, que los colegios son los que más visitan el Museo Lunar y los niños son atendidos por un personaje muy especial: la Astronauta Lili. “Contamos con ella, les encanta a los niños, y se dedica a la divulgación de ciencias planetarias y la exploración espacial”, añade.
Como curiosidad, entre las imágenes del museo hay una fotografía de Emilio Herrera, el ingeniero español que diseñó el prototipo del traje espacial que más tarde utilizó la NASA. “Es muy desconocido en España, pero Herrera tuvo una gran importancia como ingeniero. Trabajó durante años en la Agencia Espacial Francesa y más tarde en Suiza. Y, por cierto, también era amigo del físico Albert Einstein”, apunta nuestra guía.
Saliendo del Museo Lunar, Hernández nos lleva hasta el centro de Fresnedillas de la Oliva donde explica a hacer un viaje al pasado con las llamadas Casas Vivas. “Son casas que están abandonadas y que han sido adornadas con pinturas hechas por la artista madrileña Elena Parlange que recrean los oficios y actividades que se llevaban a cabo en su interior. Mi favorita es la Casa de la Música”, explica Hernández.
Aunque caminando hay muchísimas más pinturas muy sorprendentes como El Pajar, donde se ven burros; La Barbería con un retrato del antiguo barbero; o La Bodega, con un perro que se asoma por una puerta de madera, de esas de antes que se abrían en dos partes.
Pero, sin duda, tal como nos relata Hernández, una de las pinturas murales más impresionantes es la de La Vaquilla. “Representa una de las fiestas más importantes para nosotros, por eso está aquí en la plaza de Fresnedillas de la Oliva. La celebramos el 20 de enero y es en honor a San Sebastián. Todos los hombres dan vueltas alrededor de la plaza delante de la vaquilla, que no es un animal, sino un mozo que lleva un armazón de madera con cuernos. Es muy divertida, así que los visitantes pueden venir y luego tomar una carne a la brasa, que está muy buena”, invita Hernández.
Nos vamos hasta Colmenar del Arroyo y allí, desde luego, nos sorprenden varias cosas. Una de ellas es la acción poética que tienen todas sus calles, en la principal, por ejemplo, podemos leer alguna parte de “Que te vaya bonito”, tantas veces cantada por Vicente Fernández o Chavela Vargas. “Es una propuesta cultural que hemos cogido de México, allí en las calles lo hacen, y aquí lo hemos tomado para dinamizar las fachadas del pueblo. Algunas de las frases cambian temporalmente y otras están fijas. Ha tenido mucho éxito y mucha gente está encantada de que en la fachada de su casa haya letras de canciones o versos de poemas”, explica Cristina Pedrero, técnico de Turismo del Ayuntamiento de Colmenar del Arroyo.
Prosigue explicando, a modo de presentación, que la localidad “en su momento era casi una especie de Venecia en pequeña, estaba atravesada por el arroyo; por tanto, había algunas zonas pantanosas que, en un principio, provocaban que la salubridad no fuera muy buena y que en momentos de enfermedades importantes la propagación fuera complicada de frenar”.
Este fue el caso de la peste. Llegó la enfermedad a Colmenar del Arroyo y dejó decenas de víctimas. Tanto fue así, cuenta Pedrero, que los vecinos “desesperados” llamaron a médicos y especialistas para que pudieran encontrar una solución. “Al final, lo que se decidió para frenar la peste fue quemar todo el pueblo, incluidos los enseres y bienes de todos, y trasladarse al otro lado del arroyo. De aquel momento tan significativo para nosotros, nació la fiesta de San Vicente. El 21 de enero por la noche todas las casas queman tomillo en sus puertas para ahuyentar lo malo y recordar lo que sucedió”, relata.
Otro de los atractivos del municipio, que además juega un papel importante al ser uno de los centros de sus celebraciones, es la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, declarada Bien de Interés Cultural (BIC). En la Iglesia destacan su artesonado, un retablo barroco, así como varias esculturas talladas en madera –se cree que del siglo XIII ó XIV-. “Es de una sola nave y, sobre todo, destaca su cubierta de artesonado apoyada en las ménsulas de una forma muy singular, detalla Pedrero. “De aquí, lo que más nos gusta a todos los colmenareños es la pila bautismal que es del S. XVII y también de nuestra Virgen, por supuesto. Del S. XII tenemos la ermita que está junto al cementerio, de la que sólo queda parte de la espadaña (campanario)”, concluye.
Puntos importantes también son el lavadero en la Calle del Ejército y varios de los puentes –el más conocido es el Puente de la Fragua, del s. XV– que permiten atravesar el arroyo que tiene presencia en el pueblo. Sobre ellos, Pedrero defiende “que estos puentes podrían ser románicos debido a la forma del empedrado y que eran, además, los puntos de entrada a Colmenar del Arroyo. Por ejemplo, el que está al lado del lavadero pensamos que era puente para carros porque tiene parte de la piedra desgastada, como si hubiera habido un enganche de cadena que se quitaba para permitir el paso”.
Si avanzamos hacia la historia del S. XX, descubrimos un espacio de arquitectura militar que está en estupendas condiciones de conservación que será la delicia de los aficionados a la historia bélica.
Desde el Blockhaus 13, ubicado en la carretera que va de Colmenar del Arroyo a Fresnedillas de la Oliva, sale una ruta a pie a lo largo de la cual se podrán ver búnkeres y fortines de la época de la Guerra Civil como este. Se trata de una imponente fortificación de hormigón armado de unos 160 m2 de planta y que, además, consta de un cuerpo principal de 10 metros de diámetro desde el que se accede a otros cuatro nidos de menor tamaño.
Todos ellos con troneras que le permiten controlar la totalidad del terreno circundante, algo que en ese momento tenía alta importancia en la estrategia militar y de milicias, y que hoy está intacto y listo para que, incluso, los visitantes puedan entrar en su interior.
Pero avancemos, y hagamos la última parada para hablar de Historia, ahora nos vamos hasta Navalagamella. Un pueblo de 2700 habitantes donde descubrimos varios proyectos históricos y culturales protagonizados por la Guerra Civil Española.
Cada año el pueblo lleva a cabo diversas actividades que conmemoran la batalla de Brunete, una de las más conocidas e importante que sucedieron durante el conflicto en julio de 1937. Pero, además, pone el foco Navalagamella sobre el papel de la mujer, tanto desde el punto de vista social, como económico y cultural, a lo largo de los tres años que duró la guerra.
Navalagamella posee el Centro de Interpretación de la Mujer en la Guerra Civil. Un espacio expositivo instalado en las antiguas escuelas en el que se hace un recorrido por el papel de las mujeres en la contienda. Concretamente, el paseo visual e histórico comienza con la II República, hace un repaso por la existencia de algunas asociaciones, así como personalidades femeninas relevantes de principios del S. XX como Clara Campoamor, Pilar Primo de Rivera o Gerda Taro, la pareja del fotógrafo internacional Robert Capa, y termina con el final de la guerra.
Andrés Samperio, alcalde de Navalagamella, explica orgulloso que “la esencia” de este centro es que “la gente conozca el pueblo y pueda convertirse en un futuro en una referencia para el turismo cultural alrededor de los conflictos bélicos, ya que tenemos 200 búnkeres que se pueden visitar porque están muchos de ellos en suelo público. Queremos que vengan a disfrutar con nuestra ruta de los fortines y, por supuesto, con este centro que es el único de España dedicado al papel de la mujer en la Guerra Civil”.
Samperio, mientras recorre las salas llenas de color e historia, detalla que “la mujer sufrió muchísimo, no sólo por la penuria de no estar con sus maridos, sino también la de hacerse cargo de toda la familia, tanto hijos como padres, abuelos, etc. Y más con el hambre y escasez que había en ese momento”.
Defiende, además, que “en este centro hemos intentado también contar cosas curiosas como, por ejemplo, la presencia de las mujeres pilotos en la guerra. No combatieron, pero sí que se tiene documentado que estuvieron pilotando aviones, así como la presencia de enfermeras belgas que vinieron acompañando a sus parejas, a los brigadistas internacionales, y que se fueron con ellos de vuelta a Bélgica cuando acabó el conflicto”.
A este centro, debemos sumar los nuevos proyectos de Navalagamella en materia histórica, así como la viva recreación de la batalla de Brunete una vez al año donde en las calles del pueblo pueden verse puestos de mando donde ambos ejércitos, el nacional y republicano emulando el día a día de la retaguardia y las trincheras. “El siguiente museo es sobre la Guerra Civil, un nuevo proyecto en el que hablaremos nuevamente de una forma objetiva, sólo de los ejércitos y sus intervenciones, y recuperando todo el material posible del Instituto militar. Va a ser, seguro, un reclamo para Navalagamella y la Comunidad de Madrid que traerá visitantes de toda España y fuera de ella”, concluye Samperio.