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Es uno de los pueblos más bonitos de España y no es de extrañar. Chinchón, que está apenas a 45 minutos de Madrid, encierra historia, gastronomía, dulces hechos por las monjas del Convento de las Clarisas y paseos encantadores.

Es un municipio pequeño de la Comunidad de Madrid, de alrededor de 5000 habitantes, con un aspecto muy castellano y austero en su arquitectura –por el uso del ladrillo y las tejas, sobre todo–, una plaza mayor donde aún hoy se hacen festivales taurinos y calles empedradas llenas de restaurantes y tabernas donde tomar un vino de Madrid y un buen asado.

Pero, vamos por partes, os proponemos conocer algunos secretos de Chinchón para que podáis ir un fin de semana de visita y lo paséis de fábula. Os recomendamos que antes de ir, visitéis la Oficina de Turismo del Ayuntamiento y contratéis una ruta con los guías que tienen para que os cuenten todo con detalle.

Chinchón tiene la categoría de “Villa”, un título que recibió bajo el reinado de Enrique IV, mientras que a mediados el S. XVIII se le brindó el título de “Noble y Leal”, por la fidelidad en la Guerra de Sucesión tras la muerte sin descendencia del rey Carlos II. Un conflicto bélico internacional que se selló con el Tratado de Utrech, poniendo fin a la pugna dinástica entre los Borbón y la Casa de Austria al ser declarado rey Felipe V, duque de Anjou, primer rey de la dinastía de los Borbón.

La Plaza Mayor más bella y especial del mundo

Debemos comenzar por la Plaza Mayor, que es lo más emblemático de todo el pueblo. Aunque antaño servían para vigilar al ganado desde las casas, hoy está llena de soportales y balcones desde los que disfrutar de todos los festejos, con las decenas de pequeños restaurantes en los que deleitarse con un buen asado, unas sopas de ajo, un rico postre –como tetas de novicia– y buen chinchón dulce. En un café, o para cocinar unas buenas rosquillas, este licor tan característico del municipio es una gozada.

Y es que esta plaza es una de las más bellas del mundo, un espacio de encuentro donde se hacían grandes ferias de ganado y celebraciones varias, sobre todo festejos taurinos donde han toreado nombres como Luis Miguel Dominguín. “Éste, incluso, hizo de doble toreando de Mario Moreno Cantinflas en la cinta La Vuelta al mundo en 80 días que se rodó en Chinchón”, explica Julio González

Esta iglesia esconde una obra de Goya

Desde la Plaza Mayor podemos observar una panorámica interesante de Chinchón: la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, así como la Torre del Reloj y el fascinante Teatro Lope de Vega. Saliendo de la plaza por una de sus esquinas, subimos a la iglesia, una edificación que tardó un siglo en terminarse, es por ello que tiene varios estilos arquitectónicos.

Pero, sin duda, lo más característico de este templo es el lienzo de la Ascensión de la Virgen de Francisco de Goya. Para retratar a la Virgen, el artista utilizó como modelo a una chica de Chinchón a llamaban La Graja, ya que siempre iba de negro. La obra jamás ha salido de esta iglesia de Chinchón, aunque con algunas excepciones como la Guerra Civil y la rehabilitación integral del templo, cuando la obra fue al Museo del Prado.

La obra la hizo Goya porque pasaba muchas temporadas en Chinchón cuando dejaba la ciudad de Madrid, descansando de los mandatos de su papel como pintor de cámara de la Familia Real, ya que su hermano Camilo era capellán de este templo.

Otra de las peculiaridades de esta iglesia es que parte de la obra se hizo con las donaciones de los condes de Chinchón. Por su colaboración, estos nobles pidieron estar en lugar privilegiado escuchando misa, por eso hay un balcón en uno de los laterales con el escudo del condado, y están enterrados bajo el altar mayor.

De la iglesia pasamos al Teatro Lope de Vega

Es una sorpresa muy grata entrar en el Teatro Lope de Vega porque, aunque en el exterior se aprecia una arquitectura sencilla, al acceder al interior del edificio se distingue un espacio teatral que nada tiene que envidiar a los grandes teatros de la capital. Se le brindó ese nombre porque el autor escribe y firma en Chinchón la comedia El Blasón de los Chaves de Villalba.

Está levantado sobre el solar del antiguo Palacio de los Condes de Chinchón y financiado por la Sociedad de Cosecheros en 1891. En el interior del teatro destaca un fantástico lienzo con vistas y alegorías de la ciudad, que hace las veces de telón y es obra de Luis Muriel.

El patio de butacas tiene una gran capacidad, los adinerados se sentaban en los balcones, mientras que las clases más humildes disfrutaban de las representaciones en el gallinero. Como curiosidad, además, comentar que las butacas en color verde manzana de terciopelo son las originales del S. XIX, y que es el teatro en el que José Sacristán –nacido en Chinchón– vio su primera película. “Es mi lugar en el mundo, no hay otro como este”, suele comentar el actor.

Para completar el tercer eje de la vista que se ve desde la Plaza Mayor, nos dirigimos hasta la Torre del Reloj, a apenas unos metros del teatro. En este espacio estaba la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia, la más antigua del pueblo, aunque en este momento sólo se conserva una de las torres, ya que todo cayó destruido en la Guerra de la Independencia. Por esto, además, se comenta que hay un dicho popular que dice: “Chinchón tiene una torre sin iglesia y una iglesia sin torre”.

¡No te vayas de Chinchón sin unos dulces de las Monjas Clarisas

Para cerrar la visita de este pueblo, por supuesto, no os podéis ir sin comprar unas rosquillas o unos hojaldres del Convento de las Monjas Clarisas. Está a la salida del municipio, al llegar al edificio –que data del S. XVI– encontraréis un gran portón de madera al que llamar, abren desde dentro y tras sumergiros en un patio lleno de plantas y algunas partes con huerto, accederéis a la tienda donde una de las monjas atiende a las visitas.

Allí podréis elegir la caja de dulces que más os guste, aunque no siempre tienen toda la lista porque, por ejemplo, cuando hace calor no suelen tener hojaldres. Las magdalenas son un escándalo de los buenas que están y las rosquillas son el dulce ideal para acompañar con un café a media tarde.