El íntimo de Pujol controló el concurso de las loterías y luego fue socio del adjudicatario

Carles Vilarrubí-Jordi Pujol Ferrusola
El empresario Carles Vilarrubí en una imagen de archivo (Foto: AFP)

Carles Vilarrubí es mucho más que el ex chófer de Jordi Pujol Soley que presuntamente ayudó, entre 1995 y 2000, a blanquear 400.000 euros de la fortuna familiar opaca del ex presidente de la Generalitat. También fue el cerebro de la creación y adjudicación de la lotería catalana a la empresa Luditec en 1987 por un periodo de 10 años, concesión renovada en 1997 que llegó hasta 2004. No sólo mantuvo contactos con los ganadores del concurso antes de la creación de la lotería, sino que acabó asociándose a uno de los adjudicatorios, Zourab Tchkotoua, al que Jordi Pujol Ferrusola envió 53.000 euros en 2000 a una cuenta suiza, operación desvelada por Okdiario.

Vilarrubí, gestor de la lotería, y Tchkotoua, socio de Luditec, se unieron sólo unos años después de la adjudicación del concurso. La empresa Trébol Internacional, del empresario georgiano, adquirió el 70% de la firma CVC Consultores, mientras que el otro 30% lo compró Falmig, una empresa de Carles Vilarrubí.

La investigación revela múltiples vínculos entre el escándalo de la lotería catalana y Vilarrubí. Fue su impulsor, elaborando el proyecto en los primeros meses de 1986, un año antes de adjudicarse el contrato. Nunca se supo exactamente dónde viajó ni con quién habló. Nunca entregó su informe cuando lo exigió la oposición. Sólo se supo que le había contratado el secretario general de Presidencia de Pujol, Lluís Prenafeta, que le pagó la jugosa cifra para la época de 15.000 euros por seis meses de trabajo.

La concesión de la lotería autonómica a Luditec se produjo el 15 de enero de 1987, fecha en la que se firmó el contrato entre la empresa ganadora del concurso y EAJA (Entidad Autónoma de Juegos y Apuestas de la Generalitat), organismo público del que Vilarrubí era consejero delegado.

Luditec ganó el contrato frente a varias empresas que también se presentaron al concurso. Pero la adjudicación dejó sospechas de todo tipo: amaño, corrupción, información privilegiada… La sociedad ganadora estaba presidida por Artur Suqué como socio mayoritario desde Inverama, la empresa que le permitía controlar en régimen de monopolio los casinos de Cataluña. Un monopolio agradecido: Suqué inyectó ilegalmente desde su emporio 3,5 millones de euros entre 1986 y 1987 en las arcas de CDC y otro tanto en la prensa afín a Pujol para garantizar su fidelidad.

Pero el aterrizaje de Suqué dio más motivos para la sospecha: confesó al Parlament catalán que sabía desde 1985, dos años antes de anunciarse el concurso, que se iba a poner en marcha la lotería catalana y por ello se puso en contacto con empresarios de EEUU. Sin embargo, creó Luditec el 27 de octubre de 1987, sólo tres días antes de que se cerrara el plazo de ofertas. Lo hizo mediante una sociedad durmiente opaca, Imperial Trading.

Este dato le da más relevancia al trabajo previo de Vilarrubí, que precisamente viajó a Estados Unidos y a Canadá para elaborar su proyecto. La investigación parlamentaria puso en duda que Vilarrubí tuviese los conocimientos adecuados para entender de loterías. “Por tanto, es evidente que ha habido expertos, previsiblemente estadounidenses o canadienses, que han asesorado de manera decisiva a EAJA en el proceso previo a la selección de la empresa ganadora”, concluía la investigación del Parlament catalán.

Zourab Tchkotoua en una imagen de 2000 (Foto: Efe)
Zourab Tchkotoua en una imagen de 2000 (Foto: Efe)

 

Ni Vilarrubí entregó su informe, ni reveló quienes fueron sus asesores al otro lado del Atlántico. Sin embargo, dejó rastros inequívocos de que filtró información: “Hay indicios suficientes de que se produjeron contactos entre él y la empresa GTECH en el primer semestre de 1986”, señalaban las conclusiones parlamentarias sobre el escándalo.

Esta sociedad norteamericana, casualmente, formaba parte de la oferta ganadora de Luditec. La acusación de filtrar información privilegiada quedó plasmada: “Resulta sorprendente que una empresa aún no constituida como Luditec sea capaz de presentar una oferta con un nivel de detalle y precisión encomiable. Es evidente que la oferta no la preparó Luditec, sino GTECH, y que el grueso de la preparación se hizo antes de la convocatoria del concurso. Frases que figuran en su oferta confirman esta suposición“, afirmaba el informe parlamentario.

Nunca se pudo probar si tan “brillante capacidad previsora” de Luditec se debía a los contactos y visitas de Vilarrubí. GTECH no lo aclaró y el impulsor de la lotería tampoco. Ni se pudo esclarecer cómo Suqué se puso ya en contacto con su principal socio en Luditec, Imperial Trading, un año antes de licitarse el servicio de loterías precisamente para hablar de crear una empresa con el objetivo de optar al concurso.

La realidad es que Vilarrubí viajó a Estados Unidos y que la empresa norteamericana GTECH formaba parte del consorcio ganador. También fue a Canadá, y una empresa canadiense, Pollard, se encargó de elaborar los billetes de la lotería catalana. No sólo se apreciaron sobreprecios en esos costes (seis pesetas por billete, el doble que en el mercado), sino que utilizaba como intermediaria una empresa situada en un paraíso fiscal, en las islas del Canal, y que tenía por nombre Dentech.

 

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