Rusia busca recuperar influencia en el norte de África con el apoyo al mariscal Haftar en Libia

1 de octubre
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Rusia busca recuperar la influencia perdida en 2011 en el norte de África. Fuentes independientes y Estados Unidos han indicado que el país presidido por Vladimir Putin ha enviado aviones y personal para apoyar la ‘hombre fuerte’ de Libia, el mariscal Jalifa Haftar. Rusia se opuso a la intervención europea en Libia y con la caída de Gadafi perdió a su principal aliado en el Magreb desde los tiempos de la Guerra Fría. También se esfumaron 4.000 millones de dólares en inversiones y contratos petrolíferos.

Putin trata de recuperar los lazos históricos, políticos y militares con los países de la zona, como contrapeso a la influencia de los países de occidente y el nuevo líder regional, Turquía. El comandante del Ejército de Estados Unidos en África ha denunciado esta semana el despliegue de aviones rusos en territorio libio, algo que ha sido negado por diputados y senadores rusos, pero no por el Kremlin ni el Ministerio de Exteriores.

“Hemos seguido el recorrido de los aviones rusos. Desde la base de la Fuerza Aérea de Lípetsk, la escala en Irán, donde repostaron combustible, hasta la base rusa de Siria (Jmeimin) y después su llegada a Libia”, ha indicado en declaraciones a la agencia Efe Ruslán Levíev, director del equipo de Conflict Intelligence Team, que investiga la presencia de militares rusos en el extranjero. Este analista asegura que se han localizado imágenes por satélite de los aparatos Mig-29 o los Su-24, a los que hay que sumar fotos de esos cazas rusos en tierra en aeródromos para control del mariscal Haftar.

Estados Unidos ha asegurado que estos aviones tienen como misión cubrir desde el aire el avance de los mercenarios rusos sobre el terreno, Levíev piensa que Moscú apoya a las fuerzas de Haftar y sus planes de tomar Trípoli, aún bajo el control del Gobierno de Fayez Al Serraj. “Putin piensa que sigue viviendo en un mundo bipolar y su aspiración es ser un contrapeso de occidente y en algunas regiones incluso superarle”, ha indicado Levíev.

Con todo, por el momento, la única presencia rusa, aunque no oficial, en el país norteafricano corresponde a los mercenarios del ya célebre grupo Wagner, que expertos rusos consideran más «un ejército privado», que una compañía militar.

Que los Wagner -grupo fundado por Yevgueni Prigozhin, conocido en occidente como el «chef» del Kremlin- tenían tanques y artillería pesada, era algo conocido, pero la actual presencia de baterías antiaéreas Pantsir, una de los cuales fue capturada por las fuerzas leales a Trípoli, demostró el auténtico nivel del equipamiento de los mercenarios rusos en África.

Además, en los últimos meses han multiplicado su número. Frente al supuesto medio millar de finales del pasado año, ahora se habla de unos 2.500 rusos al servicio de Hafter. Rusia ha hecho todo lo posible en los últimos meses por desligarse de los mercenarios rusos y el propio Levíev recuerda que, según Turquía, ahora no es Moscú, sino los Emiratos Árabes Unidos quien contrató a los Wagner para combatir en Libia. “Es la primera vez que Rusia no combate con el dinero de los pensionistas rusos”, añade Latínina.

Al contrario que en Siria, en el conflicto libio Rusia se ha encontrado en el mismo bando que Arabia Saudí, enemigo acérrimo de Damasco, y otras potencias regionales como Egipto. “Oficialmente, Rusia defiende un compromiso entre ambos centros de poder, Trípoli y Tobruk, el cese de las hostilidades y la creación de un gobierno de unidad nacional”, explica Boris Dolgov, conocido arabista ruso, en declaraciones a la agencia Efe.

En cambio, añade, en la realidad Haftar ha viajado a Rusia en varias ocasiones en los últimos meses y se ha reunido con el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú. En las últimas semanas el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, ha intentado hacer malabarismos diplomáticos, más aún después de que las fuerzas gubernamentales lograran importantes éxitos en el campo de batalla.

“Con la ayuda masiva turca de armamento, suministros y milicianos islamistas procedentes de Siria, el Gobierno ha logrado recuperar varios aeródromos y llegar a la costa tunecina, destacó Dolgov. En opinión de Latínina, “Putin ya perdió la guerra ante Erdogan, que sufre la misma paranoia imperial que Putin”.

Parece que las ambiciones del presidente turco en Libia van más allá y forman parte de una estrategia para extender su influencia en el África subsahariana a través de grupos islamistas, según afirma el escritor egipcio Mohamed Abul Fadhl en una columna en el diario ‘The Arab Weekly’.

Rusia tiene intereses económicos en Libia, una relación histórica con Trípoli y objetivo geopolíticos, pero Dolgov no cree que Rusia “pueda pelear en dos frentes”. “El mundo árabe está dividido. Turquía apoya al Gobierno de Tobruk y Rusia no permitirá que los islamistas lleguen al poder, sea en Damasco o en Trípoli. Pero difícilmente Moscú ayudará a su bando en Libia como hizo con Asad en Siria”, asegura.

Recuerda que el Gobierno libio es reconocido por la ONU, por lo que pronostica que Rusia no asumirá grandes riesgos ni apostará por un abierto antagonismo con Turquía. “Moscú intenta salvar la cara en la arena internacional. Que si no apoyamos a ningún bando, que si respaldamos un arreglo pacífico. Cuando sabemos que no es posible ganar con negociaciones de paz y soterradamente suministramos soldados y aviones a Tobruk, porque queremos que gane Haftar”, sentencia Levíev.

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