El PKK mata a cuatro policías y militares en dos atentados en Turquía

Turquía
Explosión en zonas controladas por el PKK. (Foto: Reuters)

Cuatro policías y militares han muerto en las últimas horas en el sureste de Turquía de mayoría kurda en acciones atribuidas a la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Dos policías murieron y otro más resultó herido de carácter crítico por disparos de miembros del PKK en la noche del domingo en un control policial en Tayfur Sökmen, en la provincia de Hatay, fronteriza con Siria, según han informado este lunes las autoridades.

El vehículo utilizado por los miembros del PKK para huir tras el tiroteo fue hallado abandonado en el distrito de Alahan.

Por otra parte, dos soldados turcos han muerto este domingo a causa de la explosión de una bomba en la provincia de Bitlis. La bomba ha estallado en la carretera que conecta Tatvan y Hizan y ha herido a un civil que se encontraba en el lugar.

El Ejército turco ha intensificado sus operaciones contra la guerrilla tanto en el país como en el norte de Irak desde que quedó roto el alto el fuego entre el Gobierno y el PKK en julio de 2015.

A partir de entonces se han reanudado los enfrentamientos, combates y ataques, en una región ya marcada por la violencia de la guerra de Siria y las acciones del grupo terrorista autodenominado Estado Islámico (ISIS) en este país y en Irak.

La ruptura del alto el fuego tuvo lugar poco después de que Gobierno y guerrilla firmaran los conocidos como acuerdos de Dohmalbace para avanzar en las conversaciones de paz y tras la histórica entrada en el Parlamento del prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP).

Una hostilidad beneficiosa para Erdogan

Pero sobre todo, las nuevas hostilidades vinieron después de que el Gobierno del partido Justicia y Desarrollo (AKP) del actual presidente Recep Tayyip Erdogan se diera un sonoro batacazo en las elecciones legislativas de junio de 2015, en las que perdió la mayoría absoluta y sus pretensiones de cambiar la Constitución del país para convertirlo en una República presidencialista.

Erdogan buscaba perpetuarse en el poder, y concentrarlo todo en sus manos, deshaciendo así la Constitución nacida de la revolución de Mustafá Kemal Atatürk, fundador y primer presidente del país en 1923 cuando convirtió los despojos del fin del Imperio Otomano en un país democrático homologable con los de Occidente, la primera democracia en un país de mayoría musulmana.

Finalmente, Erdogan logró su objetivo forzando una repetición electoral tras alentar las convulsiones, señalar a los partidos de izquierda secular —como el HDP— de ser prokurdos y proterroristas y reanudar la ‘guerra’ con le PKK. Al tiempo, el suelo turco se vio sacudido por una serie de atentados del ISIS que alimentaron la sensación de inestabilidad. En noviembre del mismo año, la nueva convocatoria electoral le permitió al AKP recuperar la mayoría absoluta.

Aun así, la situación no terminó de estabilizarse en el país, y en julio de 2016 un confuso golpe de Estado abortado por el Gobierno —aunque aún hay voces que acusan a Erdogan de haberlo urdido o alentado en su propio beneficio— fabricó las condiciones para que la reforma constitucional pudiera someterse a las urnas con garantías de victoria.

Finalmente, la nueva Constitución se sometió a referéndum en abril de este año. Erdogan logró su objetivo de, por fin, ejercer el poder sin tener que esconderse dentro de su megapalacio presidencial.

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