Buteflika, fuera de juego

Abdelaziz Buteflika
Abdelaziz Buteflika

El jefe del Estado Mayor del Ejército de Argelia, el general Ahmed Gaid Salah, ha dado el paso necesario para desalojar de la presidencia del país a Abdelaziz Buteflika y desbloquear la situación creada por el entorno presidencial que exigía la celebración de una Conferencia Nacional, un gobierno provisional y la celebración de nuevas elecciones, después de ser aplazadas las que estaban previstas para el 18 de abril.

En la sede de la cuarta región militar, en Uargla, el general Gaid Salah, durante una visita de inspección ha realizado una intervención pública ante oficiales y suboficiales del Ejército, en la que se ha pronunciado partidario de la aplicación del artículo 102 de la Constitución argelina que prevé el cese del presidente por incapacidad física para ejercer sus funciones. Todos los sectores de la sociedad argelina han interpretado como la sentencia definitiva para decretar el cese de la estancia de Abdelaziz Buteflika como presidente de la República, en el cargo desde 1.999.

Como escribió Pedro Canales en Atalayar, el 19 de marzo, el Ejército ha resuelto desalojar al presidente, respondiendo así al clamor de millones de ciudadanos argelinos que desde las últimas semanas se manifiestan en las calles y plazas de las principales ciudades pidiendo la dimisión de Buteflika, rechazando su candidatura por quinto mandato consecutivo y consiguiendo su renuncia y lo que se presenta más complicado el fin del régimen, el sistema de poder instaurado por Buteflika en los últimos doce años. En aplicación de la Carta Magna, el Consejo Constitucional se reunirá inmediatamente para declarar la incapacidad del presidente y abrir un periodo de transición de 90 días en los que el presidente interino deberá organizar unas nuevas elecciones.

No está claro que el presidente interino vaya a ser el presidente del Consejo de la Nación (Senado), Abdelkader Bensalah, segunda personalidad del Estado, porque se le considera parte del sistema que se pretende cambiar con la jubilación de Buteflika y cambios reales en el país que permitan “la superación de la crisis socioeconómica, el estancamiento cultural y la pobreza intelectual”, como escribía recientemente en un artículo publicado en The Arab Weekly, el escritor y poeta argelino, Azraj Omar.

Se fijaba el escritor principalmente en la profunda y compleja frustración de la juventud no solo por la clase dirigente del Frente de Liberación Nacional sino por la oposición y su fracaso por no saber ni poder impedir la cultura atrasada que ha prevalecido desde el final de la ocupación francesa, a partir de los años sesenta, con una estructura política anquilosada que ha sobrevivido gracias al triunfo en la guerra contra el terrorismo en los años noventa pero que no ha conseguido que la economía y el desarrollo social funcionen adecuadamente, teniendo en cuenta su riqueza en gas y petróleo.

La transición pacífica hacia una nueva Argelia producto del hartazgo social que goza del apoyo del Ejército tiene ciertas incógnitas todavía porque hay que tener en cuenta, que en ese núcleo de poder se encuentra la Guardia Presidencial, dirigida por el general Benail Benail, decidiese oponerse al retiro del presidente Buteflika y de su entorno. Recordar que, Abdelaziz Buteflika sufre graves problemas de salud desde 2013-14 por diversas afecciones provocadas por un ictus que ha mermado notablemente su capacidad física y sus movimientos. De ahí que el famoso entorno del presidente, liderado por su hermano Said, la persona que aparece siempre empujando la silla de ruedas que desplaza al mandatario, sea considerado como el verdadero eje de poder en Argelia con el control de los movimientos políticos, de las principales empresas, sobre todo de Sonatrach encargada de la gestión del gas y el petróleo, y, hasta ahora, de la cúpula militar que garantizaba el sometimiento general.

Son numerosas las denuncias de casos de corrupción que liga a los miembros de este entorno con miles de millones de dólares extraviados del negocio energético y con una ineficacia e incapacidad manifiestas para la gobernación del país. Diversos responsables argelinos han asegurado que la actual situación no pone en riesgo el flujo diario de gas que España importa desde Argelia, a través de dos gaseoductos, uno directo desde territorio argelino hasta Almería y otro que transcurre por territorio marroquí hasta suelo español. La frase utilizada por este alto cargo de Sonatrach es que si fueron capaces de mantener el suministro en los peores tiempos de la guerra contra los islamistas, ahora la situación es mucho más que tranquila para poder garantizarlo.

España importa de Argelia el 54% del gas que consume, lo que le coloca como uno de los principales interesados en que la transición política que se produzca en ese país mediterráneo sea lo más pacífica posible y que pueda colmar las aspiraciones de los ciudadanos argelinos. Otro de los riesgos que supondría que se registraran enfrentamientos violentos, e incluso, choques armados entre distintas facciones es una oleada de refugiados que huirían del país hacia el lugar más cercano cruzando el Mediterráneo que es España.

Además, si Argelia sufriera una seria desestabilización hay grupos terroristas ya preparados para aprovecharse de la situación como ocurrió en Siria.

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