El Gobierno Santos mendiga una nueva tregua a los terroristas del ELN en Colombia

Juan Manuel Santos
Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, durante una gala en Washington. (AFP)

La tregua bilateral terminó oficialmente el 9 de enero. Y no pasaron ni 12 horas hasta que los terroristas el autodenominado Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia hicieron que todo el país se diera por enterado. Atacaron un oleoducto causando un enorme vertido. Y, desde entonces, no han dejado de poner atentados —y tres policías muertos— sobre la mesa para doblegar la voluntad de Juan Manuel Santos, todavía presidente de Colombia, en los estertores de su mandato. Ahora, el gobernante ha hecho llegar a los líderes de la última gran guerrilla que queda activa oficialmente en el país que está dispuesto a negociar otra tregua.

El gobierno de Colombia ha ofrecido este lunes al ELN incluso reanudar los diálogos de paz y pactar una nueva tregua, en medio de la reactivación del enfrentamiento con esa guerrilla.

Pocas horas antes, había sido el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, el que había hecho un llamamiento a los terroristas para volver a sentarse a la mesa y pactar un nuevo cese del fuego. Y subiéndose a ese carro, el ministro de Defensa colombiano, Luis Carlos Villegas, ha declarado a la prensa que «el Gobierno nacional haría la propio».

En el marco de una visita al país que concluyó el domingo, Guterres exhortó al Gobierno y a los rebeldes a acordar un nuevo alto al fuego, tras la suspensión del reinicio de las conversaciones de paz en Quito por una ofensiva terrorista.

Desde el miércoles, día en que terminó el primer cese al fuego bilateral con el grupo violento radical de izquierdas —que dice inspirarse en las revoluciones del Ché Guevara—, el ELN inició una ofensiva de atentados principalmente contra la infraestructura petrolera y la fuerza pública, que ha dejado tres uniformados muertos.

De su lado, el ministro Villegas anunció la captura de 22 presuntos guerrilleros, incluido José Gregorio Torres, jefe del frente de Guerra Central, conocido como Walter.

A raíz de la arremetida insurgente, el presidente Santos dejó en suspenso los diálogos para acabar con el ELN, grupo que quiere aprovechar los muy ventajosos acuerdos firmados por las autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y sacar al menos la misma tajada. Esto es: dinero, impunidad, representación política asegurada, facilidades sociales…

Y todo antes de que expire el mandato de Santos, pues todas las encuestas dan como victorioso al polo formado por la Coalición Despierta, liderada por los ex presidentes Álvaro Uribe (Centro Democrático) y Andrés Pastrana (Partido Conservador), que defendieron el NO en el plebiscito del 2 de octubre de 2016. Sea quien sea el candidato —Iván Duque (CD), Alejandro Ordóñez o Marta Lucía Ramírez (PCC)—, el pacto se revisará en mayor o menor medida. Y el ELN perderá su ventaja negociadora.

La obsesión de Santos, que fue reconocido con el Premio Nobel de la Paz en 2016 tras su acuerdo con las FARC —a pesar del rechazo mayoritario de la propia sociedad colombiana— es pasar a la historia como el presidente que logró acabar con un conflicto que, en más de medio siglo, ha dejado unos ocho millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados.

El mandatario llamó a consultas a su jefe negociador, Gustavo Bell, quien el jueves aseguró que el futuro de las negociaciones se definiría tras la reunión que sostuvieron Santos y Guterres el sábado en la sede presidencial.

Las partes, que dialogan en Quito desde febrero de 2016, han expresado por separado su voluntad de pactar un nuevo cese al fuego, con supervisión de la ONU y de la Iglesia católica.

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