Temer envía tropas a Brasilia contra las decenas de miles que exigen su dimisión a pedradas y fuego

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Disturbios en las inmediaciones del palacio presidencial de Brasilia en las marchas contra Temer. (AFP)

Decenas de miles de personas se han sumado este miércoles a una manifestación en las calles de Brasilia para exigir la celebración de elecciones anticipadas y la dimisión del actual presidente, Michel Temer, investigado por el Tribunal Supremo después de que saliese a la luz una grabación en la que supuestamente pacta un soborno. El presidente ha dado la orden de movilizar al ejército para contener a las masas.

Unas 35.000 personas, según las autoridades, han participado en estas protestas, que han tenido como epicentro una marcha hacia el Congreso. Sindicatos y movimientos sociales habían llamado a la ciudadanía a salir a la calle para quejarse de las reformas que quiere impulsar el Gobierno y reclamar «elecciones generales ya», como rezaba una de la pancartas.

La marcha ciudadana ha sido interceptada por la Policía Federal cerca del perímetro que se había erigido para proteger tanto la sede parlamentaria como el Palacio Presidencial y el Tribunal Supremo. Los agentes han lanzado gases lacrimógenos para responder a actos de vandalismo.

Se han producido violentos enfrentamientos en la capital cuando grupos de manifestantes atacaron a pedradas varios Ministerios a lo largo de la Explanada que conduce al Congreso y consiguieron invadir una sala del Ministerio de Agricultura, donde prendieron fuego.

«El edificio fue evacuado. Hubo una invasión en la entrada privada del ministro. Prendieron fuego en una sala, rompieron las fotos de las galerías de ex ministros y se enfrentaron con la policía», dijo a la AFP la asesoría de prensa de esa dependencia.

«Me estoy yendo porque eso ya era una escena de guerra», dijo a la AFP Fabio Ferreira, un funcionario del Ministerio de Planificación, reportando desmanes en el edificio donde trabaja.

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Manifestantes contra el presidente Temer chocan contra la policía en Brasilia. (AFP)

Ríos humanos confluyeron hacia el Congreso, rodeado de vallas de seguridad, al grito unánime de «¡Fora Temer!». Los participantes pedían asimismo «elecciones directas ya» y el retiro de los proyectos de reforma de las jubilaciones y de flexibilización de la legislación laboral.

«La reforma del régimen laboral […] hunde al movimiento sindical. La reforma de las jubilaciones hace prácticamente imposible que alguien se jubile en Brasil» con derechos completos, afirmó el diputado Paulo Pereira da Silva, más conocido como Paulinho da Força, líder de la central Força Sindical (FS), que fue aliado de Temer en los primeros meses de su gobierno.

Esta nueva crisis se produce apenas un año después de la destitución por el Congreso, acusada de corrupción y financiación ilegal de su campaña, de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff. Temer, su vicepresidente, la reemplazó, con la expectativa de completar el mandato hasta finales de 2018 y aplicar un programa de severos ajustes para sacar al país de la peor recesión de su historia.

Pero la economía tarda en despegar, el desempleo alcanza niveles récord y los escándalos de corrupción implican a sus principales ministros y gran parte de los aliados del impopular mandatario.

La gota que desbordó el vaso cayó la semana pasada, con la divulgación de una grabación en la que se oía a uno de los dueños del gigante de la alimentación JBS, Joesley Batista, contarle algunas de sus granujadas para alejar de sí las investigaciones de la Operación Lava Jato sobre los sobornos en Petrobras.

La Fiscalía General pidió de inmediato a la corte suprema acusar a Temer de obstrucción a la justicia, en una trama donde ve corrupción y organización criminal.

La izquierda, que denuncia  un «golpe institucional», ve en la súbita aceleración de la crisis una inmejorable oportunidad para cobrarse su revancha.

«Éste es el fin de gobierno golpista. El pueblo está en la calle para eso. No precisaban robar a Brasil», dijo a la AFP Francisca Gomes, una portera de 59 años de Sao Paulo, sosteniendo con tres compañeras un ataúd de cartón negro con imágenes del presidente y cruces blancas con la inscripción «RIP Temer».

 

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El presidente brasileño Michel Temer. (Foto: AFP)

Las manifestaciones contra Temer habían sido hasta ahora poco concurridas, pero todo indica que ahora se abrió un nuevo frente, el de la calle, junto al judicial y al político, en torno al jefe de Estado.

 

«El gas duele, pero duele mucho más perder derechos», ha lamentado un manifestante citado por el periódico ‘O Globo’. Los medios locales también han informado de varios detenidos en el marco de estos enfrentamientos.

En el interior del Parlamento, los legisladores se han reunido para hablar de una eventual transición si Temer renuncia o es destituido por los escándalos. Si eso ocurre —el presidente ha dicho que no dimitirá—, el Congreso tendría 30 días para elegir a un sucesor que lidere al país hasta las elecciones de 2018.

El mandatario se encuentra en el punto de mira del Tribunal Supremo después de que la semana pasada saliese a la luz una grabación en la que presuntamente compraba el silencio del expresidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha tras su detención. Temer alega que el documento ha sido editado y niega cualquier irregularidad.

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