La Fiscalía israelí investiga a Netanyahu por una donación millonaria de un empresario francés

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Benjamin Netanyahu. (Foto: AFP)

El primer ministro israelí se ha subido al avión que lo llevaba este lunes a Moscú con una preocupación añadida a las que ya le ocupan habitualmente, que no son pocas. Si hace una semana logró recomponer su maltrecha coalición de Gobierno incorporando al ultra Avigdor Lieberman como ministro de Defensa, rodeado de críticas unánimes, si cada día tiene que lidiar con nuevos intentos de atentados de terroristas palestinos en su territorio, si además debe hacer frente a la amenaza constante de la guerra en la fronteriza Siria y a los misiles de Hizbulá que apuntan al país de los judíos desde el vecino Líbano, ahora le toca responder personalmente ante la Fiscalía de Israel por una donación millonaria supuestamente recibida de un empresario francés, Arnaud Mimran, implicado en un fraude de cientos de millones de euros en su país.

Mimran está siendo enjuiciado en París por una estafa vinculada a la compra fraudulenta de cuotas de emisiones de CO2 en un país extranjero. El presunto desfalco sería de más de 283 millones de euros en operaciones que consistirían en la compra de estos derechos en países extranjeros para revenderlos en Francia. La operativa jugaba con los impuestos no pagados en los países de origen y sí cobrados en el país galo para utilizar el beneficio ilegítimo en nuevas operaciones. El empresario deslizó durante su declaración ante el juez que en el año 2001 donó un millón de euros a Netanyahu para financiar su campaña electoral.

La ley israelí prohíbe las donaciones de particulares superiores a 11.480 shekels (2.700 euros) para un candidato a la Knésset (Parlamento). En el caso de un dirigente que aspira a la jefatura de un partido, el montante sube hasta los 45.880 shekels (10.700 euros). Y los casos de corrupción económica o personal de mandatarios en Israel suelen terminar con éstos entre rejas. 

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Arnaud Mimran y Benjamin Netanyahu, en Mónaco en 2003. (Haaretz)

En los últimos cinco años, un presidente y un primer ministro han acabado con sus huesos en la cárcel. El que era presidente del país Moshé Katsav fue condenado en 2011 a siete años de prisión por dos casos de violación, otros de acoso sexual a varias secretarias y obstrucción en el proceso judicial. Además, desde febrero, el ex primer ministro Ehud Olmert cumple 19 meses entre rejas por obstrucción a la justicia y por haber recibido un soborno de 60.000 shékels (14.000 euros).

Ahora, el eterno superviviente Bibi –como se conoce familiarmente a Netanyahu en su país– debe responder por esas donaciones, y en un comunicado oficial de su oficina ha respondido desmintiendo, sólo a medias, a su antiguo aliado francés. Según la nota pública, el primer ministro recibió ese dinero en 2001, cuando no ejercía la política activa: hacía dos años que había dejado de ser primer ministro en su primera etapa (1996-1999) y no era diputado. Según alega, el dinero fue para su fundación, para financiar actividades y viajes «por el bien del estado de Israel». Además, insiste en que no fue un millón de euros, sino de 40.000 dólares (algo más de 35.000 euros).

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La Cúpula Dorada de Jerusalén, junto al Muro de las Lamentaciones. (ADPrieto)

Esos viajes fueron financiados por Mimran, en un escándalo que ya se ha dado en conocer como ‘caso Bibitours’ en la prensa israelí, que se hizo eco de la declaración del magnate galo hace ya semanas. Ahora, el Ministerio público se ha tomado en serio el asunto y, pese a que el Fiscal General, Avichai Mendelbit, fue nombrado por el propio Gobierno de Netanyahu hace pocos meses y ejerce como asesor legal del Ejecutivo, ha decidido abrir una investigación preliminar sobre la presunta donación.

El primer ministro del país de los judíos ya está en Moscú, y será recibido por el presidente ruso, Vladimir Putin, en uno de sus cada vez más habituales encuentros para coordinar los movimientos militares de sus respectivos ejércitos contra el terrorismo yihadista.

Rusia defiende al régimen de Bashar al Assad en Siria, y ataca a todo rebelde que lo desafía. Israel considera al sátrapa sirio como uno de sus peores enemigos, pero agradece a Moscú sus bombardeos a los yihadistas. Al tener enemigos comunes, y pese a tener aliados diferentes, ambos países decidieron el otoño pasado coordinar sus acciones para evitar encontronazos. Algo parecido le ocurre ahora a Bibi con su Fiscal general… y la oposición.

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