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Conoce la singular bodega que está gestionada por 1.000 patos

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Stellenbosch es una importante región vinícola de Sudáfrica donde el Cabernet Sauvignon es la uva estrella.

Hay multitud de bodegas, pero una de ellas es especial. Se llama Vergenoegd y tiene nada menos que 320 años de antigüedad. Utiliza a un ejército de 1.000 patos para un labor fundamental en el viñedo: el control de plagas.

Dos veces al día salen de su refugio para ir a trabajar a la viña: caza de caracoles, huevos e insectos. Es una gran idea, ya que así la bodega utiliza el mínimo imprescindible de productos químicos. Además, los excrementos de los patos actúan como un excelente fertilizante natural.

Hoy en día la bodega es propiedad del grupo alemán Livia Group. Anteriormente perteneció a la familia Faure, que la gestionó durante seis generaciones. La idea partió de uno de los miembros de la saga: John Faure. Era muy aficionado a los patos y hace 30 años se trajo unos cuantos ejemplares de la raza ‘Indian Runner’ de Asia. Allí se utilizan para mantener sin insectos los campos de arroz. La raza es estupenda para este fin: no vuelan, no se tumban, no hacen nidos. Unos trabajadores magníficos.

Ahora la población de aves ha alcanzado los 1.000 ejemplares. Y se ha convertido en una atracción turística que Vergenoegd ha sabido aprovechar muy bien. Los visitantes pueden verlos trabajar dos veces al día: a las 9.30 am y a las 3.30 pm. Con la visita se ofrecen picnics y catas de vino. Las aves no suelen interactuar con las personas, salvo dos de ellos -llamados Rocco y Sunny- que les encanta jugar con los visitantes. El mantenimiento de tanto pato le cuesta a la bodega 17.000 euros al año.

Cuando acaban su jornada, esta gran familia goza de tiempo libre en el lago de la finca. Un descanso merecido.

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