Infraestructuras que cuidan de los ríos y evitan inundaciones: el papel clave de los tanques de tormenta en Madrid

Los días de lluvia extrema es indispensable que las infraestructuras de alcantarillado y drenaje estén en óptimas condiciones, ya que es la forma en la que se evitan inundaciones (y los problemas y daños que conllevan) y, además, se evita que los residuos que arrastra el agua lleguen a los ríos y los dañen.

Para que nada de esto ocurra, en las entrañas de la Comunidad de Madrid, y este detalle no es muy conocido, están los llamados tanques de tormentas, unas complejas infraestructuras de ingeniería que almacenan las primeras aguas de lluvia, que son las más contaminantes, y las retienen en su interior hasta que las depuradoras de Canal de Isabel II tienen la capacidad de sanearlas.

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Los tanques de tormenta, eso sí, no siempre entran en escena cuando hay lluvias en la región, pero cuando hay precipitaciones fuertes tienen un papel esencial para proteger los ríos. Y es que en el proceso de saneamiento y drenaje de los espacios urbanos no sólo circula el agua residual de los hogares, comercios e industrias, sino también el agua de lluvia para enviarla (junto a las residuales) hasta las depuradoras. Una vez allí, estas aguas sucias son tratadas para ser devueltas a los ríos en condiciones adecuadas para estos ecosistemas.

Pero, ¿qué pasa cuando hay en la Comunidad de Madrid días de lluvia muy intensa? Lo que sucede es que al caudal de agua residual se suma, de repente, una gran cantidad de agua que puede resultar inabarcable para determinadas depuradoras, y para ello existen estos tanques de tormenta.

Enormes depósitos conformados para almacenar las primeras aguas pluviales y regular su paso hacia las plantas de depuración. Por tanto, estas infraestructuras evitan que las depuradoras vean sobrepasada su capacidad e impiden, además, que se vierta el excedente de agua no tratada a los cauces receptores.

La alta contaminación de las primeras aguas pluviales

Si no se contara con estos tanques de tormenta, que como decimos son depósitos que no todo el mundo sabe que están disponibles, la región tendría problemas a la hora de depurar las aguas residuales contaminantes, ya que las depuradoras no tendrían la suficiente capacidad para hacer un tratamiento de limpieza y depuración rápida, que es lo que se requiere cuando el caudal de este tipo de aguas sucias se eleva con las lluvias.

Debemos tener en cuenta, además, que reservar las aguas de lluvia para poder sanearlas tiene un valor añadido porque estas primeras aguas pluviales que caen son altamente contaminantes, ya que arrastran toda la suciedad acumulada en calles, tejados y asfalto, así como los metales de la atmósfera.

Es decir, que los excrementos de las mascotas, los aceites de coches y otros desechos sólidos que hay en la vía pública son arrastrados por la lluvia hacia las alcantarillas y los imbornales, dando lugar a un agua de escorrentía que en la primera hora de lluvia es más contaminante incluso que el agua residual en tiempo seco, según estudios hechos por Canal de Isabel II.

Antes de que esta agua sucia llegue a los tanques de tormentas, pasa por algunos filtros que retienen cientos de objetos como botellas y bolsas de plásticos, pelotas de tenis, y un amplísimo abanico de diversos (y sorprendentes) objetos que terminan en los depósitos pluviales. Todo ello debe hacernos reflexionar, ya que es una muestra de que no siempre el comportamiento de los ciudadanos es tan cívico como debería.

Fotografía leandrocano.com

Las calles no son vertederos

Por ello, debemos recordar que es la suma de las acciones responsables de todos lo que protege nuestras redes de saneamiento y también el medio ambiente. No debemos tirar (a la calzada ni al váter) toallitas húmedas ni otros residuos sólidos como productos de higiene personal, bastoncillos, envases, etc., ya que eso genera alrededor de 30.000 toneladas anuales de desechos sólidos que no sólo atascan nuestras bajantes, redes y depuradoras, sino que también pueden dañar gravemente nuestros ecosistemas ambientales.

No usemos el retrete de cubo de basura ni las calles como vertederos, para ello tenemos papeleras por todas partes en los espacios urbanos. Si todos colaboramos, conseguiremos cuidar del medio ambiente, de nuestras infraestructuras de saneamiento y, por qué no decirlo, de nuestros bolsillos. La Comunidad de Madrid destina cada año hasta cinco millones de euros en la limpieza de las grandes depuradoras con las que cuenta para limpiar el agua y mantener a raya los residuos.

Evitan las inundaciones en las ciudades

Los tanques de tormenta, además, tienen una doble función. Almacenan el agua de las primeras lluvias para pasar después a las depuradoras y también aumentan la capacidad de la red de drenaje, reduciendo las posibilidades de que se produzcan grandes inundaciones en las ciudades,

a la vez que protegen los ríos de la contaminación que arrastran las aguas residuales y de lluvia. Ésta última función, de hecho, es la razón principal de los tanques de tormenta de Canal Isabel II en la Comunidad de Madrid. 

Los depósitos de lluvia son muy importantes en algunos tramos de la región, sobre todo en aquellos tramos urbanos del Manzanares, un río que no tiene un gran caudal y cuya capacidad de autodepuración es prácticamente nula. Así que para mantenerlo sano es imprescindible contar con esta amplia red de tanques de tormenta. 

Más de 70 tanques de tormenta son los actualmente gestionados por Canal de Isabel II, sumando entre todos ellos una capacidad de más de 1,40 hm3. Es decir: el equivalente a 25 veces el estanque del parque del Retiro. Una cifra que aumentará con las inversiones futuras, tal y como señala el Plan Estratégico hasta 2030 de la empresa pública madrileña.

38 de los tanques de tormentas están operativos en la ciudad de Madrid. Una treintena de depósitos que sólo en 2024 consiguieron retener 8,3 hm3 de agua, impidiendo que el río quedara contaminado.

La monumentalidad del tanque de Arroyofresno

Eso destacando, además, que dos de los tanques de tormenta más grandes del mundo están en Madrid, en las instalaciones de Butarque y Arroyofresno, cada uno de los cuales suma una capacidad de con 400.000 m3.

Concretamente, el de Arroyofresno tiene una superficie de 35.000 m2 y 22 metros de profundidad divididos en dos plantas. La de abajo, de unos 10 metros, está destinada a la acumulación de agua; en la planta de arriba se encuentra la sala de control. Toda la instalación representa un volumen total de construcción subterránea de cerca de 750.000 m3, de los cuales, 400.000 m3 están destinados al almacenamiento de agua. 

El cuerpo del tanque, a su vez, está separado en dos compartimentos gracias a un muro pantalla de 246 metros. Así, el agua llena inicialmente uno de los compartimentos, de menor capacidad, pero suficiente para las tormentas ordinarias. Si las precipitaciones son más abundantes y se cubre por completo, el agua rebasa el muro y permite el llenado total de esos 400.000 m3. Al estar separadas ambas zonas, resulta más sencillo y operativo tanto su mantenimiento como su limpieza.

Diámetro de siete metros

El agua de lluvia llega a este tanque a través de un único colector de más de 3 kilómetros de longitud que pasa por debajo del río Manzanares y de grandes infraestructuras como la M-30.

Lo que más impresiona es su diámetro de casi siete metros, que permite un caudal de agua de hasta 100 m3 por segundo, 30 veces más que el caudal medio del río.

Finalmente, este tanque cuenta con bombas que permiten su vaciado y que pueden derivar el agua, una vez concluida la tormenta, a los colectores de la margen derecha o izquierda del río Manzanares, para que pueda ser transportada hasta la depuradora de Viveros u otras plantas de saneamiento más lejanas.

Está ubicado en la zona noroeste de la ciudad, en el interior del Club de Campo Villa de Madrid, durante los episodios de tormentas esta infraestructura recibe el excedente de agua de los distritos de Fuencarral-El Pardo, Tetuán, Chamartín y Moncloa.

Fotografías

Canal de Isabel II | Adobe Stock

Texto

María Villardón

Diseño