Crisis del coronavirus

Sanidad despreció los brotes en residencias en varias autonomías a las que autorizó cambiar de fase

Coronavirus: última hora en directo del Covid-19 y las fases de la desescalada

residencias
El ministro de Sanidad, Salvador Illa.
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

El Ministerio de Sanidad ha publicado los informes técnicos en los que ha basado sus decisiones sobre los cambios de fase en el plan de desconfinamiento por el coronavirus. En los documentos se observa cómo  en varias comunidades autónomas se permitió ese progreso pese a admitirse brotes en residencias de ancianos, el colectivo más crítico de la pandemia.

Así ocurrió por ejemplo en La Rioja, que pudo avanzar de fase el pasado 11 de mayo. Ello, pese a que algunos indicadores eran cuestionables, especialmente en lo que respecta a este grupo vulnerable: «En las últimas dos semanas se han producido casos en un 18,75% de las residencias. Se recomienda prestar especial atención a la vigilancia de la enfermedad en residencias de mayores», avisaba Sanidad.

También ponía atención en «dos posibles riesgos comunitarios»: «La situación de los trabajadores temporeros» y «la apertura de bares en Logroño, al tener zonas con una alta concentración de locales», y en una elevada incidencia acumulada, de 87,12 casos por cada 100.000 habitantes. Pese a ello, Sanidad le permitió progresar en la desescalada.

En la Comunidad Valenciana, a la que se autorizó un avance parcial por regiones, también se apreció el mismo problema con las residencias: «42 de los 427 centros bajo vigilancia han presentado casos en los últimos 14 días y en 8 de ellos ha habido algún fallecimiento».

Al igual que en Aragón, donde «43 de las 386 residencias de personas mayores registraron al menos un caso confirmado». «Dado el elevado porcentaje de población mayor del territorio, se recomienda una especial atención a este grupo y concretamente a los dispositivos residenciales realizando una búsqueda activa de casos», concluyó Sanidad. Pese a ello, le permitió avanzar.

También a Cantabria, aunque «durante los 14 días previos al informe, en 18 de las 64 residencias para personas mayores se reportó al menos un caso confirmado». «Se recomienda el seguimiento estrecho de residencias», se limitaba a avisar el Gobierno.

Un panorama similar al de Castilla-La Mancha, una de las regiones más golpeadas: «Existen 379 residencias de mayores en la región, de las que 112 tuvieron algún caso confirmado en los últimos 14 días», destacaba el documento del cambio de fase.

Mando de Iglesias

Las residencias han sido el foco más delicado de la epidemia. Y ello, pese a que se desconoce aún el número total de víctimas, ya que Sanidad recoge en sus balances únicamente los casos confirmados por PCR, lo que excluye a numerosos fallecidos en estos centros. El 19 de marzo, Pablo Iglesias asumió el ‘mando’ de estos centros durante la crisis.

El Círculo Empresarial de Atención a las Personas (CEAPs), la mayor asociación de atención a la Dependencia en España -con 180.000 plazas residenciales y 300.000 de teleasistencia- remitió recientemente a Iglesias y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dos protocolos para acometer el proceso de desconfinamiento en los centros residenciales y de día.

Entre las prioridades de los protocolos insisten en que se asegure el suministro de equipos de protección, PCR y test serológicos «que permitan mantener la seguridad y la confianza», según las necesidades de cada territorio. Y señalan que las consecuencias del confinamiento en las personas mayores en residencias están siendo importantes.

«Llevan en un confinamiento muy estricto y más de 60 días de aislamiento y se trata de un colectivo especialmente vulnerable que ha sufrido un doble aislamiento, el social y el de movimientos. Restricción de libertad al no poder tener contacto con el exterior y tener que pasar el confinamiento en su habitación», explican.

Todo ello, añaden, «ha conllevado un sufrimiento físico y psicológico con angustia, desorientación y miedo entre personas con unos altos niveles de dependencia».

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