Sánchez traslada al Rey que forzará la negociación in extremis con Podemos para evitar elecciones

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Carlos Cuesta

Pedro Sánchez tiene la clara intención de acorralar a Podemos en una negociación in extremis. El plan es centrar las conversaciones en un máximo de dos semanas justo antes del 23 de septiembre para cargar de tensión al partido de Pablo Iglesias y provocar una rendición y entrega del apoyo de Podemos a la investidura de Sánchez.

Pero toda esa estrategia necesita coordinar sus tiempos con la función del Rey de ordenar la formación de Gobierno e iniciar la ronda de consultas con los partidos para lograr los apoyos a la investidura. La Casa Real no se opondrá a esta estrategia con un solo fin: evitar que España permanezca más tiempo sin gobernabilidad y tenga que recurrir a unas nuevas elecciones.

La hoja de ruta de Pedro Sánchez no pasa por ir a elecciones. El plan trazado desde el primer momento por el equipo de estrategia electoral del presidente en funciones consiste en presionar al máximo a la formación morada y conseguir que entregue su apoyo en la sesión de investidura sin lograr a cambio puestos ministeriales ni vicepresidencia alguna. Este plan tuvo que ser cambiado a mitad de ruta ante la resistencia de Pablo Iglesias a votar a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno sin lograr al menos tres ministerios importantes con amplia capacidad presupuestaria y una vicepresidencia social que debería ocupar Irene Montero.

La estrategia de Pedro Sánchez no pasa por ir a elecciones

La fuerte exigencia por parte de Podemos y la constatación en la filas socialistas de que sería imposible coordinar una función gubernativa estable -sin conjuras ni chantajes permanentes- con los hombres de Iglesias llevó el pasado mes de julio a un bloqueo de la investidura de Sánchez.

El equipo del presidente del Gobierno en funciones no quiere ni oír hablar de repetir esa situación de negociación tensa e infructuosa ni de tener que reservar puestos clave en el gabinete de Sánchez a los de Podemos.

Fuerte tensión sobre Iglesias

Por eso su plan pasa por generar una fuerte tensión concentrada en los últimos días antes de la disolución del Congreso los Diputados que dispare la presión sobre Pablo Iglesias y le fuerce a respaldar la investidura que ya cuenta con el apoyo -por voto afirmativo o por abstención- del PNV, ERC, el Partido Regionalista Cántabro, Compromis e incluso EH Bildu.

La opción contraria supondría ir a nuevas elecciones. Toda una ruleta rusa de resultado medianamente impredecible pero en la que las firmas de demoscopia apuestan por una repetición del reparto de poder por bloques de derecha e izquierda con aumento de la concentración del voto en el PSOE y el PP.

El Rey no pretende tomar ningún posicionamiento político ni alterar su posición de neutralidad. Pero sí evitar demoras innecesarias en la formación de Gobierno en un momento en el que la desaceleración económica se empieza a plasmar como evidente, en el que la gravedad de las tensiones separatistas fruto de la cercanía de la Diada y de la publicación de la sentencia por el golpe separatista del 1 de octubre se vuelve a disparar, y en el que crisis como la migratoria reclaman un posicionamiento estable de España ante la Unión Europea.

El objetivo es evitar nuevas elecciones que provoquen mayor retraso para acabar teniendo un resultado por bloques similar

Por ello los equipos socialistas no han encontrado ningún obstruccionismo en la actitud de la Casa Real a la hora de tratar esta estrategia de llevar hasta el último minuto la petición a Podemos de apoyo a la sesión de investidura de Pedro Sánchez.

Porque si hay un punto de coincidencia entre los planes del PSOE y el deseo del Rey es evitar un mal mayor a España: el de que ninguno de los dos quiere ir a unas nuevas elecciones que pudieran provocar un mayor retraso para acabar observando un resultado electoral por bloques ideológicos similar.

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