Caso Cifuentes

Ningún diputado ‘popular’ quiere sentarse al lado de Cifuentes en la Asamblea de Madrid

Cristina Cifuentes
Ángel Garrido junto a Cifuentes en la Asamblea de Madrid. (Foto: Francisco Toledo)
Carlos Cuesta

Ningún diputado popular quiere ahora sentarse junto al escaño de Cristina Cifuentes. Antes todos querían salir a su lado. Sacarse fotos y compartir mensajes en Twitter era poco menos que una proeza. Llegar a Facebook era todo un hito. Pero ahora ya no. Ahora los mensajes para apartarse de su futura ubicación en la Asamblea de Madrid empiezan a sucederse en un ‘sálvese quien pueda’.

Ya ha dimitido de presidenta de la Comunidad de Madrid a raíz del vídeo del robo de dos cremas en el hipermercado. Y también de presidenta del PP madrileño, tras las peticiones de Génova. Pero ha decidido mantener el acta de diputada, pese a las presiones de su partido para que deje la silla de la Asamblea de Madrid. Y aunque ella se aferre a este cargo, parece que el cargo quiera desprenderse de ella.

La política es así. Así de sangrienta. Y algunos de los compañeros de la hasta hace nada aclamada e indiscutible líder del PP en la Comunidad de Madrid, ahora ya no quieren ser fotografiados a su lado.

Tan duros como ciertos han sido los comentarios de algunos de los compañeros de bancada registrados esta semana entre diputados autonómicos del PP. Donde se han podido escuchar peticiones de “si es posible, yo no quiero estar junto a ella. Lo entendéis, ¿verdad?”. Porque en política, el caído no queda ni para robarle las botas.

Desde Génova no ocultan que “sería mejor que devolviese el acta”. Y hay algunos que incluso anticipan que “no tiene sentido mantener un pulso en esta situación. Es hacerse más daño de forma gratuita”. Porque lo cierto es que, en estos momentos, no sólo de desmorona la figura de Cristina Cifuentes. También se deshace su estructura e incluso “se buscan perfiles que no sean ni esperancistas ni cifuencistas. Hay que pasar página”, como señalan miembros de su partido.

La afirmación, lanzada por uno de sus compañeros, tiene una parte de dureza. Y una parte de realismo. Términos que en política muchas veces resulta difícil desligar. “Todo cargo ejerce su influencia. Y ello implica que cuando caes, lo que antes eran piropos casualmente se convierten en críticas. Y más si has caído en desgracia”, añade esta misma fuente.

Y ese es el temor de miembros del PP. El temor a que tras la sentencia de Gürtel -que será de una gran dureza y condenará más que previsiblemente al PP a título lucrativo-, venga la de Lezo. Y la de Púnica. Y tras ellas, o en medio, venga el bombardeo mediático a las figuras implicadas. Y con ello, el recuerdo permanente de todos los escándalos colaterales. Y allí volverán a hacerse memes sobre Cifuentes y su robo. En un ‘no acabar’ que hará que los focos se centren en ella. Y en su escaño. Y en sus vecinos de silla. Que serán retratados e inmortalizados para posar en lo mejor de las portadas.

Así es la política. La misma que se ha llevado a otros protagonistas en el pasado bajo acusaciones de corrupción, de mentir, o por meros escándalos menores. Y ahora se ceba con quienes, en el pasado, no tuvieron gran piedad con algunos de sus compañeros.

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