El desgarrador testimonio de una palmera que lo ha perdido todo: «Estoy muerta en vida»

La Palma
Yaiza (izquierda), de espaldas, observando lo que había sido su barrio. Foto: Joan Guirado
Joan Guirado

«El volcán Cumbre Vieja nos ha destrozado la vida». Así nos saluda Yaiza, una vecina del barrio de El Paraíso, que nos recibe en el cuartel de El Fuerte en el que reside desde que fue desalojada el domingo al mediodía. Coincidimos con ella, en el mirador de Tajuya, mientras observaba si la colada pasaba de largo. Ahora ya sabe que ha perdido su casa. «Estoy muerta en vida», asegura. Compartimos algo más de una hora durante nuestra visita al lugar de acogida de los damnificados. A su lado se sienta una psicóloga que no la deja sola.

Con el rostro desencajado por tres noches sin dormir, esta palmera de 59 años explica que: «Tenemos miedo, estamos asustados, porque no nos gusta lo que estamos viendo», asegura. Y es que «pese a que nuestro barrio ya no está», relata, «estamos sufriendo por barrios vecinos» .»Fincas, animales, la gente lo va a perder todo» añade. Y ante ello sólo les queda «gritar de desesperación». Como hizo ella el domingo. Alarmó a todos sus vecinos con su grito al ver que el volcán entraba en erupción.

Yaiza admite, tras lo vivido: «No queremos volver al barrio donde hemos nacido y hemos crecido». «Ahí ya no nos queda nada, sólo piedras», explica. Y eso «nos parte el alma». «Se nos ha ido la vida, porque es cambiar radicalmente». Entre lágrimas recuerda: «Teníamos nuestros huertos, nuestros vecinos, nuestra tienda del barrio, nuestro sistema de vida».

Sin casas ni barrio, ahora, asegura que «si nos meten en otro sitio, con un cambio de vida radical, sin arraigo, va a ser difícil de gestionar». Sobre todo los niños, que «van a perder sus amigos del colegio unitario», que es como una familia. «Va a ser muy difícil de asumir para ellos», añade. «No hay psicólogo que nos calme», asegura. Esta vecina admite que ellos aprenden que viven en una isla volcánica desde pequeños, pero no piensan que eso vuelva a pasar en la actualidad.

Desde su punto de vista el volcán ha actuado «como un monstruo». Haciendo caso de las explicaciones de los expertos «piensas que va a salir por zonas, que no va a afectar a viviendas». Pero no fue así, y arrolló su casa en pocos minutos. «Si los alquileres ya eran complicados, especulando con viviendas para hacerlas vacacionales, ahora encontrar casas de alquiler va a ser imposible».

Antes de volver a sentarse con su pareja y sus dos hijos en un rincón del acuartelamiento de El Fuerte, dónde son atendidos por personal sanitario y de los servicios sociales, además de la UME y la Policía, nos reconoce: «Tengo el corazón roto, partido». Con el resto de desalojados las conversaciones son en un silencio abismal que podría hablar: «Nos miramos y con la mirada nos lo decimos todo», afirma. «Todos hemos perdido todo, te vienes abajo y empiezas a llorar», sentencia.

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