Doble vara de medir en la Sanidad valenciana: transparencia para todos excepto para los políticos

Carmen Montón y Pedro Sánchez
Carmen Montón junto a Pedro Sánchez.

La consejería de Sanidad valenciana que dirige la socialista Carmen Montón a las órdenes de Ximo Puig exige a los profesionales sanitarios que declaren cualquier vinculación o colaboración con el sector privado, empresas farmacéuticas o sociedades médicas, mientras su número 3, el subsecretario Ricardo Campos, oculta que alquila su clínica a una empresa y lleva año y medio sin declarar estos ingresos.

Un nuevo hito en el currículum de escándalos de la consejera de la Sanidad valenciana, Carmen Montón. La reina del enchufismo y azote de la colaboración público-privada ha vuelto a soliviantar a los profesionales sanitarios al exigirles lo que no pide a sus altos cargos: que declaren cualquier vínculo o relación con la sanidad privada, empresas farmacéuticas y sociedades de cualquier tipo.

Ante el estupor de sus propios compañeros de Gobierno, Montón ha hecho llegar a todos los profesionales sanitarios un formulario con el que pretende conocer hasta el más mínimo detalle del ejercicio profesional de los médicos que tienen algún tipo de relación contractual con la administración valenciana.

Sin embargo, la consejera valenciana que más daño está haciendo a Ximo Puig para el Gobierno de Ximo Puig exige a la base lo que no aplica a la cúpula, a su equipo y cada vez son más los que sienten que «ese verso suelto del Consell amenaza claramente a la melodía que todos se esfuerzan por tocar al unísono», según confirman fuentes de su propio partido.

Así mientras cualquier médico de la Sanidad valenciana tiene que desnudar toda su actividad profesional o docente fuera de un centro público, detallando si cobra y cuánto, si recibe dietas o financiación para su formación: el número 3 de Montón, Ricardo Campos, lleva año y medio sin declarar los ingresos por el alquiler de su clínica privada.

Un alquiler que, además, paga una empresa que trabaja para la propia consejería de Sanidad, generando un claro caso de incompatibilidad que provoca un profundo malestar no sólo entre el personal sanitario, que también, sino dentro de un sector del Gobierno valenciano, de los partidos políticos que sustentan a ese Gobierno e incluso de Ciudadanos, que ya ha advertido de que no colaborará con Puig si no cambia la política sanitaria y prescinde de Montón y su equipo.

El propio consejero de Transparencia y compañero de Gobierno de Montón puso en evidencia estas tensiones en un whatsapp que se hizo público después de que la consejera de Sanidad intentara atribuir a ese departamento la no declaración de los ingresos de su número 3.

Y la vicepresidenta del Gobierno valenciano, Mónica Oltra, ha manifestado a su círculo más próximo que empieza a estar un poco harta de tener que dar la cara por la consejera de Sanidad en cada rueda de prensa después del Pleno de Consell de los viernes, justificando con argumentos peregrinos los despropósitos de Montón y su equipo.

Y es que, la trayectoria de Montón en el Gobierno valenciana ha estado plagada de baches políticos desde que aterrizó, avalada por Pedro Sánchez, en el equipo de Ximo Puig. Poco después de su nombramiento, la consejera de Sanidad protagonizó la primera polémica al seleccionar a una dirigente socialista catalana para dirigir el hospital de referencia de la Comunidad Valenciana, La Fe, y crear un plaza ad hoc para ella.

A partir de ahí, la bolsa de trabajo de anestesistas en el Clínico, el fichaje de la hija de su número dos para una fundación dependiente de Sanidad, los insultos a los trabajadores del modelo Alzira llamándoles “tropa”, grabaciones que delatan la cultura del enchufismo (“crearemos una bolsa de trabajo para meter a nuestros familiares y amigos”), la nefasta gestión, el incremento de las listas de espera y el descarado ataque a la colaboración público privada han conseguido lo que nadie logró antes de Montón: enfrentar al Gobierno valenciano con todos, profesionales, sindicatos, patronal y pacientes.

Al parecer, algunos en el equipo de Puig están presionando al presidente para que aguante a Montón hasta que se celebre el Congreso del PSOE el 17 y 18 de junio, para no escenificar aún más el más que evidente distanciamiento entre el presidente valenciano y Pedro Sánchez, puesto que nadie es capaz de predecir con garantías quién liberará el proyecto socialista en España. Si Sánchez pierde, los días de Montón pueden estár contados. 

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