Atentados Barcelona 17-A

Las Ramblas ya no son lo que eran

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Las Ramblas de Barcelona, un año después de los atentados del 17-A.
Joan Guirado

Las Ramblas ya no son lo que eran. A esta afirmación contundente llegan todos los que hace años viven o trabajan en ellas, y que el pasado 17 de agosto de 2017 fueron testigos de los peores atentados yihadistas que ha vivido Barcelona hasta el momento. El corazón de la Ciudad Condal intentó pasar el luto rápidamente, retirando 10 días después de la masacre todos los homenajes que los ciudadanos y turistas habían depositado a lo largo de los 200 metros que recorrió la furgoneta conducida por Younes Abouyaaqoub por este paseo barcelonés.

Precisamente esa imagen, la de la furgoneta bajando por el eje central de Las Ramblas haciendo eses, es la que no se le borrará de la memoria a la gran mayoría de los testigos presenciales de los atentados, que lograron salvar sus vidas. Es el caso de dos vendedores instalados en el lado de Besòs, que vieron como la furgoneta conducida por Abouyaaqoub pasaba a escasos metros de sus negocios y de ellos mismos, dejando a su paso un reguero de víctimas de todas las nacionalidades.

Otra de las personas que vivió en primera persona los atentados, el trabajador del bar en el que durante unos minutos la policía sospechaba que se había escondido armado el autor material de la masacre, recuerda esos minutos “sin saber qué hacer”. Said continúa captando clientes a las puertas de su negocio, pero se emociona aún al recordar aquellas horas de pánico.

Said, como la mayoría de vendedores de Las Ramblas, cree un año después de los atentados que la vida de este punto neurálgico de la ciudad se ha visto alterada. Todos reconocen que ha disminuido el número de transeúntes por esta calle, y eso se nota en los comercios, sobre todo los que viven del turismo. Aunque los datos de Barcelona Turisme demuestran que, a diferencia de otras ciudades que también han vivido la barbarie terrorista, Barcelona ha aguantado mejor el golpe de efecto que provoca un atentado entre los turistas. Pese a que hubo cancelaciones, la situación se va recuperando.

Un año después, Las Ramblas continúan latiendo como el auténtico corazón de Barcelona que son. En su asfalto quedan grabadas 13 vidas de niños y adultos que aquella calurosa tarde de junio habían decidido salir a pasear por Barcelona sin saber lo que la vida les deparaba. Hoy, más allá de unas flores y objetos de recuerdo depositados en las últimas horas, nada recuerda que un 17 de agosto Estado Islámico atentó contra la forma de vivir de los barceloneses. Las Ramblas han intentado recuperarse, y aunque nunca más serán lo que eran, continuarán siendo Las Ramblas; la puerta de entrada a Barcelona desde la libertad del mar.

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