Un sector del PDeCAT liderado por Vila contacta con el PP con vistas a moderar el partido tras el 21-D

Santi Vila
El ex conseller Santi Vila.
Carlos Cuesta

No todos son fieles a Carles Puigdemont en el PDeCAT. Algunos, de hecho, por temor a la Justicia, por convencimiento, o por oportunidad, se han puesto en contacto extraoficialmente con el PP para afirmar que la lista que se presenta es “la lista Puigdemont”, no la de todo el partido. Que el ex presidente regional y prófugo “se va a estrellar con su proyecto” y que quieren abrir cauces de conversación para redirigir lo que quede del partido hacia “la vieja Convergencia” una vez pasadas las elecciones.

Las facciones que han contactado ya con miembros del PP omiten obviamente que fue la vieja Convergencia la que empezó hace décadas esta carrera enloquecida. Pero eso para ellos no forma parte del relato de lo ocurrido. Según ellos, y lo que le ofrecen al PP, hay una salida para volver a un “nacionalismo no independentista”. Una especie de vuelta al pujolismo sin Pujol con un precio, claro: a cambio de desinflar el separatismo de PDeCAT, quieren ‘comprensión’ de ahora en adelante.

El PP, por ahora, se ha limitado a escuchar y a observar los movimientos, mientras espera al resultado electoral. Para empezar porque uno de los protagonistas que lidera este movimiento, Santi Vila, estaba hasta hace cinco minutos enarbolando la bandera del golpismo.

“Y si la semana que viene tenemos que ir a la prisión, iremos. Y si hay que jugarse el patrimonio, nos lo jugaremos. Y si hay que acabar en la prisión, acabaremos, porque en ello va la dignidad personal y colectiva, la dignidad de todos y de esta nación”, gritaba en agosto de este año el mismo Santi Vila que hoy se ofrece como solución supuestamente moderada.

Pero, sea como sea, lo cierto es que los contactos se han producido y el intercambio de mensajes también. Y, también, que determinados colectivos dentro de la vieja Convergencia empiezan a perder el sueño con las consecuencias penales de las decisiones tomadas y los actos realizados hasta el 1-O y la declaración unilateral de independencia. Porque, independientemente de las prisiones preventivas y de los primeros compases de los procesos, lo cierto es que dieron un golpe de estado televisado y, por lo tanto, la cantidad de evidencias y pruebas mostrando comportamientos delictivos es inacabable. Tanto que las consecuencias penales, de una u otra forma, serán difíciles de esquivar para algunos de ellos.

Santi Vila puede ser, de hecho, una de las personas más asustadas con su futuro. Y no es de extrañar, porque él formaba parte del Gobierno golpista en primera persona. Por eso no ha dudado en divulgar a los cuatro vientos que la actitud de Puigdemont en Bruselas es literalmente “grotesca” y “le cuesta imaginar a ningún demócrata” que esté “satisfecho” con el resultado después de lo ocurrido.

Según Vila, nadie “se puede sentir orgulloso” de la última legislatura, que, según él, derivó en un desastre por culpa de “planteamientos de la extrema izquierda”, en referencia a la CUP.

Por todo ello, su oferta se centra en la “rebaja de tensión” desde dentro. En la distensión. Eso sí, sin ofrecer nada concreto como, por ejemplo, dejar de adoctrinar en los colegios, dejar de intoxicar con subvenciones al activismo separatista o a los medios, o dejar de usar a la policía autonómica como policía con fines políticos. A eso, por lo visto, en las primeras ofertas no se ha llegado. Por ahora tan sólo se ofrece “empatía”.

La estrategia de Vila encaja, eso sí, con su actitud en el proceso judicial contra los golpistas. Donde su versión pasa por afirmar que su participación en los hechos investigados “se ha limitado a una única actuación relevante, a saber, su participación en la aprobación de la convocatoria de referéndum” el 6 de septiembre. El exconseller, en ese escrito argumenta que convocar un referéndum ilegal ya no es delito y que votar en dicha convocatoria “nada tiene que ver con alzarse de modo público y violento”.

“Con posterioridad a la celebración del referéndum del 1-O, todas las actuaciones del conseller Vila intentaron justo lo contrario de lo que exige la presente modalidad de rebelión, esto es, la declaración de independencia”, argumenta el escrito presentado por sus abogados. Porque, según la defensa de Vila, “por todos los medios posibles a su alcance, es público y notorio que el conseller trató de mediar entre los dos gobiernos e intentó convencer al presidente [Carles Puigdemont] a fin de que no se votara en el Parlament el 27-O”.

Ahora, según los nuevos contactos con el PP, está intentando volver a mediar.

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