La Rambla se convierte en una sucesión de altares improvisados por los atentados

Atentado Barcelona
La Rambla de Barcelona se ha llenado de altares improvisados de homenaje a las víctimas.

A lo largo de La Rambla de Barcelona han empezado este viernes a proliferar improvisados homenajes de ciudadanos y turistas a las víctimas del atentado terrorista de este jueves, con distintos puntos de ofrendas por todo el recorrido que realizó la furgoneta que mató a 13 personas e hirió a más de un centenar.

Convertida en el epicentro del mortal ataque, la Rambla ha recuperado parte de normalidad, con la habitual gran afluencia de personas en el paseo más emblemático de la capital catalana, si bien el bullicio ruidoso que la caracteriza ha dado paso hoy a un ambiente más contenido.

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Ha habido ceremonias espontáneas en el lugar del atentado.

Precisamente el recuerdo de los sucesos ha llevado a que a lo largo del paseo hayan aparecido de forma espontánea varias ofrendas en distintos puntos, desde el inicio de la Rambla en su confluencia con la Plaza de Catalunya —donde se inició el ataque— hasta el mercado de la Boqueria, punto final de la tragedia y donde se detuvo el vehículo utilizado en el atentado terrorista.

En el punto más alto de La Rambla, dos grandes «altares» han concentrado el recuerdo a las víctimas, uno de ellos en el monumento justo en el inicio del paseo y otro a pocos metros, en la Fuente de Canaletas, habitual lugar de celebración de los aficionados del FC Barcelona y cuya base ha quedado hoy sepultada por centenares de ofrendas que escalaban por toda la fuente hasta sus grifos.

Varias personas se acercaban para colocar banderas de distintos países y mensajes de apoyo en varios idiomas, como ‘Peace’ (Paz), ‘Un barcelonés con los turistas’, ‘Barcelona stands united against terrorism’ (Barcelona está unida contra el terrorismo), ‘Nunca seremos esclavos del miedo’, ‘El corazón roto de Barcelona’ o ‘No tinc por’ (No tengo miedo).

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Banderas de España, flores y velas en honor de las víctimas del atentado de Barcelona, en la Rambla.

Junto a esas pancartas, se han amontonado ofrendas florales, velas, globos con corazones y cualquier elemento que sirviera para mostrar el apoyo a las víctimas, como por ejemplo peluches o imanes.

Pero caminando Rambla abajo, en el funesto recorrido de la furgoneta, se sucedían pequeñas ofrendas de flores y velas formando corazones junto a algunos árboles o los históricos quioscos de venta de periódicos o las paradas de floristas.

En una de esas floristerías, hoy sin abrir, una cartel invitaba a «dejar tu mensaje de amor», como han hecho un carrusel de personas que han empezado a colocar «post-its» (papeles adhesivos) de diversos colores con mensajes escritos, en lo que se ha convertido en un mosaico multilingüe de palabras de ánimo, mientras los bolígrafos y los papeles iban pasando de una mano a otra.

Cerca del lugar, ante el Palau de la Virreina, un gentío agazapado iba avanzando poco a poco Rambla arriba, al que cada vez se ha ido sumando más gente de todas las edades, desde niños a ancianos, turistas o locales.

Decenas de personas agachadas iban situando una tras otra una hilera de hojas de papel y, en cada uno, con unos carboncillos, calcaban el relieve del suelo de La Rambla. Una acción iniciada por la joven artista Selva Aparicio, que había empezado en solitario más de una hora antes en el lugar del fin del atentado, con la intención seguir todo el trayecto de la furgoneta.

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La Fuente de Canaletas es otro de los altares improvisados en Barcelona.

Avanzando a gatas, con las manos ennegrecidas del carboncillo y sin dejar de dibujar, la artista ha relatado a Efe que su trabajo habitual era con «el duelo, la muerte y los suelos» y que hoy quería plasmar junto con quien quisiera «la historia directa y visual, en el suelo, donde pasó el atentado».

La obra de otro artista en el suelo de La Rambla, en ese caso el mosaico de Joan Miró en el que la furgoneta detuvo su trayecto, ha sido el otro gran punto de homenaje. El mural del reconocido artista ahora se encontraba oculto bajo una alfombra de ofrendas y un enorme corro de personas que la rodeaban en silencio, algunas de ellas sin poder contener las lágrimas.

A pocos metros, el Mercado de la Boqueria, uno de los rincones más visitados de la ciudad y desbordante de colorido, mostraba sus puertas cerradas. En su verja exterior, solo una bandera europea recordaba lo ocurrido junto a unas palabras en catalán, castellano e inglés. «Juntos. Diferentes. Paz».

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