El anticipo electoral trunca el plan de Robles de colocar a la primera mujer al frente del CNI

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La ministra de Defensa, Margarita Robles. Foto: Europa Press

El adelanto electoral ha impedido a la ministra de Defensa, Margarita Robles, el plan de colocar a una mujer al frente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). La ministra de Defensa barajaba para sustituir al general Félix Sanz Roldán, cuyo segundo mandato concluye en julio, por Esperanza Casteleiro Llamazares, lo que habría supuesto el acceso de la primera mujer a la jefatura del espionaje español.

Casteleiro ocupa en la actualidad el cargo de directora de Gabinete de Margarita Robles, un puesto de máxima confianza que se ocupa de la agenda de la ministra. Pero también es una experimentada agente secreta que, entre 2004 y 2008, fue secretaria general del CNI, la número dos del escalafón de los servicios secretos. Fue la segunda mujer en ocupar ese cargo, con la categoría de subsecretaria, en sustitución de Dolores Vilanova.

Esperanza Casteleiro estaba destinada a regresar al primer despacho del edificio estrella de La Casa -como también se conoce a la sede del espionaje español- en la carretera de La Coruña, porque la ministra de Defensa ya había pactado con el general Félix Sanz Roldán su salida del CNI antes del verano tras agotar su segundo mandato de cinco años.

Sanz Roldán lleva en La Casa desde julio de 2009, dirección a la que accedió tras la dimisión del ingeniero Alberto Sáiz, en la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero. El nombramiento de un general significaba la vuelta de un alto mando militar a la jefatura de los servicios secretos después de que José María Aznar nombrara en 2002 a un civil, al diplomático Jorge Dezcallar.

En agosto pasado, con Pedro Sánchez en La Moncloa tras una moción de censura apoyada por los independentistas, la ministra de Defensa aseguró que el sustituto del general Sanz Roldán sería elegido “con sentido de Estado”.

Sin embargo, otras fuentes del Ministerio de Defensa aseguran a OKDIARIO la otra apuesta gubernamental a favor del general Miguel Ángel Ballesteros, en la actualidad director general del Departamento de Seguridad Nacional (DSN). Ballesteros, hasta ese nombramiento, había ocupado el cargo de director del Instituto Español de Estudios Estratégicos, un organismo englobado dentro del CESEDEN. Además, es uno de los militares españoles que más saben de yihadismo y estrategia de defensa.

Una vez acordado el anticipo electoral, anunciado por Sánchez hace unos días, la elección del sustituto del general Sanz Roldán queda en suspenso en función del nuevo presidente que llegue a La Moncloa tras los comicios del 28 de abril.

Un perfil de directora

Esperanza Casteleiro, madrileña de 61 años, tiene una dilatada experiencia como agente de campo y como directiva de los servicios secretos. Ingresó en el antiguo CESID en 1983, en la primera hornada de mujeres, promovidas por el general Alonso Manglano. En todo ese tiempo ha demostrado ser una mujer de carácter y de éxito.

Su historial de más de 35 años en el servicio secreto es impecable. Quienes la conocen señalan que ha superado con nota todos sus destinos. Tras la llegada de Zapatero al Gobierno, en marzo de 2004, los asesores en seguridad del presidente se fijaron en su trayectoria profesional y la consagraron en una de las mujeres más poderosas de España, colocándola al frente de la Secretaría General del CNI. Entonces se asentó la tradición de que una mujer espía ocupara la silla del número dos del servicio secreto.

Casteleiro, hija del coronel del Ejército del Aire, Antonio Casteleiro Naveiras, aterrizó en La Casa a mediados de 1983 con tan solo 25 años y recién licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Como la mayoría de sus compañeras de promoción estaba ligada a la institución castrense. Nada más pisar el Centro, le tocó la misión de investigar a los militares golpistas del 23-F que, tras la asonada frustrada, seguían conspirando contra la España democrática.

La agente estaba destina en la División de Inteligencia Interior, entonces mandada por el general Santiago Bastos, en la que formó parte del grupo de élite que investigaba a ETA, la banda terrorista de los años más sangrientos, que asesinaba y perpetraba atentados todas las semanas. Su valía, entrega e inteligencia, pronto, le dieron la oportunidad de convertirse en la primera mujer en ocupar la jefatura de la División de Inteligencia Interior. En un CESID, plagado de militares y guardias civiles, aquel nombramiento tampoco cayó bien entre los oficiales más machistas, pero la espía aguantó el pulso.

En 1997, fue premiada con un destino en Brasil, país en el que estableció unas buenas relaciones con las autoridades de Brasilia y emprendió diversas operaciones contra las redes del narcotráfico.

El diplomático Dezcallar, el primer civil que se hizo cargo de los servicios secretos españoles, la recuperó en 2002 para labores de dirección en la sede de Madrid. Reservó para ella la jefatura de Gestión de Recursos Humanos, de donde pegó el salto a la Secretaría General con la victoria electoral del PSOE tras el atentado yihadista en la estación de Atocha.

Años después fue trasladada a Cuba al frente de una misión especial diseñada por el propio Zapatero pero, finalmente, resultó un fiasco y provocó su expulsión y la de otros compañeros espías por parte de las autoridades cubanas.

Tras la expulsión de Cuba, nuestra agente en La Habana estuvo un tiempo quemando suela de zapato por los pasillos de la sede del CNI hasta que fue destinada como consejera a la Embajada de España en Panamá. En la actualidad, como jefa de Gabinete, es la responsable de filtrarle a la ministra de Defensa la agenda y las entrevistas en la sede de Castellana.

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