El apoyo de Sánchez al taxi y a Podemos amenaza con abrir una guerra entre el PSOE y UGT

PSOE y UGT, hermanos históricos, viven un momento de clara tensión tras el apoyo mostrado por el Gobierno de Pedro Sánchez a Podemos, al taxi e, incluso, a la misma CCOO en RTVE.

Taxi
Protesta de taxistas este lunes al amanecer en Madrid
Carlos Cuesta

La UGT ha dado respaldo a los trabajadores de VTC: una decisión que podría tener lógica por el hecho de ser trabajadores en busca de apoyo, pero que resulta claramente sorprendente si se tiene en cuenta la lealtad histórica de este sindicato a su partido hermano, el PSOE. Y es que la alianza de Sánchez con Podemos ha cambiado muchas cosas: CCOO –con el respaldo de Podemos– se ha zampado literalmente la presencia de UGT en RTVE -y los sindicalistas saben que el control de los medios significa mucho cuando se pretende liderar la calle-.

Podemos se ha volcado con el taxi en un acto de clara incitación a la agitación callejera, y el PSOE les ha dado respaldo. Por eso,  UGT ha decidido que, si se trata de demostrar fuerza, ellos la pueden tener: por ejemplo, estructurando las protestas de los conductores de VTC. La batalla por el control de la calle está servida.

La escena surgía este mismo martes: conductores de VTC se concentraban en la calle Ferraz reclamando al Gobierno central una regulación de la actividad del transporte urbano a nivel estatal que no permita que 15.000 trabajadores se vayan al paro por la actitud «chantajista» del taxi. Nada extraño hasta ahí, de no ser porque quienes animaban a los VTC eran los sindicalistas hermanos del PSOE, los de UGT.

Es más, si Podemos -y de rebote CCOO- se ha convertido en el competidor por la calle de UGT, casualmente uno de los actos de los conductores de VTC se realizaba ante la sede central de Podemos, situada en la calle Princesa de Madrid, bajo el lema «Somos trabajadores, no multinacionales”. Todo ello acompañado de una rueda de prensa en la sede del sindicato, donde diferentes empleados de varias empresas de chóferes, que trabajan mayoritariamente para las aplicaciones Uber y Cabify, exponían sus puntos de vista en la batalla del taxi. Y quien introducía a los VTC era nada menos que el secretario general de Transportes de UGT Madrid, Antonio Oviedo, quien se ha encargado de destacar que en Madrid trabajan 9.000 personas en este sector, muchos de ellos desde hace una década, “que pagan sus impuestos en España y sobre todo tienen la función vital de poder y querer trabajar”.

Todo un recordatorio a Podemos. Pero, por supuesto, también al Gobierno de Pedro Sánchez y al ministro de Fomento, José Luis Ábalos, quienes están respaldando al mismo sector del taxi que cuenta ya con el entregado apoyo de Podemos.

Batalla de celos

Pero el taxi no es el único campo de esta batalla de celos por el control de la calle. UGT, primer sindicato en RTVE, acaba de denunciar el II Convenio Colectivo de la Corporación de tv pública y ha cargado la presión sobre la nueva administradora, Rosa María Mateo, sobre la que se abre un plazo de 30 días para convocar a las centrales y empezar a negociar uno nuevo -hay un año de plazo para cerrarlo-.

Según UGT, “la coyuntura económica y el cambio de Gobierno nos posibilitan negociar un nuevo Convenio en un escenario de recuperación de derechos”, citando expresamente “los recortes del PP”.

¿Pero es ese el único motivo? ¿O lo es también el hecho de que la cesión del control de RTVE a Podemos haya conllevado simultáneamente que sea CCOO el sindicato que cope los puestos clave de la tele pública en vez de UGT? Es más que probable que el segundo factor tenga mucho que ver.

Y es que, de hecho, fue Comisiones Obreras, segunda fuerza sindical en RTVE tras UGT, la que decidió no secundar más los conocidos ‘viernes negros’ en la Corporación tras el cambio de Gobierno nacional. La decisión rompió, de hecho, la unidad sindical con UGT, USO y CGT -a excepción del SI, tercero en representación, que nunca participó de esta protesta-. La lucha está servida. Y en esta ocasión, por muy de izquierdas que sean los protagonistas, no se trata de una lucha de clase, sino de celos.

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