El Supremo aprecia falta de prudencia en Manos Limpias al sentar a la infanta en el banquillo

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Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina. (Foto: AFP)

Dos días después de conocerse la sentencia del Tribunal Supremo y en vísperas de la entrada en prisión de Iñaki Urdangarin y Diego Torres, principales culpables de las actividades  delictivas que se cometieron a través del Instituto Noos, es sorprendente la poca atención que se ha prestado en los medios de comunicación a los párrafos que dedica el Supremo al papel jugado por el hoy encausado pseudosindicato Manos Limpias en el proceso. De todos es conocido que el juez Castro y la abogada de Manos Limpias, Virginia López Negrete, fueron juntos a partir de marzo de 2013 en la decisión de imputar a la infanta Cristina de Borbón en todas las actividades ilegales cometidas por su marido en un primer intento y tan sólo como colaboradora en dos delitos fiscales en el segundo.

El instructor y la abogada de la acusación particular consiguieron que la infanta quedara imputada a pesar de que ella no era administradora de la sociedad familiar Aizoon, tampoco tenía firma en dicha sociedad y además el matrimonio hacía la declaración de Hacienda por separado. Ahora, en la sentencia emitida por el Tribunal Supremo, los magistrados manifiestan respecto a López Negrete que “se hace difícil pensar que un profesional del derecho considere que un delito contra la Hacienda Pública del que no es autor, sino cooperador necesario, merezca ese máximo punitivo» —los 4 años de prisión que había solicitado Manos Limpias—. Y continúa la sentencia apreciando “una ausencia de prudencia y de ponderación y una absoluta y aparentemente deliberada y preconcebida impermeabilidad a cualquier elemento que pudiera favorecer a quien acusaba en solitario”.

A pesar de la contundente explicación del Supremo de por qué no podía haber delito fiscal de doña Cristina y del papel más que dudoso jugado por Manos Limpias en todo el proceso, que pone en entredicho la decisión de sentar en el banquillo de los acusados a la infanta, salvo un medio de difusión de ámbito nacional, casi nadie ha recogido esos párrafos de la sentencia del caso Urdangarin. Lo único que priva es seguir acusando al fiscal Pedro Horrach de haber actuado como defensor de la infanta, calificar la sentencia de benévola a pesar de que alcance los nada despreciables 5 años y 10 meses, insistir en que la justicia no es igual para todos a pesar de que sí lo ha sido, y seguir encima de cualquier movimiento del matrimonio Urdangarin Borbón para ver si le pueden pillar en algún renuncio.

Es hora, desde mi punto de vista, de que la justicia siga su curso y vele por el cumplimiento de lo que han dictado los magistrados. Nadie va a eludir su acción por mucho que lamenten el futuro privado de libertad que tienen por delante. Eso es lo que manda en un país como España en donde, seas quien seas, tienes que pagar por los delitos cometidos. No hay otra posibilidad, por mucho ruido que se haga y por mucha incredulidad que se levante. Fin de la historia.

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